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Sebastián Girona, psicólogo: "Las consultas están llenas de parejas que, a pesar de quererse mucho, se terminan separando"

Sebastián Girona, psicólogo: "Las consultas están llenas de parejas que, a pesar de quererse mucho, se terminan separando"

"No eres tú, soy yo" y "te amo, pero esto ya no es lo que era" son dos de los grandes éxitos que suenan como banda sonora habitual cuando se rompe una relación amorosa. En 'Te quiero, pero no funciona', Sebastián Girona, psicólogo especializado en vínculos y terapia de pareja con más de 20 años de experiencia, escarba en busca de las raíces de esta dolorosa frase hecha para ofrecer las herramientas necesarias para reconstruir esas relaciones y llevarlas a un lugar más empático y saludable. Y lo hace partiendo de una premisa, cuanto menos, curiosa: "Algunos hombres siguen viviendo en el siglo XX y las mujeres están ya en el siglo XXI. Esta 'diferencia de siglos' entre el hombre y la mujer hace que la pareja, muchas veces, no funcione en la vida cotidiana y el funcionamiento es igual o más importante que el quererse. A veces, el amor no es suficiente. De hecho, las consultas de terapia de pareja están llenas de parejas que, a pesar de quererse mucho, se terminan separando", explica Girona.

A su entender, todo esto parte de un hecho que, a estas alturas, resulta sorprendente: "A pesar de haber cedido un poco ya, el hombre no se resigna a perder poder dentro de la relación mientras que la mujer ha entendido que estar en pareja es estar para construir una vida juntos. Estar para enfrentarse dificultades juntos y para potenciarse el uno con el otro. El 'detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer' ha pasado a la historia. Hoy, en todo caso, habría que decir que 'al lado de un gran hombre, hay una gran mujer'".

Esta 'tendencia' masculina a perpetuar su poder dentro la relación es más sutil, pero sigue existiendo. "Continúa habiendo hombres que le dicen a su pareja 'te ayudo' con las tareas del hogar como si fueran una 'obligación' exclusiva de la mujer. Hombres que siguen invalidando lo que siente la mujer, que siguen poniendo por delante a su familia de origen. Hombres con dificultades para darse cuenta de lo que sienten en su mundo interno y con más dificultades aún para expresarlo. En resumidas cuentas, hombres que atentan contra la construcción de una pareja sana que funcione".

En este escenario tan convulso, ¿se podría decir que somos la generación 'cobaya' de un 'experimento' que nos conducirá hacia un nuevo tipo de relación de pareja? "Hoy en día, se ven cada vez más hombres que se plantean tener 'una pareja más pareja' y, quizás, dentro de unos años este modelo sea más común aún, pero al día de hoy, estamos inmersos en un periodo de transición que llevara su tiempo. En este proceso, los hombres no son los únicos que tienen que seguir evolucionando para construir mejores vínculos; las mujeres también pueden y deben hacer cosas para que las relaciones mejoren, empezando por dejar de pensar que le piden mucho a su pareja cuando, en realidad, piden lo mínimo para que funcione".

Lo ideal, ya se sabe, sería hacer un 'buen casting del amor' antes de meterse en faena, pero, al principio, ya se sabe, todo es 'vino y rosas'. "Para bien y para mal, nos emparejamos con las personas que nos atraen de la mano del enamoramiento. Ese estado tan especial nos hace vivir una etapa maravillosa, pero muy particular. Es una fase en la que no vemos a la persona real, sino a la persona que queremos ver. Por eso, siempre digo que el enamoramiento es un poco mentiroso: enamoraMIENTO. Esto hace que el comienzo sea muy particular. Sin embargo, más tarde o más temprano, esa ceguera del enamoramiento termina y nos encontramos ante el gran desafío de construir una pareja de amor real con una persona de carne y hueso que ya no está idealizada como al comienzo. En ese preciso momento empezamos a ver sus defectos (y el otro, los nuestros), lo que hace que, muchas veces, superar el enamoramiento resulte muy complejo".

¿Por qué, incluso habiendo mucho amor, puede que no funcione una relación de pareja? "Solidaridad, influencia, admiración, proyectos en común, compromiso... Estos son algunos de los ingredientes que no pueden faltar para que una pareja sana funcione. Pero, a mi juicio, los dos requisitos esenciales son el compañerismo y el erotismo. El primero implica mucho más que ir al cine juntos, por poner un ejemplo. Es poder contar siempre con el otro y que ese otro sepa lo que tienes en la cabeza en ese momento de la vida: tus proyectos, tus sueños, tus miedos, tus deseos, tus anhelos, etc. El segundo es mucho más que el sexo. Son los besos, los mimos, las caricias, los abrazos, el contacto físico, en general, con el sexo incluido. Si uno de estos dos requisitos no se cumplen, la pareja terminará por cojear".

Más allá de la independencia económica de la mujer o del allanamiento del camino legal hacia la separación, Girona estima que, esa creciente fragilidad que acecha hoy a las relaciones matrimoniales se debe a que, hoy en día, "existen muchos estímulos individuales que antes no existían y eso atenta contra la construcción del 'nosotros' dentro de la pareja. Este 'nosotros' tiene que estar por encima del tú y del yo, lo cual implica llevar a cabo un trabajo que no todo el mundo está dispuesto a hacer. Nos cuesta pensar a la pareja en términos de esfuerzo, pero lo cierto es que este sostiene todas las cosas importantes que tenemos en nuestra vida. Trabajo, amigos, familia, etc. implican la inversión de cierta energía por nuestra parte, pero, curiosamente, pretendemos que la relación se mantenga sola por arte de magia y eso no funciona así. En esta época, escasea el compromiso en el terreno sentimental y eso hace que 'el para siempre' dure mucho menos que antes".

Esfuerzo, sí; pero 'aguantar' por no estar solo, no. "Hay que estar en pareja para estar bien. Una de las diferencias fundamentales a la hora de formar una pareja es saber si lo hacemos por deseo o por necesidad. Si es por necesidad, se corre el riesgo de estar con cualquiera y eso es peligroso, porque nos pueden hacer daño. Estar en pareja para no estar solo nos llevará por mal camino tarde o temprano. En cambio, si toleramos la soledad, si aprendemos a estar solos y si eliminamos el factor de la necesidad, el día que realmente aparezca alguien que valga la pena estaremos con esa persona por deseo, no por 'necesidad'".

¿Cuál es, entonces, el secreto de las parejas que siguen? ¿Callar, negociar...? Porque está claro que el amor no lo puede todo... "Las parejas sanas tienen muchos secretos, pero uno fundamental será aprender a pelear. No podemos pretender no discutir con nuestra pareja; yo desconfío de las parejas que no se pelean nunca. En esos casos, uno se está callando muchas cosas y, tarde o temprano, aparecerán todas juntas. Somos personas diferentes y esas diferencias son la materia prima de las peleas. La clave está en poder lograr que esas discusiones no escalen y se instalen hasta convertirse en una crisis de pareja que vaya destruyendo el vínculo".

Otro de los secretos fundamentales es renegociar el contrato de la pareja cada cierto tiempo. "Una pareja que se sostiene durante años renegocia su contrato varias veces, porque las necesidades de sus integrantes van cambiando. Más tarde o más temprano, inevitablemente, vamos a tener que cambiar cosas de nuestro contrato de pareja. No hay que verlo como algo negativo, al contrario, es algo necesario si pretendemos tener una pareja sana y que funcione a largo plazo".

¿Ante qué señales de alarma debemos reaccionar si queremos luchar por nuestra pareja? "La primera señal es tener la sensación de que los problemas que van surgiendo en la relación son mucho más complejos de los que se suelen dar en la vida de cualquier pareja (pero sin caer en la trampa de decirnos 'si tenemos los problemas que tiene cualquier pareja, no es para tanto')".

Otra alarma importante es la renuncia a la principal herramienta de entendimiento que tiene una pareja: el diálogo. "Siempre digo que el diálogo es el oxígeno de la pareja y la elección de esta palara no es casual. Una persona no puede vivir sin aire; una pareja tampoco sin diálogo. En estas situaciones, uno de los dos (en general, suele ser la mujer por lo que veo en la consulta) comienza a tener la sensación de que hablar sobre lo que le pasa ya no tiene sentido y, muchas veces, se dice a sí misma: 'Para que le voy a decir esto si nunca cambia nada'. Cuando comienza a pasar esto la situación se agrava".

El tercer indicio de que la cosa no va bien es que "los miembros de la pareja comiencen a hacer demasiadas cosas por separado, lo cual no quiere decir que tengan que hacer todo juntos. Esta situación va generando una distancia que se va instalando silenciosamente".

Por último, la luz roja se enciende cuando "uno de los dos (de nuevo, en general, la mujer) comienza a sentir soledad a pesar de estar en pareja. Empieza a percibir al otro a kilómetros de distancia a pesar de dormir en la misma cama todas las noches".

Girona asegura que "las dos primeras etapas son menos nocivas que la tercera y la cuarta, en las que la pareja se ve inmersa ya en un terreno muy peligroso". Y advierte de que, "como telón de fondo de estas cuatro alarmas, durante la tercera y la cuarta etapa, es muy probable que aparezca una infidelidad".

Una infidelidad, prosigue este especialista, es "un síntoma de la pareja al igual que la fiebre lo es de la enfermedad. La infidelidad no me dice qué le pasa a la pareja, me revela que la pareja ya funcionaba mal antes de que ocurriese".

A pesar de lo traumática que puede llegar a ser la experiencia, "superado ese primer momento tormentoso, si ambos integrantes de la pareja logran trabajar lo que pasaba antes de la infidelidad la relación tiene la oportunidad de seguir adelante e, incluso, de estar mejor que antes. No digo que sea simple ni que ocurra siempre, pero es posible".

Una separación nos rompe por dentro. ¿Cómo se rompe ese lazo invisible que nos une a un ex? "Se rompe muy poco a poco y, por más que físicamente nos separemos de un día para otro, psicológicamente, ese alejamiento requiere mucho más tiempo. Sobre todo, si la pareja llevaba muchos años junta y hay hijos de por medio".

La separación, continua, "implica un duelo y ese duelo, si bien es un viaje de cuatro estaciones (negación, bronca, tristeza y aceptación) no es un trayecto normal en el que vamos de la primera a la última de forma lineal. Sin poder evitarlo, podemos ir de la primera a la tercera, de la tercera a la cuarta y de la cuarta a la segunda. Así hasta que completemos todo lo que tenemos que hacer en cada estación con su emoción correspondiente. En algún momento, ese viaje se termina y es ahí cuando estaremos plenamente preparados para iniciar otra relación. Sin embargo, muchas personas no le dan tiempo a este proceso y comienzan una relación antes de tiempo".

Ante la alargada sombra de la nostalgia de un pasado que, si terminó en ruptura, seguramente no fue tan bonito como los recordamos, Girona nos cuenta que "todos tenemos dentro de nuestra cabeza una tijera psicológica que recorta lo que nos conviene, que se queda con lo bueno y descarta lo malo. El desafío siempre es poder mirar para atrás y recordar a una persona y a una historia con lo bueno y lo malo que tenía. es como mirar un vaso completo, ni medio vacío ni medio lleno. Sanar depende de cuánto tardamos en aceptar lo que nos tocó y de aprender a convivir con esas heridas".

En cualquier caso, defiende que "todas las historias que hemos vivido nos construyen como personas en el terreno del amor y, de cada una de ellas, aprendemos algo. Tendríamos que ser conscientes de esto antes de volver a intentarlo con alguien".

Después de tanto dolor, 'tirar la toalla' es una opción a valorar. Decidir estar solo para no volver a sufrir, ¿es más dolor a la larga? "Por supuesto que es una opción tan válida como seguir intentándolo. Lo más importante es que sea sincera y elegida, porque, muchas veces, se presenta como una decisión que tomar frente a la dificultad que supone el mundo de la pareja. Es decir, emerge como una decisión que disfraza una frustración. Decisión o frustración, siempre se puede cambiar de idea y lo que necesitamos hoy no tiene por qué ser lo que necesitemos mañana, especialmente, si aparece alguien en nuestra vida que merezca la pena".

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