Mark Carney resucita al Partido Liberal y se impone en las elecciones canadienses

El pasado 9 de marzo, el economista Mark Carney, un outsider sin ninguna experiencia en la primera línea de la política, ganó las primeras elecciones de su vida, unas primarias que lo convirtieron en el líder del Partido Liberal de Canadá y primer ministro provisional, sucediendo a Justin Trudeau. Este domingo, apenas siete semanas después, Carney ha ganado las segundas, las elecciones federales, probablemente las más decisivas en la historia contemporánea de su país.
Carney ha hecho historia, triunfando donde otros paracaidistas, como el filósofo Michael Ignatieff, habían fracasado antes. Dando la vuelta, en menos de tres meses, a 25 puntos de desventaja en las encuestas, resucitando un partido hundido y a la deriva, sin líder, programa o esperanzas. Lo ha hecho por su perfil de gestor y experto en crisis. Lo ha hecho sin apenas tiempo para la campaña, simplemente presentándose como la mejor alternativa para un cambio desde dentro en un país asfixiado por la situación económica y social. Lo ha hecho, sobre todo, gracias a Donald Trump.
El presidente estadounidense ha sido la figura decisiva, algo sin equivalentes en la historia moderna de las democracias. El mismo lunes por la mañana, después de haber estado callado varias semanas sin interferir abiertamente en la política de su vecino, una vez que su odiado Trudeau se había retirado, Trump volvió a presionar mientras abrían los colegios electorales. "¡Mucha suerte al pueblo canadiense! Elijan al hombre con la fuerza y la sabiduría para reducir sus impuestos a la mitad, aumentar su poder militar, gratis, al máximo nivel mundial, y cuadruplicar su tamaño de automóviles, acero, aluminio, madera, energía y todos los demás negocios, sin aranceles ni impuestos", dijo pidiendo el voto... para sí mismo. "Si Canadá se convierte en el querido estado número 51 de los Estados Unidos de América se acabaron las líneas artificiales. Miren qué hermosa sería esta masa de tierra. Libre acceso sin fronteras. Todo positivo sin nada negativo. ¡Así estaba destinado a ser! Estados Unidos ya no puede subsidiar a Canadá con los cientos de miles de millones de dólares anuales que hemos gastado en el pasado. ¡No tiene sentido a menos que Canadá sea un estado!", dijo una vez más burlándose del país vecino.
Gracias al factor Trump, el nombre más repetido de la noche, el triunfo liberal es indiscutible, incluso si todavía no dilucida si llevará a un Gobierno en minoría sólido o no. Los conservadores, los máximos favoritos al empezar al año, líderes en todos los sondeos tras la caída de Justin Trudeau y las divisiones internas, han tenido de hecho un resultado mejor que en los últimos 15 años, excepcional, con más del 41% de los votos y mejorando en al menos 27 escaños, lo que en el pasado habría sido más que suficiente para imponerse. Pero Carney ha movilizado a indecisos y conseguido mucho 'voto útil', quitándoselo a socialdemócratas, verdes o incluso el voto independentista de Quebec.
"Los canadienses han optado por un gobierno minoritario con un escaso margen de maniobra. Por ello, felicito al primer ministro Carney por liderar este gobierno minoritario", ha dicho Poilievre, aceptando la derrota con absoluto respeto institucional. Frenando a sus partidarios cuando han abucheado la victoria rival, ha afirmado que "esta noche todos nos unimos como canadienses. Haremos nuestro trabajo. Si bien cumpliremos con nuestro deber constitucional de exigir cuentas al gobierno y proponer alternativas, siempre priorizaremos a Canadá al combatir los aranceles y otras amenazas irresponsables de Trump (...) Cada lo primero, Canadá siempre", ha concluido su arenga prometiendo seguir luchando.
En el momento de la disolución del Parlamento, los liberales tenían 153 escaños, los conservadores 120, el Bloque Quebequense 33, el NDP 25 y los Verdes 2. Había además cuatro independientes y una vacante. El resultado provisional de esta noche, dependiente del voto por correo y los últimos números de los territorios que han cerrado más tarde, dejan cierta incógnita. Los liberales suben hasta 164 diputados y si esto se mantiene podrían formar una alianza más o menos estable con los socialdemócratas del NDP, que han sacado apenas 7, ya que la mayoría está en 172. Pero si uno baila empujaría a ir en minoría o buscar equilibrios precarios. El líder del NDP, Jagmeet Singh, asumiendo el muy mal resultado él mismo lo ha perdido) ha anunciado entre risas y lágrimas su dimisión, felicitando al nuevo primer ministro y abogando por "la unidad sobre el odio, el optimismo sobre el pesimismo, la esperanza sobre todo lo demás".
En 2004, el liberal Paul Martin, obtuvo 135 escaños, a 20 de la mayoría, y el mismo NDP que hoy tiene 10 diputados obtuvo 19, a uno de mantener el equilibrio de poder. Eso llevó a que tras muchos tiras y aflojas, mociones de confianza y puñaladas, el Ejecutivo cayera y los tories recuperan el poder en 2006.
Poilievre, lo tenía hecho tras el hundimiento de TrudeauEn los dos últimos años, Pierre Poilievre, el líder del Partido Conservador, había ido construyendo una candidatura fuerte, sólida, ganadora. Lo tenía hecho, tras el progresivo hundimiento de Trudeau y de lo que él representaba. Por la mala situación económica, las críticas a las políticas de diversidad, por la inmigración y el desgaste de las políticas medioambientales. Hasta que Trump ganó las elecciones y empezó a despreciar a Canadá y a fantasear con una anexión para convertir a Canadá en el Estado 51 de EEUU.
Sus críticos y enemigos han comparado a Poilievre con Trump. Su tono, estilo, lenguaje y carácter no tienen absolutamente nada que ver con el del multimillonario norteamericano. Pero la agenda, los mensajes e incluso la iconografía tenían demasiadas semejanzas. "Canada first", "libertad", "cambio". Un discurso antisistema y medio populista, contra la burocracia, las políticas de descarbonización, hablando de recuperar la soberanía, aumentar el ejército, recuperar el control de las fronteras, limitar la inmigración, proteger la identidad nacional.

Cuando Trump arremetió contra el país, los liberales salieron en tromba, azuzaron el patriotismo, el orgullo nacional. Ofrecieron resistencia, devolvieron los aranceles, no evitaron el choque ni doblaron el brazo. Poilievre, abrumado por la presión de verse ganador, indeciso, no hizo lo mismo, convirtiéndose en el tercer líder consecutivo de su partido en perder frente a los liberales. Optó por un tono mucho más comedido, diciendo que el presidente republicano se equivocaba, pero sin la misma firmeza. Tras más de dos años recorriendo el país y sentando las bases, daba por hecho que iba a ganar, y que tendría que trabajar con Trump durante cuatro años para intentar levantar los aranceles y encarrillar la situación. Y que para ello era mejor no irritar a quien atacaba con crueldad a Trudeau día sí y día no. La táctica no funcionó.
La victoria de Carney tiene muchas lecturas y matices. Han sido unas elecciones, y un voto, marcado por el patriotismo, la rabia, el orgullo, la soberanía y la identidad. No han sido, en absoluto, un aval a las políticas del Partido Liberal y el legado del Gobierno saliente. No son un respaldo a las medidas económicas o medioambientales. Carney, un ex banquero central, una figura de fuera, ha sabido erigirse como el gestor económico, el experto en crisis y situaciones económicas hostiles. Pero si remontar 25 puntos en las encuestas le ha parecido difícil, intentar enderezar un país estancado, desmotivado furioso y decepcionado, será mucho peor.
Se espera que Carney nombre un nuevo gabinete en menos de dos semanas y convoque de nuevo al Parlamento poco después para presentar un nuevo presupuesto que incluya la prometida reducción de impuestos para la clase media y legislación para eliminar los obstáculos federales al comercio interprovincial, una forma de crear un mercado interno más fuerte para reducir la dependencia de EEUU. Pero al mismo tiempo, en campaña el nuevo primer ministro prometió iniciar de inmediato negociaciones comerciales y de seguridad con la administración Trump, intentar evitar la entrada en vigor de la siguiente ronda de aranceles sobre coches y componentes, que se espera el 3 de mayo.
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