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Reading is sexy

Reading is sexy

Hace ya algunos años de los míticos carteles que sacó la editorial independiente Gallo Nero con figuras como Audrey Hepburn, James Dean o Paul Newman leyendo. Los carteles en blanco y negro rezaban Reading is sexy y te incitaban desde la casa de algún amante a que esa noche compartierais algo más que sexo. De hecho, lo siguen haciendo. Si vais a casi cualquier librería seguro que encontráis uno de esos carteles señalando el horizonte de nuevas lecturas posibles.

Acaba de cerrar la Feria del Libro de Madrid batiendo récord de ventas y de visitantes. Me he pasado estas dos semanas yendo y viniendo entre casetas, comprando libros, firmando libros, viendo a amigas escritoras y hablando con las lectoras con curiosidad casi animal. Por la noche, en alguna de las fiestas post-feria, la pregunta que nos hacíamos todas era la misma: ¿de dónde han salido tanta gente?

El sector editorial español lleva desde la pandemia creciendo. En el 2024 se registró un récord histórico con unas ventas de cerca de 77 millones de ejemplares. Leer libros no parece seguir una lógica en la vida turbocapitalista, en la que cada vez tenemos menos tiempo, menos ganas de casi todo y muchísima menos atención. Pero, sin embargo, está sucediendo. La gente está comprando libros por encima de sus posibilidades. Y lo mejor: la gente los está leyendo.

Hace cuatro meses, Nuria colgó un vídeo en TikTok diciendo que buscaba compañeros para montar un club de lectura contemporáneo. A las horas tenía más de ochenta personas apuntadas. Tuvo que cerrar la cuenta porque no daba abasto. Así empezó Desgranando libros, el club de lectura que se reúne en la librería La Fabulosa en Madrid y que ha tenido que dividirse en grupos para poder cumplir el aforo. Algo parecido le pasó a la escritora Júlia Peró con su club de lectura online Libros crujientes, con unas doscientas suscriptoras. Cada vez que se libera un hueco, el hueco vuela.

La viralización de libros es una de las pocas cosas que salvaría de las redes sociales. Atrás quedaron las campañas aburridísimas del Ministerio de Cultura. Hoy el fomento de la lectura se hace a golpe de like. Cada día, más cuentas de Bookstagramers y BookTokers comunican a las nuevas generaciones que leer es sexy. Entre bailes, lecturas conjuntas y vídeos de ASMR. Yo asisto a todo este auge lector fascinada, pensando en lo que dijo Carmen Martín Gaite «con los libros pasa lo mismo que con las personas, que unos empiezan a hablarte de otros y se va tejiendo y ampliando una red de conocidos de amigos y de amigos de conocidos, a los que se acaba conociendo por curiosidad o por azar».

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