Seleccione idioma

Spanish

Down Icon

Seleccione país

Spain

Down Icon

Maria Arnal, un cohete directo a la cima de las folclóricas modernas en el escenario que ya vio crecer a Rosalía

Maria Arnal, un cohete directo a la cima de las folclóricas modernas en el escenario que ya vio crecer a Rosalía

En una segunda jornada del Sónar, allá por 2018, Rosalía hizo detonar sobre el escenario El Mal Querer, el disco que lo cambió todo. Para ella y para todos. En otra segunda jornada, la de este año, Maria Arnal dejó atrás la que había sido su carrera junto a Marcel Bagés. De aquella chica algo queda, pero el proyecto musical es otro. La catalana quiere integrar esa nómina de folclóricas modernas que lidera la propia Rosalía y en la que también está Judeline.

Y el camino rápido para lograrlo es subirse a la ola del pop electrónico, de la fusión folclórica y electro que resuena en miles de proyectos. Ama, el nuevo trabajo de Maria Arnal que se presentó ayer en el Sónar, no es ni más ni tampoco menos que eso. La influencia del fenómeno Rosalía se aprecia en los sonidos, en las coreografías y, sin necesidad de forzarlo, hasta en el estilismo. Los moñitos a los lados, las pinzas de pelo infinitas. Todo resuena a algo ya conocido a lo que la cantante catalana le ha metido su esencia con la intención de encontrar un hueco entre las élites del pop. Con la base reventando y con el autotune al máximo.

Lo primero que hizo sobre el escenario la cantante fue dejar claro que algo había cambiado. Ahora ella estaba «sola, sola, sola». Así lo cantó como estribillo de uno de sus nuevos temas. Que me quiten sonó casi a copla y la voz poderosa de la catalana reverberó en toda la sala que, como todos,no podía parar de pensar que estaba ante una reencarnación de Rosalía misma. Suspiros y Tic Tac van directos a convertirse en éxitos para que los chavales los bailen en vídeos de Tik Tok, replicando la coreografía que Maria Arnal desplegó acompañada por un grupo de cinco bailarines durante la hora que estuvo en el escenario. Esquinitas se presentó como ese hit de baile pegajoso para todas las discotecas. Y Xiqueta Meua, dejó un derroche de voz de la propia cantante acompañada de La Tania y un adelanto de lo que el Sónar traerá hoy Yerai Cortés a la guitarra. Emoción pura en la balada. De las que cortan la respiración.

La actuación de la catalana empezó y acabó, eso sí, con mensaje político, el mismo que contenían sus anteriores trabajos. Antes de que ella apareciera un mensaje en las pantallas advertía: «Condenamos rotundamente el genocidio que el Gobierno israelí inflige al pueblo palestino y reafirmamos nuestra solidaridad inquebrantable». Junto a una crítica a KKR, el fondo de inversión con vínculos con el Gobierno israelí y dueño del Sónar. En mitad del show, la artista se sumó a un «visca Palestina libre» que se gritó desde el público. Y, como cierre, mandó subir una pancarta del público, que sostuvieron ella y su cuerpo de baile, con la inscripción «Palestina libre».

Ya había amenazado el Sónar con Chano Domínguez y Bronquio de que en esta edición el flamenco estaría muy presente. Y el Niño de Elche y Raül Refree estaban este viernes para constatarlo. Si es que a esa performance se le puede encuadrar en lo flamenco. Empezó la propuesta de cru+es con el sonido de una nana, pero acabó esta desdibujada entre el ímpetu del teclado y la base electrónica del productor. Quiso oírse también en algún momento de la hora que ambos estuvieron sobre el escenario parte de una coplilla y el Niño se arrancó durante unos segundos con el cante jondo mientras Refree le acompañaba con una guitarra acústica. Pero nada podía estar clasificado en la unión de dos invetigadores de las profundidades de la música como ellos.

Porque la intención de ambos, inclasificables como pocos, era zambullirse precisamente en la música tradicional española para acabar deformándola hasta casi hacerla irreconocible. Como ellos dos lo eran sobre el escenario, donde apenas se les pudo ver los rostros durante unos segundos, envueltos en una luz azul eléctrico que no paraba de reverberar y que solo se cambió en algún momento por un foco blanco. Una propuesta que fue diseñada por la gallega Marta Pazos, encargada de la escenografía. Para quien hubiera visto su versión de Juana de Arco en la Nave 10 de Matadero de Madrid, en el inicio de esta temporada, la idea era la misma. Que las figuras se evaporaran y solo quedara la música, la voz del Niño de Elche y una experiencia cercana a lo místico, a lo religioso.

La tarde había transcurrido hasta ese momento en clave británica. Primero de la mano del veteranísimo Adrian Sherwood, icono del sonido dub desde de la década de los 80, ataviado con una camiseta con los colores de la bandera palestina. Fue durante su sesión que el también productor musical decidió rendir homenaje al referente del reggae, Max Romeo, con la letra de Chase The Devil colándose entre sus bases electrónicas. Mientras por los visuales iban yendo y viniendo algunas imágenes del jamaicano que falleció el pasado mes de abril a los 81 años. A la música de ese país, a la que Sherwood siempre ha estado muy ligado, se dedicó buena parte de su espectáculo.

Casi en paralelo, en otro de los escenarios, como si de una concatenación de históricos de la electrónica de las islas se tratara, se presentaron Plaid Live, el dúo conformado por Ed Handley y Andy Turner, que siempre se han caracterizado por combinar el puro experimentalismo con melodías melancólicas. Ayer tardaron en entrar, la primera parte de la sesión transcurrió entre la oscuridad de una saturadísima base y una melodía jovial, como una tarde de primavera en la que el sol empieza a iluminar. Fue la segunda parte de su sesión la que ahondó en lo que siempre ha sido el dúo: música de baile para mover el cuerpo, pero sobre todo para hacer funcionar el cerebro.

De homenajes, como el Sherwood, iba también el espectáculo que traían preparado Alva Notto y Fennesz. El alemán y el austriaco decidieron unir sus caminos para en esta edición del Sónar recordar a su amigo, el japonés Ryuichi Sakamoto, fallecido en 2023.

Y, como ya había sucedido con Maria Arnal, el discurso político estuvo presente en la disruptiva presencia de Teto Preto. La banda brasileña aseguró que habían decidido acudir al Sónar para «denunciar a quienes están financiando el genocidio» que se está produciendo en Gaza por parte de Israel y también para que su música sirva como protesta al fondo de inversión, KKR, propietario del festival, a quien también hicieron responsable por los contactos que el fondo tiene con el Gobierno de Netanyahu. Lo hicieron a ritmo de samba, brega, funk, house y dubstep aunque si algo son ellas es punk. Todo al mismo tiempo. Con la percusión y el trombón sonando junto a los sintetizadores. Y su cantante Angela Carneosso mostrando pechos, nalgas y vagina durante su presencia en el escenario.

elmundo

elmundo

Noticias similares

Todas las noticias
Animated ArrowAnimated ArrowAnimated Arrow