No valen dogmatismos para impedir apagones

La falta de precedentes equiparables con el apagón nacional impone un análisis ajeno a los dogmatismos sobre lo acontecido el lunes para que de verdad no se repita en el futuro.
El Gobierno se resiste a revisar su política climática después del inédito apagón que afectó a toda la Península ibérica el pasado lunes. La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, realizó ayer una firme defensa de las energías renovables como pilar principal del sistema eléctrico nacional pese a las evidencias de que la pérdida súbita de generación que provocó el colapso tuvo lugar tras la desconexión de varias plantas fotovoltaicas en pleno caos de los precios mayoristas.
La tesis del Ejecutivo de PSOE y Sumar, enarbolada por Pedro Sánchez antes incluso de disponer de los datos de las empresas del sector, es que la participación mayoritaria de fuentes renovables en la producción eléctrica no incidió en las enormes oscilaciones que sufrió la red en las horas previas a la crisis fatal. Aagesen utilizó como argumento de autoridad el hecho de que el mix de energías durante la mañana del lunes fue muy parecido al de otros días en los que el sistema funcionó con normalidad y no llegó a los máximos alcanzados el pasado verano.
Pero lo cierto es que Redeia, la compañía gestora de la red, impuso el martes durante la progresiva recuperación del suministro en todo el país una distribución por fuentes muy distinta, con un mayor peso de los ciclos combinados -que superó el 25% del total- y las centrales nucleares en detrimento de la energía fotovoltaica y de la eólica con el objetivo de asegurar la estabilidad del sistema. La falta de precedentes equiparables con el apagón nacional impone un análisis ajeno a los dogmatismos sobre lo acontecido el lunes para que de verdad no se repita en el futuro.
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