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Ricardo Yáñez: Isocronías

Ricardo Yáñez: Isocronías

Ricardo Yáñez

S

oy de los que opinan que en hablando de poesía lo mejor es hablar (hablarlo en) poesía, lo cual conlleva más de una dificultad, la más evidente de las cuales se refiere a lo que llamaremos el estado poético, del cual se parte para acceder al poema o al cual por éste, el poema, durante su escritura (vuelta convocación) se llega. El poema, si en verdad poema –es otra opinión personal– o se hace desde ese estado o hace que tal estado surja en quien escribe –y el escritor entonces se intuye o reconoce poeta, probablemente innominado, ser sin historia pero sí, si así puede decirse, con destino, un destino (sonará exagerado, mas la experiencia es por lo menos un acercamiento a lo aquí señalado) universal. Del destino universal de cada hombre, de cada persona, mejor dicho, dan cuenta los poemas. Y no sólo, quede claro, hablamos de autores, sino de lectores. Gracias a la experiencia del autor recogida en el poema al lector le es posible experimentar, proponemos que esencial aunque vicariamente, el suceso motor desencadenante del poema en cuestión. Hemos dicho poema; podríamos decir obra de arte. Hemos dicho lector; bien podríamos haber dicho receptor.

Hay quienes ven en el estado poético, de alguna manera estado de inspiración (palabra un tanto problemática que no obstante algo sin duda nombra), un estado alterado de conciencia. Gusto de pensar en él como justamente lo contrario, un estado (no alterado) de nítida conciencia. Sabrá Dios, pero expuestos como estamos a diario a tantas distracciones, prefiero ver en lo que otros llamarían un estado inspirado un fenómeno de límpida atención a lo pertinente de nuestra existencia. Me aventuro a identificar aquí, y espero que no tan aventuradamente, las voces pertinencia y trascendencia.

Experimentar, si ello fuese posible, el destino universal del hombre, de cada persona, es cosa no indispensablemente de artistas. Quiero creer que no hay quien no haya vivido al menos alguna vez la sensación rimbaudiana de yo soy otro, no quien me dicen, no quien me digo. Salgo de mí para llegar a mí. Soy con lo que es. De eso, hablando en plata o yendo a fondo, habla todo poema.

Todo poema no es sino un estado poético vuelto palabra o encontrado gracias a ésta; palabra en imagen, palabra en imágenes. Imagen de un estado poético todo poema entonces. Y algo más: experiencia transmitida, al papel, al lector, al auditorio.

jornada

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