La NASA capta al Curiosity recorriendo Marte en una foto histórica

El 28 de febrero, una de las cámaras del Mars Reconnaissance Orbiter apuntó hacia el cráter Gale y registró una instantánea que quedará en los libros de historia. En medio de la desolación roja del planeta vecino, se distinguía una diminuta figura oscura, un rastro gris y un horizonte inalterado por milenios: era el rover Curiosity, avanzando en su incansable labor científica.
En esa imagen, enviada a 225 millones de kilómetros de distancia, no solo se veía una máquina desplazándose. Se leía una historia: la historia de una humanidad que se atrevió a cruzar mundos para buscar respuestas sobre su origen, su futuro y su lugar en el cosmos.
La imagen revela al Curiosity como una mota apenas visible, pero la traza que deja detrás —320 metros en total— narra un avance constante, paciente, casi poético. Esa distancia equivale al recorrido que hizo entre el 2 y el 28 de febrero, en once días de trabajo intenso.
A diferencia de un humano que podría cruzarla en minutos, el Curiosity avanza a un ritmo máximo de 160 metros por hora. Su lentitud es estratégica: debe evitar errores, analizar rocas y conservar energía. Alimentado por un generador nuclear de apenas 110 vatios, cada movimiento está cuidadosamente calculado.
El rover se encuentra actualmente en una zona conocida como Gediz Vallis Channel, un canal seco que pudo haber sido esculpido por agua corriente. Sus paredes erosionadas, su estructura sinuosa y la composición química de sus suelos apuntan a un pasado marciano más cálido, más húmedo y, quizá, más vivo.
En este tramo, el Curiosity halló depósitos de azufre puro, un mineral que plantea interrogantes sobre la actividad volcánica o hidrotermal del planeta. ¿Hubo agua caliente circulando bajo la superficie? ¿Fueron estos ambientes favorables para la vida microbiana?
La travesía de Curiosity es más que desplazamiento: es descubrimiento. Tras explorar el canal, se dirigió a tres enclaves geológicamente interesantes:
- Devil’s Gate, una pequeña elevación desde la cual se analizaron las capas del subsuelo.
- Cahuilla y Santa Ynez, áreas ricas en materiales sedimentarios, donde se realizaron mediciones químicas avanzadas.
- Una formación de estratificaciones denominada Hale Telescope, cuyo nombre honra el emblemático observatorio terrestre y sugiere similitudes con formaciones sedimentarias de la Tierra.
El próximo objetivo del Curiosity es una estructura geológica conocida como boxwork, en la base del Monte Sharp, donde la erosión ha dejado al descubierto una especie de enrejado mineral. En la Tierra, estos patrones se forman cuando el agua penetra en las grietas de la roca, depositando minerales que permanecen tras la desaparición del material original.
La presencia de boxwork en Marte sugiere que el agua no solo existió allí, sino que pudo circular durante períodos prolongados. Esta hipótesis refuerza la teoría de que Marte tuvo condiciones mucho más cálidas y húmedas, ideales para el desarrollo de vida microbiana.
Desde su llegada en agosto de 2012, el rover ha recorrido poco más de 34 kilómetros. Puede parecer poco, pero cada metro ha significado años de estudios sobre el clima, la geología y la historia marciana.
Cada fotografía que envía, cada piedra que analiza, contribuye a una narrativa mayor: la de un planeta que alguna vez pudo haber sido azul, con ríos, lagos y tal vez formas de vida primitivas.
Y aunque su andar es lento, su impacto en la ciencia es profundo. Curiosity no solo recorre Marte; lo traduce para nosotros, nos lo devuelve en datos, imágenes y preguntas que aún no sabemos responder.
En la imagen del 28 de febrero hay belleza y soledad. El rover avanza, incansable, sin otro ruido que el de sus ruedas presurizadas. Pronto, los vientos marcianos borrarán su rastro, como si nunca hubiera pasado por allí. Pero en la Tierra, millones de personas seguirán ese viaje con asombro. Porque esa pequeña figura oscura en la foto es un testigo de nuestra capacidad para soñar, para explorar y para hacer ciencia incluso donde no hay aire, ni agua, ni certezas
La Verdad Yucatán