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El trabajo en las fábricas está sobrevalorado: estos son los empleos del futuro

El trabajo en las fábricas está sobrevalorado: estos son los empleos del futuro

Los trumpistas se muestran unánimes: Estados Unidos necesita fábricas. El presidente dice que los trabajadores han “visto angustiados que unos dirigentes extranjeros nos han robado nuestros puestos de trabajo, unos estafadores extranjeros han saqueado nuestras fábricas y unos carroñeros extranjeros han destrozado nuestro hermoso sueño estadounidense”. Peter Navarro, su asesor comercial, afirma que los aranceles “llenarán todas las fábricas medio vacías”. Howard Lutnick, secretario de Comercio, ofrece el argumento más caricaturesco de todos: “Un ejército de millones y millones de seres humanos colocando pequeños tornillos para fabricar iPhones... cosas así van a suceder en Estados Unidos”.

Durante años, los políticos y algunos economistas han relacionado el largo declive de la industria manufacturera con el estancamiento de los salarios, el vaciamiento de las ciudades e incluso la crisis de los opiáceos. Solo en la década de 2000, Estados Unidos perdió casi seis millones de puestos de trabajo fabriles. Esos empleos solían ofrecer a los jóvenes que abandonaban los estudios secundarios una vía hacia una vida estable y discretamente próspera. Sostenían ciudades enteras, lo cual le valió a Pittsburgh el sobrenombre de Ciudad del Acero y a Akron el de Capital Mundial del Caucho. No es de extrañar, pues, que haya políticos de todo el espectro deseosos de recuperar esos puestos de trabajo.

De hecho, el presidente Joe Biden compartía el mismo sueño que su sucesor, aunque esperaba lograrlo por otros medios. “¿Dónde demonios está escrito”, preguntó, “que no vamos a volver a ser la capital mundial de la industria manufacturera?”

Trabajos para los muchachos

Trabajadores

cualificados

p. ej., electricistas, carpinteros

Reparación

y mantenimiento

p. ej., climatización, reparaciones generales

Seguridad

y emergencia

p. ej., policía, bomberos

Vehículos

y equipo

p. ej., mecánicos

Operadores

y extracción

p. ej., operadores de taladradora, de grúa

* Grupos ocupacionales del Bureau of Labor Statistics † Mediana por hora

Fuentes: Economic Policy Institute, Current Population Survey Extracts; The Economist

Trabajos para los muchachos

Trabajadores

cualificados

p. ej., electricistas, carpinteros

Reparación

y mantenimiento

p. ej., climatización, reparaciones generales

Seguridad

y emergencia

p. ej., policía, bomberos

Vehículos

y equipo

p. ej., mecánicos

Operadores

y extracción

p. ej., operadores de taladradora, de grúa

* Grupos ocupacionales del Bureau of Labor Statistics † Mediana por hora

Fuentes: Economic Policy Institute, Current Population Survey Extracts; The Economist

Trabajos para los muchachos

Trabajadores cualificados

p. ej., electricistas, carpinteros

Reparación y mantenimiento

p. ej., climatización, reparaciones generales

Seguridad y emergencia

p. ej., policía, bomberos

Vehículos y equipo

p. ej., mecánicos

Operadores y extracción

p. ej., operadores de taladradora, de grúa

* Grupos ocupacionales del Bureau of Labor Statistics † Mediana por hora

Fuentes: Economic Policy Institute, Current Population Survey Extracts; The Economist

Sin embargo, hay un problema: aunque la industria vuelva, los antiguos puestos de trabajo no lo harán. El sector manufacturero produce más que en el pasado con menos mano de obra, una transformación muy similar a la experimentada por la agricultura. Los empleos accesibles y de clase media que atrajeron a multitudes hasta las puertas de las fábricas en los tiempos del apogeo fordista han desaparecido casi por completo. Según nuestro análisis, los empleos más similares a los de la industria manufacturera de la década de 1970 no se encuentran en las fábricas (ahora automatizadas y con un alto nivel de capital), sino en empleos como electricista, mecánico o policía. Todos ellos ofrecen salarios dignos a quienes carecen de titulación.

Lee también Por qué los graduados de las escuelas de negocio de élite tienen problemas para encontrar empleo The Economist
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Casi una cuarta parte de la fuerza laboral estadounidense estaba empleada en la industria manufacturera en la década de 1970; hoy, en cambio, lo está menos de un trabajador de cada diez. Además, la mitad de los puestos de trabajo “fabriles” son de apoyo (como relaciones humanas y márketing) o profesionales (como diseño e ingeniería). Menos del 4% de los trabajadores estadounidenses trabajan realmente en una fábrica. Estados Unidos no es un caso único. Incluso Alemania, Japón y Corea del Sur (que registran grandes superávit comerciales en productos manufacturados) han experimentado descensos constantes en la proporción de ese tipo de empleo. China perdió casi 20 millones de puestos de trabajo en fábricas entre 2013 y 2020, más que toda la mano de obra manufacturera estadounidense. Un estudio del FMI califica esta tendencia como “el resultado natural de un desarrollo económico con éxito”.

Fuente: R. Z. Lawrence, “Behind the curve: can

manufacturing still provide inclusive growth?”, 2024

Fuente: R. Z. Lawrence, “Behind the curve: can

manufacturing still provide inclusive growth?”, 2024

Fuente: R. Z. Lawrence, “Behind the curve: can manufacturing still provide

inclusive growth?”, 2024

A medida que los países se enriquecen, la automatización aumenta la producción por trabajador, el consumo se desplaza de los bienes a los servicios y la producción intensiva en mano de obra se traslada al extranjero. Sin embargo, eso no significa que la producción industrial se derrumbe. En términos reales, la producción estadounidense es más del doble que a principios de la década de 1980; el país produce más bienes que Japón, Alemania y Corea del Sur juntos. Como señala el Instituto Catón, un centro de estudios, las fábricas estadounidenses, por sí solas, se situarían en octavo lugar entre las economías más grandes del mundo. Incluso un heroico esfuerzo de relocalización que eliminara el déficit comercial de 1,2 billones de dólares tendría poco efecto en el empleo. En la producción de esa cantidad de bienes, unos 630.000 millones de dólares de valor añadido provendrían de la industria manufacturera (el resto se atribuiría a las materias primas, el transporte, etcétera).

Según cálculos de Robert Lawrence, de la Universidad de Harvard, dado que cada trabajador de la industria manufacturera genera alrededor de 230.000 dólares de valor añadido, recuperar la producción suficiente para colmar el déficit crearía alrededor de 3 millones de puestos de trabajo, la mitad de ellos en las fábricas. Ello aumentaría en apenas un punto porcentual la proporción de la mano de obra en la producción manufacturera. Supongamos que semejante resultado se lograra aplicando un arancel efectivo medio del 20% a los 3 billones de dólares de importaciones estadounidenses, los precios podrían subir alrededor de 600.000 millones de dólares, es decir, 200.000 dólares por cada puesto de trabajo “salvado” en el sector manufacturero.

Es un precio muy elevado por unos puestos de trabajo que ya no son tan atractivos como en el pasado. Hace siete décadas, las fábricas ofrecían un paquete poco común: buenos salarios, seguridad laboral, protección sindical, abundantes puestos de trabajo y ningún requisito de titulación. En la década de 1980, los trabajadores del sector manufacturero aún ganaban un 10% más que sus homólogos en otros sectores de la economía. Su productividad también crecía más rápidamente.

* Teniendo en cuenta edad, educación. etnicidad, género, estado civil y otros factores.

† Hasta marzo

Fuentes: Economic Policy Institute, Current Population Survey Extracts; The Economist

* Teniendo en cuenta edad, educación. etnicidad, género, estado civil y otros factores.† Hasta marzo

Fuentes: Economic Policy Institute, Current Population Survey Extracts; The Economist

* Teniendo en cuenta edad, educación. etnicidad, género, estado civil y otros factores.

† Hasta marzo

Fuentes: Economic Policy Institute, Current Population Survey Extracts; The Economist

Hoy en día, el trabajo en las fábricas está por detrás de los puestos no cualificados del sector servicios en lo referente a salario por hora. También se ha producido un colapso en la prima salarial de la industria manufacturera, que compara los ingresos de trabajadores similares teniendo en cuenta factores como la edad, el género, el origen étnico y otros. Utilizando métodos similares a los del Departamento de Comercio y el Instituto de Política Económica, estimamos que, en 2024, la prima habrá caído a más de la mitad desde la década de 1980. Para quienes no tienen estudios universitarios, ha desaparecido por completo, aunque esos trabajadores siguen disfrutando de una prima en los sectores de la construcción y el transporte. El crecimiento de la productividad también ha disminuido: la producción por trabajador industrial crece ahora más despacio que la del sector servicios, lo que apunta a que el crecimiento salarial también será débil. Un componente crucial de la afirmación “los empleos fabriles son buenos empleos” ha dejado de sostenerse.

Auge del trabajo

de cuello blanco

Fuentes: Economic Policy Institute, Current Population Survey Extracts; The Economist

Auge del trabajo

de cuello blanco

Fuentes: Economic Policy Institute, Current Population Survey Extracts; The Economist

Auge del trabajo de cuello blanco

Fuentes: Economic Policy Institute, Current Population Survey Extracts; The Economist

Y además, no es fácil conseguir un empleo en la industria. Las fábricas modernas se encuentran muy tecnificadas y están dirigidas por ingenieros y técnicos. A principios de la década de 1980, los obreros de montaje, los operadores de maquinaria y los trabajadores de reparación constituían más de la mitad de la mano de obra de la industria manufacturera. Hoy representan menos de un tercio. Los profesionales de cuello blanco superan por un amplio margen a los trabajadores de cuello azul. Por otra parte, incluso una vez conseguido, el empleo en una fábrica tiene muchas menos posibilidades de estar sindicalizado que en décadas anteriores, ya que la afiliación ha pasado de uno de cada cuatro trabajadores en la década de 1980 a menos de uno de cada diez en la actualidad. Para encontrar el equivalente moderno de esos empleos, hemos buscado trabajos con las mismas características.

¿Qué ofrece un salario digno, sindicación, sin requisitos de titulación y puede absorber la mano de obra masculina? El resultado: mecánicos, técnicos de reparación, trabajadores de seguridad y oficios cualificados. Más de 7 millones de estadounidenses trabajan como carpinteros, electricistas, instaladores de paneles solares y otros oficios similares; casi todos son hombres y carecen de titulación. El salario medio es de 25 dólares la hora, la sindicalización está por encima de la media y se espera que la demanda aumente a medida que el país modernice sus infraestructuras. Otros 5 millones trabajan como técnicos en reparación y mantenimiento (pensemos en técnicos de climatización e instaladores de telecomunicaciones) y mecánicos, con salarios muy superiores a la media de las fábricas. Los trabajadores de emergencias y seguridad también presentan similitudes: más de un tercio está sindicado. Sin embargo, esos trabajos difieren de los fabriles en un aspecto: no existen ciudades dedicadas a una sola empresa de climatización. Las fábricas impulsaron en su día ciudades y crearon demanda de proveedores, logística y bares. Los nuevos puestos de trabajo están más dispersos y, por lo tanto, es menos probable que impulsen economías locales. Sin embargo, aunque los beneficios sean difusos, resultan casi igual de importantes. Casi tantas personas trabajan en esas categorías como las que tenían empleos en la industria manufacturera en la década de 1990. Con mejores salarios, menos exigencia de titulación y sindicatos más fuertes, parecen más atractivos para la clase trabajadora estadounidense que los empleos modernos en fábricas.

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Y el futuro se aleja aun más de las fábricas. Según las previsiones oficiales, los oficios cualificados y los trabajadores del ámbito de las reparaciones deberían experimentar un crecimiento del 5% durante la próxima década, mientras que se espera una disminución en el número de empleos fabriles. Las categorías de mayor crecimiento para los trabajadores sin titulación son la asistencia sanitaria y los cuidados personales, que se espera que crezcan un 15% y un 6%, respectivamente. Entre ellos, se incluyen puestos como auxiliares de enfermería y cuidadores infantiles, y no se parecen en nada a los antiguos empleos manufactureros debido a sus bajos salarios. La tarea, como dice Dani Rodrik, de Harvard, es impulsar la productividad de los empleos que realmente están creciendo. Quizás eso podría incluir garantizar la adopción de la inteligencia artificial, ya sea para la gestión de medicamentos o el diagnóstico.

A finales del siglo XVIII, Thomas Jefferson consideró la agricultura como la base de una república autosuficiente. Influenciado por los fisiócratas franceses, que consideraban que la agricultura era la fuente más noble riqueza nacional, Jefferson consideró que trabajar la tierra era el camino hacia la libertad y la abundancia. En el siglo XX, el trabajo en las fábricas heredó ese papel simbólico. Sin embargo, al igual que la agricultura en épocas anteriores, también los puestos de trabajo en la industria manufacturera se desvanecen con el aumento de la prosperidad y la productividad. El corazón de la clase trabajadora estadounidense late ahora en otra parte.

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Traducción: Juan Gabriel López Guix

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