Lo que viene con la tobillera: oportunidad o cisne negro
La noticia de que la Corte dejaría firme la condena a Cristina Kirchner le llegó a Milei el mismo martes, momentos antes de que la sentencia fuera difundida oficialmente. Se la anticipó Santiago Caputo y el mensaje vino con análisis propio y una recomendación: no debía sobrerreaccionar públicamente, solo limitarse a decir que en la Argentina se cumple la ley. Punto. Hasta ahora, el Presidente viene obedeciendo. No siempre lo hace.
El Gobierno no tiene todavía claro qué efecto puede llegar a causarle esta bomba política. No suelen hacerle gracia los sucesos que no controla y este claramente es uno de ellos. Nadie descarta nada, ni siquiera un cisne negro ocasionado por algún imprevisto, y de ahí tanta prudencia. Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, recibió ese mismo día el encargo de que las fuerzas que le responden cuidaran el proceso y la estética de la detención. “El macrismo fue a buscar a Boudou en pijama; nosotros no vamos a detenerla en ruleros a las 3 AM”, afirman en el Gobierno.
Lo que dan por sentado es que cualquier desmadre en las calles se convertiría en un problema grave para una administración que ha hecho del orden público un activo de campaña y que, por lo tanto, tampoco puede desentenderse de intervenir.
Es cierto que la sentencia de la Corte tiene para La Libertad Avanza un costado negativo. Como incluye para Cristina Kirchner la prohibición de competir por cargos públicos, priva a la Casa Rosada de un escenario con el que algunos armadores de campaña se habían ilusionado: el mano a mano en el terreno de la expresidenta, la tercera sección bonaerense, y con un candidato simétricamente opuesto. Habían pensado en Daniel Parisini, el Gordo Dan, que en realidad tenía una dificultad administrativa: no podía acreditar domicilio en el territorio. Un inconveniente ínfimo para políticos habituados a subsanarlo hasta con un contrato de alquiler, pero relevante para Milei, a quien no le gustan esos ardides electorales. Iñaki Gutiérrez, en cambio, estaba en condiciones de hacerlo.
No podrá ser. Más de un libertario se envalentona todavía ante la sola descripción del duelo que no fue. David y Goliat. Twitter frente al aparato clientelar. Lo completamente nuevo versus el pasado. El desparpajo juvenil contra la dirigente hiperprofesional, y todo en un terreno en que La Libertad Avanza iba de punto y donde cualquier resultado que no fuera un abrumador triunfo peronista valía como alentador para el Gobierno.
Ahora, en cambio, el futuro dependerá de cuestiones menos épicas. De la destreza del Gobierno para negociar lugares en las listas con Pro, por lo pronto, y de lo que ocurra dentro del PJ, otro imponderable. Algunos peronistas, incluidos quienes hicieron acto de presencia en la casa de la expresidenta o en la sede de Matheu, descreen de la tan proclamada unidad. “Hay que ver cuando baje la espuma –advirtió un operador–. Por ahora, esto es un viaje de egresados en el que todos prometen amor eterno”. Se juega mucho: una ruptura dejaría a La Libertad Avanza en las puertas de un triunfo.
Pero el escenario es dinámico y depende principalmente de lo que pase con la economía. Incluso más que de la valoración institucional que el establishment económico pueda hacer de la condena. “Es un hecho histórico para la política argentina”, dijo ayer a la agencia Bloomberg el empresario Eduardo Costantini, que cree siempre alentadora la visión de que “hay una Justicia que falla”. Algo parecido, aunque más sutil, deslizó Ricardo Arriazu esta semana en el último piso del Sheraton ante la Asociación Empresaria Argentina. Lo escuchaban nada menos que Héctor Magnetto, Paolo Rocca, Luis Pagani, Federico Braun y Alberto Grimoldi, entre otros.
Como siempre en la Argentina, todo estará sujeto a que no desbarranque el programa. Y al descenso de la inflación, que en mayo volvió a dar una buena noticia: 1,5%. Otro de los activos de Milei. Los empresarios lo celebran, pero esperan que sea acompañado por una recuperación vigorosa. ¿Para todos? Probablemente no. Hasta en el equipo económico son cautos: no habrá un crecimiento homogéneo. Arriazu mismo, uno de los más optimistas, lo viene advirtiendo en encuentros con otros empresarios. Hay que asegurarse, dice, de que el salto hacia un nuevo régimen económico, no inflacionario, no deje en el camino a sectores que han sido beneficiados por el viejo esquema y para los que nadie en La Libertad Avanza está pensando siquiera en un paliativo. Teme lo que en los 90 pasó en ciudades como Cutral Co, General Mosconi o Tartagal, cuyas protestas dieron origen a los actuales piquetes. ¿Alguien trabaja en una solución para ellos? Según el economista, solo Sturzenegger y de manera tibia, lo que refuerza aquella vieja idea de Cavallo y Menem según la cual para llegar a un gobierno se necesitan no menos de “500 personas de Estado”.
Serán los costos inevitables de la transición, traumática hasta que las áreas más competitivas –energía, agroindustria, minería y economía del conocimiento– proveean los dólares necesarios para el despegue. Unos 100.000 millones, calcula Arriazu. Divisas o paciencia: lo que les falta siempre a los liderazgos no peronistas. ¿Se puede atravesar semejante desierto sin un resultado electoral que permita hacer reformas para ganar productividad? Es la duda que tiene el establishment, expresada en una variable todavía rebelde, el riesgo país. “Una cosa es bajar de 3000 a 700 puntos porque saliste de lo irracional –dijo un banquero–. Pero ahora, para que baje 50, el mercado tiene que percibir que realmente hay razones”.
Esta vez, además, hay decisiones electorales que vienen atadas a las cuentas públicas. Nueve de los diputados que, mediante la abstención, permitieron la semana pasada la media sanción para los proyectos de aumento en jubilaciones son justamente de Pro, la fuerza con que el Gobierno debe negociar las listas.
Un dilema que provoca fricciones en el oficialismo. Santiago Caputo, por ejemplo, atribuyó unos cuantos votos de esa accidentada sesión a la estrategia que Martín y Eduardo “Lule” Menem tuvieron en varias elecciones provinciales. ¿Para qué crearles a los gobernadores competencia, armar listas propias, pudiendo hacer con ellos alianzas? ¿No fue eso lo que llevó a Gustavo Sáenz a darse vuelta e instar a sus diputados a votar con Unión por la Patria? “Le habíamos gritado el gol en la cara con el triunfo en Salta capital”, se lamentan.
El Gobierno descuenta que el Senado convertirá en ley ese proyecto previsional. Dependerá en ese caso de Pro para sostener un eventual veto. ¿Tiene los votos? De ese número depende su táctica. Si es, por ejemplo, mejor apurar el trámite legislativo para que el veto a los jubilados caiga lo más lejos posible de octubre o, en cambio, conviene retrasar el desenlace porque lo que viene es un aumento que comprometerá el superávit y, con él, las metas del programa con el FMI. Es decir, el programa entero. Nada sería más atractivo para el kirchnerismo que un tropiezo así. Imposible separar estas elucubraciones de la discusión por el modo en que la expresidenta cumplirá la condena. Un presente atractivo es siempre la mejor manera de superar los mitos del pasado y viceversa.

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