En 30 años, el CEU tomó el poder

A mediados de 1987, estudiantes universitarios inconformes con la propuesta del rector Jorge Carpizo para modernizar la UNAM, que incluía la actualización de las cuotas escolares, paralizaron las actividades en todas las escuelas de la Máxima Casa de Estudios del país.
Emulando la lucha del histórico Consejo General de Huelga de 1968, que culminó con la masacre estudiantil de la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, los activistas fundaron el Consejo Estudiantil Universitario.
Se les conocía como ceuístas y, entre sus filas, aparecían nombres como Carlos Ímaz, Claudia Sheinbaum, Carlos Estrada y Hugo López-Gatell, entre otros, que, con el paso del tiempo, se fueron incrustando en la política y el gobierno.
Nadie iba a pensar que esos jóvenes revoltosos acabarían algún día encabezando los principales espacios políticos del país, incluyendo la Presidencia de la República, en manos de su excompañera huelguista Sheinbaum.
Antes de su arribo a la Primera Magistratura del país, Claudia fue jefa de Gobierno de la Ciudad de México y heredó a otro huelguista —aunque muy menor— la tarea de cerrar el changarro: Martí Batres.
En un principio, a lo más que aspiraban los huelguistas de la UNAM era a ocupar algún cargo legislativo, de dirigencia partidista o una posición burocrática. De hecho, algunos de ellos, como Ímaz, Carlos Estrada y hasta Martí, lo habían logrado.
La mayoría se formó políticamente con Cuauhtémoc Cárdenas, quien dejó el PRI para fundar el PRD, donde muchos canalizaron sus inquietudes y llegaron a encabezar posiciones en el partido e, incluso, en el Poder Legislativo.
En ese tiempo, ninguno se veía en la Presidencia de la República o siquiera en el Gobierno de la ciudad; para ello tenían a Cárdenas. Aunque si bien se formaron con el michoacano, fue con Andrés Manuel López Obrador cuando probaron el poder real y el dinero.
Y se enamoraron de ambas cosas, que les cayeron del cielo. Como nuevos ricos, empezaron a usar trajes, camionetas con chofer y a comer con manteca en restaurantes finos. Se olvidaron de sus principios y se dedicaron a acumular riqueza e influencia.
El año pasado, ya con López Obrador como amo y señor del futuro político de varios de ellos, empezaron a soñar con alcanzar lo más alto; por primera vez llegó a la Presidencia una mujer, y además formada en las filas del CEU que, por cierto, desapareció en 1999.
Su extinción se debió a los pleitos entre quienes tenían una visión más democrática y quienes defendían el radicalismo, justo como ocurre hoy en Morena. En 1990 se llevó a cabo el Congreso Universitario para concretar los acuerdos con las autoridades, pero todo salió mal.
Tan mal, que surgió el Consejo General de Huelga —versión pirata— que paró la UNAM por casi un año, hasta que la Policía Federal entró al campus universitario a liberarlo. De ese movimiento salieron gente como Inti Muñoz, Fernando Belaunzarán y Elizabeth Mateos, entre otros.
O sea, aunque parezca increíble, hoy el país está gobernado por ceuístas y la ciudad por Clarita Brugada, activista de la UAM.
Ante la falta de cabeza en la dirección de la Red de Transporte Público, empezaron a sonar algunos nombres de quienes podrían quedar al frente de ese importante servicio. Entre otros, uno de lo que se menciona con posibilidades reales es Alejandro Chávez, toda vez que mantiene cercanía con personajes que inciden en las decisiones de Brugada. A estas alturas, ya quien sea, pero urge que RTP tenga una cabeza.
excelsior