Esclerosis múltiple: cómo retrasar su avance y aliviar los síntomas

De todas las enfermedades neurológicas crónicas, la esclerosis múltiple es la que afecta a un mayor número de gente joven. Se estima que la padecen unos 2,5 millones de personas en todo el mundo, con una media de en torno a los 30 años y con un pico de incidencia entre los 21 y los 25. La enfermedad se caracteriza por la aparición de lesiones inflamatorias en las fibras nerviosas y en su capa protectora, la vaina de mielina, que es atacada por el propio sistema inmune. Estas lesiones se localizan en múltiples zonas del cerebro y la médula espinal, lo que implica una afección directa del sistema nervioso central.
Los síntomas son muy amplios y pueden diferir de un paciente a otro, e incluso cambiar a lo largo del tiempo. Entre los más frecuentes están la alteración de la agudeza visual (incluida la visión doble), trastornos sensitivos y motores, falta de coordinación, alteración de los esfínteres, debilidad —habitualmente en ambas piernas o en la pierna y brazo de un lado del cuerpo—, afectación de varios sistemas funcionales neurológicos y fatiga. Todos estos síntomas pueden afectar de forma significativa la calidad de vida de los pacientes, especialmente teniendo en cuenta que se trata, en su mayoría, de personas jóvenes.
Debemos buscar de forma individualizada el tratamiento ideal Doctor Albert SaizNeurólogo del Hospital Clínic Barcelona
A pesar de que todavía no se conoce con exactitud las causas que provocan la esclerosis múltiple, los avances en investigación han permitido mejorar notablemente su tratamiento para aumentar la calidad de vida de los pacientes. Además, dado que los síntomas varían significativamente entre pacientes, es fundamental “buscar de forma individualizada el tratamiento más adecuado”, subraya el doctor Albert Saiz, neurólogo del Hospital Clínic Barcelona. Actualmente, aunque la enfermedad no tiene cura, sí existen tratamientos para ralentizar su avance y controlar los síntomas.
Tratamientos disponibles
En primer lugar, están los tratamientos farmacológicos para controlar los brotes o episodios agudos. Suelen basarse en la administración de corticoides, para reducir la inflamación, o en procedimientos de recambio plasmático, que permite eliminar del plasma sanguíneo los anticuerpos implicados en la respuesta autoinmune. También existen los tratamientos modificadores del curso de la enfermedad, cuyo objetivo “no es aliviar ningún síntoma, sino prevenir la aparición de episodios nuevos”, explica la doctora Ana Hernando, enfermera del Hospital Clínic Barcelona.
Estos tratamientos se clasifican en función de su vía de administración. Por un lado, están los fármacos autoinyectables, como el interferón beta y el acetato de glatirámero, que reducen el número de brotes. Por otro lado, existen tratamientos orales, entre ellos la teriflunomida, el dimetil fumarato y el fingolimod. También están los tratamientos intravenosos, que se administran en el hospital y que, en algunos casos, se basan en anticuerpos monoclonales. A estas opciones ya disponibles se suman nuevos fármacos en fase de desarrollo con resultados prometedores a corto plazo, como el daclizumab y el ocrelizumab.
Junto a los tratamientos que modifican el curso de la enfermedad, existe también el tratamiento sintomático, cuyo objetivo es aliviar las manifestaciones clínicas. Algunos síntomas pueden controlarse con medicación específica, mientras que otros requieren un abordaje más amplio, que puede incluir rehabilitación física, apoyo psicológico o intervención social.
Recomendaciones para los pacientes
Más allá de los tratamientos médicos, los profesionales de la salud insisten en la importancia de seguir una serie de recomendaciones para mejorar la calidad de vida. “Tras el impacto que representa un diagnóstico de esclerosis múltiple, la persona tiene que continuar con la vida con la máxima normalidad posible”, subraya la enfermera Hernando.
Entre las recomendaciones más habituales están mantener una dieta equilibrada —rica en vitamina D—, evitar hábitos tóxicos como el tabaco y el alcohol, continuar con la actividad laboral siempre que sea posible y practicar ejercicio físico. “Una buena forma física nos va a permitir contrarrestar algunos síntomas que pueden aparecer en el futuro como la fatiga, la espasticidad o la rigidez”, añade Hernando.
Tras el impacto que representa un diagnóstico de esclerosis múltiple, la persona tiene que continuar con la vida con la máxima normalidad posible Ana HernandoEnfermera del Hospital Clínic Barcelona
La esclerosis múltiple es una enfermedad impredecible y heterogénea, lo que dificulta anticipar cómo evolucionará en cada caso. Algunas personas presentan una forma “benigna”, sin desarrollar discapacidad significativa, mientras que otros experimentan un curso más agresivo, con secuelas importantes.
Sin embargo, los avances terapéuticos han cambiado notablemente el pronóstico, ya que la cantidad de personas que desarrollan la enfermedad después de un primer episodio o síndrome clínico aislado se han reducido a la mitad. Además, la esperanza de vida y la supervivencia media han mejorado de forma sustancial: hoy son casi 2,5 veces superiores a las de hace 50 años. Para aumentar las posibilidades de un pronóstico favorable, los expertos coinciden en que es clave iniciar el tratamiento en las fases más tempranas de la enfermedad.
lavanguardia