León XIV: Decisión salomónica en El Vaticano

La jerarquía de la Iglesia Católica, representada por 133 cardenales y que vivió el turbulento papado de Francisco, quien enfrentó fuertes resistencias a sus ideas de reforma para armonizar la religión de mil 400 millones de personas con un mundo enfrentado culturalmente entre sí, no le dio la espalda a su legado, como proponía una poderosa corriente de opinión en El Vaticano, pero tampoco le entregó carta blanca a su sucesor para que corriera completamente sobre sus rieles. En Robert Francis Prevost, electo ayer en el Cónclave cardenalicio, optaron por una figura que no alienara a ninguno de los extremos. León XIV, como pidió ser llamado, es considerado un moderado que, sin embargo, tiene una sensibilidad reformista.
Prevost, el primer cardenal estadounidense en ser electo papa, no se encontraba en la lista corta de los favoritos, reflejada en las apuestas mundiales, donde quien encabezaba los momios era Pietro Parolin, el secretario de Estado del Vaticano, el número dos de la Iglesia Católica que se anotó un enorme punto al lograr que los presidentes Donald Trump y Volodimir Zelensky solucionaran su conflicto y se reconciliaran políticamente durante el funeral de Francisco. Los apostadores iban por un canciller experimentado, y después de él, por los dos cardenales que mejor representaban el pensamiento progresista de Francisco, el filipino Luis Antonio Tagle y el italiano Matteo Zuppi.
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No se saben aún los pormenores de los cabildeos tras los muros vaticanos que llevaron a Prevost a la silla de Pedro, pero todo apunta a que se optó por la unión y la conciliación interna en la cabeza de la Iglesia Católica. Los 88 cardenales que nombró Francisco con capacidad para elegir, incluidos 24 que representaron a países que nunca habían tenido voz en un Cónclave, como Haití y Myanmar, no actuaron como bloque para lograr las dos terceras partes del voto necesarias para uncir a un nuevo papa, pero tampoco se aprecia un choque intramuros que costara mucho resolver. Prevost se convirtió en León XIV en cuatro votaciones, las mismas que necesitó Joseph Ratzinger para salir de la Capilla Sixtina como Benedicto XVI, y una menos de las que requirió Jorge Bergoglio para emerger como Francisco.
“Popular entre conservadores y progresistas por igual, en el Cónclave donde poca gente se conocía, tenía visibilidad mundial”, subrayó en un perfil sobre el nuevo Papa el diario La Repubblica de Roma. Acaso, como sugirió el principal periódico italiano, León XIII, electo papa hace casi 150 años, ¿Prevost seguirá sus huellas como un papa que creía que los deberes de la Iglesia incluían también la actividad pastoral en el ámbito político? León XIII, como Francisco mucho después, escribió encíclicas que buscaron evitar el aislamiento de la Santa Sede y reconectar con el mundo para recuperar un sitio de influencia.
Prevost, que ha seguido el espíritu renovador y dialogante del Concilio Vaticano II, ha estado cercano al pensamiento de Francisco y a su estilo pastoral, con más de 20 años de trabajo en Perú −cuya nacionalidad también tiene−, llevándolo a El Vaticano hace dos años para que presidiera la Pontificia Comisión para América Latina. “Tiene un perfil centrista y pragmático, capaz de mediar entre las diferentes almas de la América católica”, agregó La Repubblica. “Tiene una profunda sensibilidad hacia las cuestiones sociales y culturales, y podría dar continuidad a un pontificado orientado al diálogo”.
León XIV fue electo papa en un entorno geopolítico radicalmente opuesto al que llegó Bergoglio cuando se convirtió en Francisco. Al asumir el papado, en marzo de 2013, el liberalismo político y los gobiernos y líderes progresistas comenzaron un declive en Estados Unidos y Europa, mientras que América Latina estaba inmersa en la marea rosa del advenimiento de gobiernos de izquierda. Cuando murió, ese mundo había cambiado, con la emergencia de líderes populistas, carismáticos y autoritarios, a quienes enfrentó con discursos.
Este es el mundo que recibe a León XIV, por lo que uno puede preguntarse ¿qué tanto influyó el contexto para que la jerarquía de la Iglesia Católica se hubiera decantado por Prevost? ¿Un Papa para los tiempos de la Iglesia y del mundo? El presidente Donald Trump fue el primero en felicitarlo. El presidente Vladimir Putin, el segundo. Acaso, atentos a su realidad interna y al nuevo orden mundial que se está viviendo, 9 de los 10 cardenales estadunidenses que participaron en el cónclave −el décimo era Prevost−, ¿trabajaron para impulsar a alguien con quien se sintieran cómodos para hablar en las grandes capitales del mundo, en la redefinición de fuerzas globales, como lo hicieron en 1978 para que el polaco Karol Wojtyla se convirtiera en Juan Pablo II?
León XIV no será Francisco, pero tampoco será el vocero de la extrema derecha vaticana, como el cardenal Raymond L. Burke, que enfrentó a Francisco y dijo que su papado era una tragedia. Tampoco los alineará. Tímido y reservado, poco se ha conocido de su pensamiento en la última década, aunque en 2012, en una reunión con obispos −recordó ayer The New York Times−, lamentó que los medios de comunicación en el mundo y la cultura popular adoptaran “la simpatía por las creencias y las prácticas que están en desacuerdo con el Evangelio”, mencionando entre ellas “el estilo de vida homosexual” y “las familias compuestas por parejas del mismo sexo y sus hijos adoptivos”, que su predecesor abrazó.
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No obstante, como abrevó de los agustinos, su orden, favorece el diálogo intercultural y está comprometido con los pobres, como Francisco, coincidiendo con una línea más pastoral que doctrinal, que fue lo que separó a Francisco de Benedicto XVI. El Papa recién fallecido lo llevó a El Vaticano hace dos años y lo puso al frente del Dicasterio para los Obispos, uno de los más influyentes de la Iglesia Católica −es el que selecciona a los obispos−, confiando que continuara el trabajo de una Iglesia participativa y corresponsable, más misionera y menos clerical.
Francisco lo colocó en la ruta del papado, que llevó finalmente a la decisión salomónica de este jueves, y que León XIV, como el papa San León I hace mil 500 años, restablezca la estabilidad en El Vaticano.
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