¿Una gran coalición en España?
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Ni Alemania es la locomotora de Europa desde hace años -lleva dos en recesión-, ni el fútbol es aquel deporte en el que juegan once contra once y siempre gana Alemania, que era la definición de Gary Lineker. Aun así, Alemania marca el camino, y sus elecciones dejan numerosas lecciones. La extrema derecha es un problema de todos: AfD crece con votos de todo el arco político; la socialdemocracia está en los niveles más bajos de su historia por su incapacidad de dar respuesta a los problemas de política interna: inmigración y vivienda, principalmente, y la gran coalición no solo es una tradición alemana, es la vía posible para cerrar el paso a la ultraderecha.
La fórmula habitual en Alemania es impensable en España. En el 2016, Pedro Sánchez dimitió como secretario general del PSOE cuando su partido, después de una repetición electoral, decidió absolutamente dividido abstenerse para facilitar el gobierno de Mariano Rajoy y evitar el colapso institucional. El Sánchez del “no es no” cayó y… renació, llegó a la Moncloa con una moción de censura y allí sigue haciendo malabares para sumar los votos que le dan la mayoría parlamentaria frente a un PP aislado por la dependencia de Vox.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una reunión con Alberto Núñez Feijóo en la Moncloa
Dani DuchEn Alemania, los socialistas han obtenido los peores resultados de su historia, y Olaf Scholz, “el breve”, deja el partido en crisis. Por el contrario, la izquierda de Die Linke vuelve, triunfando en las redes sociales entre los jóvenes con Heidi Reichinnek, la “influencer roja”, y, en una campaña marcada por la cuestión de la inmigración, manifestándose en contra de las deportaciones.
El anodino Scholz no es Sánchez, especializado en vivir al límite: se abraza a Volodímir Zelenski, María Jesús Montero reivindica el socialismo “de Lola Flores” y en Barcelona se resuelven en una mañana todos sus problemas. Junts renuncia a castigar al presidente reclamando en el Congreso que se someta a una cuestión de confianza, Oriol Junqueras saca pecho por lograr el perdón de 17.000 millones de deuda de Catalunya y el Govern de Salvador Illa exhibe normalidad en las comisiones bilaterales Estado-Generalitat con promesas de más mossos y más jueces.
La gran coalición alemana -la de la calle- también triunfa en los campos de futbol. El día de las elecciones, el Schalke 04 salió al campo con una camiseta en la que se leía “¡Vota por la democracia! Contra el racismo y la exclusión”; el Borussia Dortmund puso una cruz “por la democracia” en el medio del círculo central del terreno de juego llamando a votar contra la extrema derecha, y el Wolfsburgo publicó un vídeo en sus redes donde el mensaje era “La democracia nos necesita a todos: vayan a votar el domingo ¡por la diversidad, por la cohesión, por el futuro!”.
El entrenador del Bayer Leverkusen, Xabi Alonso, participó de la movilización: “Estamos en una sociedad abierta. Todos tienen derecho a venir aquí, como vine yo”. Vente para Alemania, Pepe. “Debemos defender la democracia y no ceder ante ellos”.
Mientras, en España, el presidente de LaLiga, Javier Tebas, es votante satisfecho de la ultraderecha y celebra que el partido de Santiago “Obiscal” (sic) -palabra de Donald Trump- no le ha defraudado en lo que considera principal: la unidad de España, la protección de la familia tradicional y el rechazo al Estado de las autonomías. Gol de Vox.
lavanguardia