‘Faves ofegades’: mejores precios

No tengo las redes sociales incorporadas a la pantalla de inicio del móvil. Me hago la ilusión de que si debo entrar cada vez desde el navegador entro menos veces al día. Todavía estoy en Facebook: es un medio sencillo para que gente que no me conoce me pueda mandar mensajes y para contactar, por la razón que sea, con personas a las que no frecuento. También me permite ver qué hacen amigos y conocidos que no usan otras redes. De manera que entro en el navegador, empiezo a teclear efe , a.. . Soy patoso y en lugar de picar ce desplazo el dedo a la derecha y tecleo uve . La IA calcula rápidamente las probabilidades y me sugiere una página de recetas de faves ofegades . Enseguida me percato del error, tiro hacia atrás, apunto bien en la ce y, procurando no volverme a equivocar, escribo la palabra facebook entera. No entro nunca en la página sugerida, el algoritmo no me lo contabiliza y, de momento, no me saltan anuncios de habas.
Un plato de 'faves ofegades'
JGPero las cosas cambiarán a partir de ahora porque el pasado fin de semana estuve en Valencia, en la Feria del Libro. Con el amigo Vicent Garcia Devís, un histórico de Canal 9 y À punt, que ahora escribe en el diario La Veu del País Valencià unas entrevistas magníficas (una de las últimas sobre los orígenes castellonenses de Biel Mesquida), estuvimos dando vueltas por la ciudad. Después de la presentación en la Feria, fuimos a cenar con la escritora Lourdes Toledo en la Bodega Paquito, junto a las Torres de Serrans. Nos sirvieron unas habas secas, rehidratadas y cocinadas con cebollino y unpoco de tocino. Lourdes recuerda que, cuando era chica, en muchos bares del barrio viejo preparaban habas y caracoles: las tapas valencianas típicas. Una de las cosas que me gustan del País Valencià, y de los Països Catalans en general, es esta sencillez de país pobre y despabilado. Cuando estoy en Onda, en la Plana Baixa, y desayuno con mi amigo Toni el Jefe, me gusta que junto al bocadillo me pongan un plato de postre con cacahuetes -ellos les llaman cacaos- o altramuces. El historiador Pierre Vilar contaba que cuando venía a investigar para su libro Catalunya dins l’Espanya moderna , se percataba de que había llegado a Catalunya porque podía comer setas y calamares (que hoy es un pescado que vale un pico, pero que en otra época no era muy apreciado). Mientras fuimos un país que tocaba de pies en el suelo de la modestia todo iba bien. Otra cosa que admiro de los amigos valencianos son los pronoms febles . Perdimos otra tapa de habas y le digo al camarero, señalando a Vicent: porta-li-la (en vez de porta-l’hi , que diríamos en Catalunya). Los algoritmos, que son muy listos, piensan: “¡A-ha! ¡Parecía que no te interesaban las faves ofegades pero está claro que sí! Y no quieras disimular ahora con los pronoms febles ”.
¡Parecía que no te interesaban las ‘faves ofegades’ pero está claro que sí!Los algoritmos me provocan unas ganas incontrolables de sembrar datos falsos y crear confusión. “¡Mira que eres inocente!” -se exclama la IA, que está hasta las narices de mis paridas.
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