Julie Ibarra Rossow y Elizabeth Pérez Alemán presentan su libro en El Siglo de Torreón

Se instalaron en un escenario lleno de cactáceas y plantas, con fotografías de aves alrededor. Esas imágenes eran de su autoría, un registro de sus miradas; las captaron en un humedal de aguas residuales que se ubica sobre el lecho del río Nazas, justo en la frontera de Torreón y Gómez Palacio, a 500 metros de la carretera a Sta. Rita.
Ante un auditorio repleto en las instalaciones de El Siglo de Torreón, Julie Ibarra Rossow y Elizabeth Pérez Alemán presentaron, durante la noche de este martes 29 de abril, su libro titulado Las reinas del charco, donde a través de textos y fotografías revelan las vivencias que han experimentado al observar la vida que lucha en ese verde y extraño lugar, escondido en un área donde la naturaleza es necia a ceder ante el escombro.
El evento contó con la moderación de la periodista y colaboradora de la revista Siglo Nuevo, Marcela Pámanes, además de la presencia de Diana Susana Estens de la Garza, titular de la Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno del Estado de Coahuila (institución promotora de este libro) y Mayra Lucila Valdés González, titular de la Secretaría de las Mujeres del Gobierno de Coahuila.
Pasadas las 19:30 horas, las palabras de Julie y Elizabeth extendieron las alas de sus letras. Estas revolotearon por la sala y al dominar el aire planearon para compartir su relato. En primera instancia, se proyectó un video donde los propios fotogramas explicaron la labor de ambas mujeres; la voz en off narraba sus trabajos en el “charco”, como así han bautizado a ese humedal de ocho hectáreas; los pixeles construían imágenes donde ellas aparecían cargando cámaras y tripiés, intentando capturar el vuelo de un ave con el santiguar de su lente.

Los aplausos no se hicieron esperar. Marcela Pámanes tomó el micrófono y, tras leer un texto sobre el libro, extendió preguntas hechas por su propia pluma: “¿Qué representa ser observadoras en esta etapa de sus vidas?”. Nada mejor para empezar a volar que unas frases ávidas de respuestas.
“La observación de aves me abrió un abanico de posibilidades.Primero lo vi como un pasatiempo, y después vi que este pasatiempo tiene una causa ciudadana. Además me llenó de paz y de momentos de introspección. También me dio la oportunidad de entusiasmar a mis nietos con las historias”, compartió Elizabeth.
Luego Pámanes agregó una segunda pregunta: “¿En un charco de ocho hectáreas, maloliente, se puede disfrutar el avistamiento de las aves?”.
“Pero por supuesto que se puede. En el ambiente del teatro se dice que la vida es un teatro y que a veces no se da la oportunidad de ensayar. El papa (Francisco I) decía que nuestro planeta es nuestra casa común. Y yo a nuestro planeta lo comparo con un gran parque de diversiones. El charco, nuestro charco, es un rincón del gran parque de diversiones. Nuestro espíritu curioso, inquisitivo nos lleva, nos impulsa a ir, a ver cómo es posible que ese ecosistema tenga éxito. ¿Se puede disfrutar? Claro que sí. Yo lo disfruto observando la vida que lucha y que está ahí”, explicó Julie.
“Lo que observo va más allá del olor y la basura, eso lo paso por alto. La emoción que me da ver brincar las aves de un árbol a otro, el nado apacible de los patos, son unos momentos hermosos que hasta pasas por alto los piquetes de los moyotes”, complementó Elizabeth.
En sus fotografías hay monjitas americanas descansando sobre el agua, cormoranes, aguilillas, cardenales, patos, garzas, halcones en las ramas, y hasta pájaros carpinteros agujerando troncos.
Luego de surcar emociones, que incluso conmovieron a las autoras, de compartir anécdotas como la vez que encontraron a una serpiente devorando un conejo, de indicar la importancia de la biodiversidad en este humedal, pese a que está formado por aguas tratadas, el vuelo de Julie y Elizabeth aterrizó en la copa de un logro colectivo, de una publicación realizada en parvada y que ha visibilizado vida en este extraño humedal.
“Las reinas del charco tiene una noble connotación. Las reinas del charco somos nosotras porque, en aquel momento, cuando estábamos proyectando hacer el libro, Bety y yo íbamos con mucha frecuencia y teníamos la mayor cantidad de observaciones de ese lugar en una plataforma. Pero la otra connotación es que: las dos aguilillas que están en la portada del libro, la de Swainson y la rojinegra, también son las reinas del charco.
Ellas llegan y todo mundo se esconde, porque si no termina como almuerzo”, cerró Julie.
Al finalizar el evento, la Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno del Estado de Coahuila regaló libros a los asistentes.
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