La salud es riqueza en un mundo que envejece

Es probable que las amenazas arancelarias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sean el principal tema de conversación entre los líderes políticos, expertos en finanzas internacionales, profesionales del desarrollo, economistas de todas las tendencias y directores ejecutivos de empresas. El impacto de los aranceles de Trump en los mercados, en los precios y, lo que es más importante, en las personas sin duda justifica el dominio del tema en las discusiones públicas y privadas. Pero el impacto que se avecina en la economía mundial de los cambios demográficos actuales, si no se aborda, será igual de duro, y tal vez más permanente.
El hecho es que la humanidad está envejeciendo más rápido que nunca. La disminución sincronizada a nivel mundial de las tasas de fecundidad (que se espera que alcance el punto de inflexión demográfico de 2,1 nacimientos por mujer para 2050), combinada con la disminución de las tasas de mortalidad y el aumento de la esperanza de vida (como resultado de los avances en salud pública y nutrición), ha acelerado este cambio demográfico.
Tanto los países desarrollados como en vía de desarrollo están envejeciendo a un ritmo sin precedentes, y se prevé que la población mundial de personas de 65 años o más crezca un 104 por ciento entre 2005 y 2030, en comparación con un aumento de apenas el 21 por ciento en las personas menores de 65.
El aumento de la expectativa de vida es, por supuesto, un avance positivo, en parte porque durante décadas ha estado fuertemente correlacionada con el desarrollo económico. Sin embargo, el ‘tsunami de las canas’ plantea desafíos sin precedentes, entre ellos un aumento drástico de las enfermedades crónicas y discapacidades relacionadas con la edad, lo que implica importantes costos sociales y económicos con consecuencias intergeneracionales.
Y la insuficiencia de recursos financieros ha limitado los esfuerzos, sobre todo por parte de los “gerocientíficos”, pero también de los emprendedores e innovadores de big data e inteligencia artificial para mejorar la esperanza de vida saludable (término dado al período de la vida de una persona que transcurre con buena salud).
Pero la marea puede estar cambiando. La Fundación Hevolution, una organización sin fines de lucro y respaldada por la familia real saudita, ha destinado 1.000 millones de dólares por año para la investigación sobre cómo aumentar la esperanza de vida saludable. Eso incluye invertir en terapias dirigidas a las causas fundamentales del envejecimiento y apoyar iniciativas destinadas a convertir los avances científicos en productos o tratamientos que permitan un envejecimiento más saludable.
Ahora, el resto del mundo debe seguir su ejemplo para co-crear un futuro más saludable para el mundo que envejece, de tal modo que la iniciativa ‘Década del envejecimiento saludable’ de la ONU (2021-2030) se convierta en una realidad que trascienda generaciones y coseche los enormes beneficios de los dividendos de la longevidad.
Viejos antes que ricosSegún el informe Perspectivas de la población mundial 2022, de las Naciones Unidas, en 2050 habrá más del doble de personas de 65 años o más que niños menores de 5 años. Las personas mayores representarán el 16 por ciento de la población mundial frente al 10 por ciento de 2022. En cuanto a las regiones, se prevé que este grupo demográfico comprenda una proporción mucho mayor de la población en Europa y América del Norte (26,9 por ciento) y en Asia oriental y sudoriental (25,7 por ciento) para mediados de siglo, ya que se espera que sus poblaciones alcancen su punto máximo.
Pero las sociedades que envejecen más rápidamente se encuentran en el Sur Global: entre 2006 y 2030 se espera que la población anciana de los países en desarrollo crezca un 140 por ciento, en comparación con el 51 por ciento en los países desarrollados. Y para 2050, el 80 por ciento de las personas mayores vivirán en países de ingresos bajos y medios. Si bien se necesitó más de un siglo para que la proporción de franceses de 65 años o más aumentara del 7 al 14 por ciento, muchos países en desarrollo experimentarán el mismo aumento en una sola generación (21 años en Brasil y 26 años en China, por ejemplo). Esto pone de relieve la notable revolución demográfica que comenzó en la segunda mitad del siglo pasado y se aceleró en las últimas décadas.
Si bien se necesitó más de un siglo para que la proporción de franceses de 65 años o más aumentara del 7 al 14 por ciento, muchos países en desarrollo experimentarán el mismo aumento en una sola generación (21 años en Brasil y 26 años en China, por ejemplo)
Por lo tanto, los países en desarrollo corren un riesgo cada vez mayor de envejecer antes de hacerse ricos, lo que aumenta el espectro de la pobreza y la vulnerabilidad de los ancianos en ausencia de redes de seguridad social sólidas. Y aunque el aumento de la longevidad a nivel mundial representa un triunfo de la ciencia médica, el progreso social y económico, muchas personas de 65 años o más no experimentan una esperanza de vida saludable.
En cambio, el envejecimiento se ha asociado con la aparición de discapacidades y enfermedades crónicas no transmisibles. Esto se refleja en un cambio fundamental en la epidemiología de las enfermedades: dolencias como las enfermedades cardíacas, el cáncer, la diabetes y el alzhéimer han superado a las infecciones como las principales causas de muerte. Según el Estudio sobre la carga mundial de morbilidad, respaldado por el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades crónicas relacionadas con la edad causarán un aumento sustancial de la discapacidad en todo el mundo.
La creciente carga sanitaria de las enfermedades relacionadas con la edad amenaza con socavar la sostenibilidad fiscal y el crecimiento económico. Las implicaciones fiscales ya se están sintiendo profundamente en las sociedades que envejecen rápidamente, donde la longevidad prolongada y el consiguiente aumento de las tasas de discapacidad están haciendo que los gastos en salud y los desembolsos en pensiones se disparen, mientras que la población en edad de trabajar se está reduciendo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica que, para 2050, el gasto mundial en pensiones públicas podría deprimir el ahorro público –que es esencial para la inversión interna y para absorber los shocks económicos– en más de dos puntos porcentuales del PIB.
Los dividendosEn ausencia de una reforma significativa y de un cambio hacia un enfoque multisectorial y multidisciplinario para ampliar la esperanza de vida saludable, el ‘tsunami’ de las canas no hará más que exacerbar los desequilibrios macroeconómicos y deprimir aún más el consumo y la inversión internos, poniendo a los países en riesgo de un estancamiento secular. Un estudio de 2022 muestra que el envejecimiento ha sido una de las fuentes más importantes de presión a la baja sobre los niveles de precios y la producción per cápita en Japón, donde las personas de 65 años o más ya representan el 30 por ciento de la población.
Varios países han tratado de mitigar los costos que se avecinan por el rápido envejecimiento de la población mediante la adopción de políticas destinadas a aumentar las tasas de fertilidad y mejorar la sostenibilidad a largo plazo de los sistemas de pensiones. Pero las medidas para revertir la tendencia a la disminución de los nacimientos –a saber, los incentivos financieros específicos– han fracasado en gran medida. Las reformas de las pensiones, como el aumento de la edad de elegibilidad, el aumento de la tasa de contribución y la reducción de las prestaciones, han tenido un desempeño ligeramente mejor.
Sin embargo, presionar a las personas para que prolonguen su vida laboral no necesariamente sostendrá una alta productividad ni reforzará la sostenibilidad fiscal, si estos años adicionales de trabajo están dominados por disminuciones en la capacidad física y mental. A nivel mundial, los años de vida ajustados por discapacidad, una métrica que incluye los años de vida perdidos por un estado de mala salud, aumentaron un 32 por ciento entre 1990 y 2019, y se espera que aumenten un 55 por ciento entre 2004 y 2030. Estas políticas podrían tener el efecto contrario, arrastrando una baja productividad laboral general y socavando la sostenibilidad fiscal a medida que el gasto público relacionado con el envejecimiento sigue aumentando, en relación con los ingresos fiscales.

En Colombia, zonas del Eje Cafetero tienen la población con la edad promedio más alta. Foto:JAIME MORENO
El Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, por ejemplo, carece de suficiente atención domiciliaria para la población envejecida del país, lo que obliga a 855.000 personas mayores a ingresar en hospitales cada año, con enormes costos económicos y graves consecuencias para la salud. En Estados Unidos, donde la inmigración sostenida ha compensado en parte los costos del envejecimiento, el gasto en salud pública ha sido una de las partidas de más rápido crecimiento. La Oficina de Presupuesto del Congreso proyecta que el gasto total en atención médica aumentará del 16 por ciento del PIB en 2007 al 37 por ciento en 2050.
PerspectivasLa solución más sostenible sería centrarse en aumentar la duración de la vida saludable, comprimiendo así la morbilidad en un período más corto al final de la vida. Investigaciones médicas han identificado al envejecimiento –cuando ocurre una acumulación de una amplia variedad de daños moleculares y celulares que con el tiempo conducen a una disminución gradual de la capacidad física y mental– como el factor de riesgo predominante para la mayoría de las enfermedades crónicas que impulsan las tasas de morbilidad y mortalidad. Esto sugiere que la ‘geroprotección’ (ralentizar el envejecimiento biológico) en personas sanas podría ayudar a maximizar los dividendos de la longevidad.
En noviembre de 2023, la Fundación Hevolution organizó la primera Global Healthspan Summit (GHS, por sus siglas en inglés) –una cumbre global sobre esperanza de vida saludable– en Riad (Arabia Saudita), para destacar los enormes avances en gerociencia (que estudia cómo el envejecimiento propicia enfermedades crónicas) y el creciente número de posibles intervenciones para ralentizar los procesos fisiológicos del envejecimiento. Entre los principales avances presentados estaba la identificación de vías moleculares conservadas que afectan al envejecimiento; los estudios en mamíferos que han generado una comprensión más detallada de los cambios patológicos asociados a la edad; e intervenciones que pueden prolongar la vida útil al tiempo que mejoran aspectos de la salud.
Quizás los avances más prometedores discutidos allí se referían a los medicamentos. Fármacos senolíticos, por ejemplo, tienen el potencial de eliminar las células senescentes que se acumulan durante el envejecimiento y contribuyen a la aparición de trastornos relacionados con la edad y enfermedades crónicas. Los delegados se mostraron igualmente entusiasmados por la rapamicina, el primer fármaco que ha demostrado desacelerar de forma constante el desarrollo temprano de enfermedades relacionadas con la edad en animales de experimentación. La Fundación Hevolution está apoyando más investigaciones para comprender cómo la rapamicina induce la autofagia, un proceso celular que degrada los componentes dañados o superfluos, y para desarrollar estrategias para probar el medicamento en humanos. También está ayudando a investigar otros agentes que promueven la longevidad.
El secreto centenarioUna gran cantidad de datos biométricos de centenarios señala la importancia de seguir esta línea de investigación, con un creciente cuerpo de evidencia que sugiere que las enfermedades relacionadas con la edad son raras y tardías entre las personas vivas más ancianas. Un estudio de centenarios más jóvenes (de 100 a 104 años de edad), semisupercentenarios (de 105 a 109 años) y supercentenarios (de 110 a 119 años) encontró que cuanto mayor era el grupo de edad, más tardía era la aparición de enfermedades crónicas y deterioro cognitivo y funcional. Esto apoya la hipótesis de que a medida que se acerca el límite de la longevidad, la morbilidad se comprime en un período más corto y la esperanza de vida saludable comienza a aproximarse a la esperanza de vida.
Las vidas de centenarios famosos, como los difuntos ex secretarios de Estado de Estados Unidos George Shultz y Henry Kissinger, brindan más apoyo anecdótico a la idea de que las personas que viven hasta una edad extrema tienen más probabilidades de disfrutar de los beneficios de una vida saludable prolongada. Shultz, el primero de los dos en unirse al exclusivo club de centenarios, tuvo una vida extremadamente productiva. En un perspicaz ensayo, escrito con motivo de su centenario, reflexionó sobre la importancia de la confianza en las familias, la integración racial, la resolución de conflictos y las relaciones exteriores, una valiosa lección para fortalecer la cohesión social y crear el entorno internacional de cooperación necesario en esta coyuntura crítica.
Kissinger también tuvo una esperanza de vida muy productiva (aunque controvertida) que estuvo en gran medida libre de morbilidad y discapacidad (aparte de algunas dificultades cardíacas). Escribió y fue coautor de muchos artículos y libros, incluido uno sobre IA en 2022. Unas semanas antes de su muerte, a los 100 años, Kissinger se reunió con el presidente chino, Xi Jinping, en Pekín en un intento por descongelar las relaciones chino-estadounidenses en un momento de creciente incertidumbre geopolítica y rivalidades entre grandes potencias.

El ex secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger. Foto:AFP
Pero los centenarios son pocos y distantes entre sí. Representan solo el 0,03 por ciento de la población de EE. UU. y una proporción aún menor de la población mundial, ya que la mayoría vive en economías avanzadas. Las investigaciones muestran que, en promedio, una quinta parte de la vida de una persona la vivirá con morbilidad, lo que a menudo crea condiciones altamente estresantes para ellos y sus seres queridos, además de los costos sociales y económicos implícitos. Pasar el 20 por ciento de la vida con una salud mala y deteriorada puede ser un tiempo excesivamente largo, y ese período aumenta a medida que crezca la esperanza de vida.
Es por eso que invertir en investigación médica e innovación para impulsar la salud a nivel mundial es la misión más importante de nuestro tiempo. Estas inversiones podrían reducir la brecha de esperanza de vida entre los países más ricos y los más pobres del mundo (estimada en casi 20 años) y aumentar la esperanza de vida general. Y en los lugares donde los costos de la atención médica están alimentando la pobreza, los beneficios de bienestar de la expansión de la esperanza de vida saludable serán aún más pronunciados. En Estados Unidos, por ejemplo, las facturas médicas empujaron a ocho millones de personas, la mayoría de ellas sin seguro, a la pobreza en 2018. El riesgo de empobrecimiento médico es aún mayor en el Sur Global, donde las altas tasas de pobreza aumentan la vulnerabilidad a las crisis relacionadas con la salud.
Más allá de aumentar los años de vida saludable, la inversión en investigación sobre la esperanza de vida puede ayudar a reducir las desigualdades a lo largo de la vida al nivelar el campo de juego del bienestar, independientemente de las variables geográficas y socioeconómicas. Al fin y al cabo, la duración de la salud y la esperanza de vida son dos caras de la misma moneda, y las intervenciones que amplíen la primera también aumentarán la segunda.
Es probable que la creación de un futuro de envejecimiento saludable para todos también produzca beneficios económicos sustanciales. Para la mayoría de los países, el aumento de la esperanza de vida en un año podría aumentar el PIB en alrededor de un 4 por ciento. Las simulaciones basadas en datos de EE. UU. muestran que retrasar el envejecimiento podría aumentar la esperanza de vida en 2,2 años, generando alrededor de US$ 7,1 billones en valor económico durante 50 años. Extender la esperanza de vida saludable no es solo un imperativo moral. También es una cuestión de economía inteligente.
Extender la esperanza de vida saludable no es solo un imperativo moral. También es una cuestión de economía inteligente
A pesar del consenso entre los participantes en la edición inaugural del GHS de que ralentizar el envejecimiento biológico es un objetivo realista, lamentaron la falta de inversión en la investigación antienvejecimiento. Y el apoyo financiero limitado es una de las mayores barreras para quienes buscan desarrollar terapias dirigidas a las causas fundamentales del envejecimiento. Afortunadamente, a través de su inversión inicial en la Fundación Hevolution, Arabia Saudita ya ha comenzado a acelerar el cambio global apoyando la innovación centrada en el envejecimiento biológico, en lugar de las enfermedades.
Esto incluye subvenciones e inversiones en etapas tempranas para fomentar la investigación independiente y el emprendimiento en la ciencia de la esperanza de vida con salud, aumentar el número de tratamientos seguros y eficaces que ingresan al mercado, acortar el cronograma del desarrollo de medicamentos, y aumentar la accesibilidad a terapias que extiendan la vida saludable. En el último día del GHS, la Fundación Hevolution prometió 100 millones de dólares en subvenciones de investigación para impulsar avances en el campo de la ciencia del envejecimiento. Desde entonces, la Fundación ha hecho varias promesas más, con lo que sus compromisos totales hasta la fecha llegan a más de 400 millones de dólares.
La Fundación Hevolution también apoya el desarrollo de plataformas y tecnologías para aprovechar el poder del big data, la IA y el aprendizaje automático para desarrollar una mejor comprensión de los factores de riesgo individuales e intervenciones más precisas.
Por ejemplo, investigadores que utilizaron datos del Estudio de Salud y Jubilación de la Universidad de Michigan descubrieron que la educación tiene beneficios para la salud a largo plazo, ayudando a las personas mayores a mantener a raya la demencia y sus recuerdos intactos. Otro estudio de diversos conjuntos de datos proporcionó nuevos conocimientos sobre los fundamentos genéticos del rendimiento de la memoria verbal relacionada con el envejecimiento. Los investigadores también están aprovechando el big data para identificar y comprender las funciones de genes mitocondriales previamente desconocidos, con el objetivo de desarrollar tratamientos para el alzhéimer, la diabetes y otras enfermedades crónicas.
El enfoque cada vez más intensivo en datos de la gerociencia y la gerontología ha permitido abordar algunos de los desafíos que han impedido el progreso en el campo. Los investigadores están utilizando estos métodos para cuantificar los biomarcadores del envejecimiento, elaborar un índice de fragilidad, desarrollar un escaneo de todo el genoma para detectar síntomas depresivos en adultos mayores y calcular cómo los factores genéticos y ambientales contribuyen a los cambios cognitivos relacionados con la edad. La aplicación de estas nuevas tecnologías y herramientas computacionales a grandes cantidades de datos biológicos, junto con los avances en nuestra comprensión de la biología humana, también puede fomentar la colaboración interdisciplinaria.

Envejecimiento celular Foto:istock
Un modelo de investigación integrado de este tipo podría revolucionar el estudio del envejecimiento, que está impulsado por factores multivariados codependientes, como la genética, el comportamiento y las influencias contextuales, como el estatus socioeconómico y la adversidad familiar. El objetivo sería comprender los factores de riesgo individuales, identificar el papel de los genes en las enfermedades y, finalmente, fomentar el desarrollo de intervenciones específicas para cada paciente para abordar los problemas genéticos y de estilo de vida.
Las limitaciones financieras no son el único obstáculo para ralentizar el proceso de envejecimiento. En la primera edición del GHS se identificaron cuatro obstáculos especialmente destacados. En primer lugar, la investigación médica y las prioridades de inversión han estado muy sesgadas hacia los modelos de enfermedades, y deben reequilibrarse para reflejar las pirámides demográficas actuales y los enormes desafíos que plantea el ‘tsunami de las canas’. Si bien el modelo de enfermedad ha llevado a un aumento de la esperanza de vida, lo ha hecho a expensas de la salud. La supervivencia de los sistemas modernos de atención de la salud depende de la combinación de modelos de enfermedad, que siguen siendo importantes, con modelos de envejecimiento tardío para prevenir la aparición de enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
En segundo lugar, abordar eficazmente el envejecimiento implica alejarse del enfoque actual del tratamiento médico enfermedad por enfermedad, y acercarse a un método más integrado. Muchas personas mayores sufren de múltiples morbilidades interactuantes que no son atendidas por la atención unidimensional. La adopción de nuevos modelos terapéuticos para múltiples enfermedades crónicas y, lo que es más importante, la concentración en los esfuerzos de prevención, en particular los que promueven la intervención temprana, aliviaría significativamente las cargas sociales y económicas de las poblaciones que envejecen y maximizaría los dividendos de la longevidad.
En tercer lugar, a medida que los sistemas de atención médica comiencen a combinar modelos de enfermedad con modelos de envejecimiento tardío, será crucial diseñar pautas metodológicas claras para ensayos clínicos con adultos mayores con multimorbilidad. El desarrollo de tratamientos eficaces que puedan prevenir la aparición de múltiples enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento, o que se dirijan simultáneamente a múltiples enfermedades relacionadas con la edad, crea enormes oportunidades de crecimiento para la industria farmacéutica y, a su vez, nuevos retos para los reguladores. Una estrecha colaboración entre la industria y los reguladores podría producir tratamientos de referencia para las poblaciones que envejecen, revolucionando los servicios de atención médica y transformando las economías.
Por último, y quizás el más desafiante de todos, es el cambio de mentalidad necesario. Durante siglos, las personas mayores han sido vistas a través del prisma de la tasa de dependencia por edad (la proporción de jóvenes y ancianos en relación con la población en edad de trabajar). Pero para asegurar un futuro mejor y más productivo para todas las personas en nuestro mundo que envejece rápidamente, debemos cambiar la perspectiva sobre el envejecimiento. Las sociedades deben ver a esta cohorte creciente como un activo valioso y dirigir más recursos hacia la investigación y la innovación antienvejecimiento. Además, el aumento de la dependencia intergeneracional traerá beneficios económicos.
Otras medidasLa sostenibilidad de los sistemas de pensiones depende de reformas que aumenten la edad de jubilación y amplíen la esperanza de vida. Esto es especialmente importante porque la compresión acelerada del envejecimiento en los países en desarrollo reducirá la migración internacional, que durante años ha compensado en parte los efectos del envejecimiento de la población en las economías avanzadas. El empleo continuo de trabajadores de más edad también podría mantener a las empresas en una trayectoria de crecimiento a largo plazo al mejorar el aprendizaje mutuo, cerrar la brecha digital entre generaciones y reducir la pérdida de conocimientos institucionales.
A nivel social, los jóvenes podrían terminar pasando varias décadas interactuando activamente con sus abuelos y bisabuelos, lo que tendría implicaciones significativas para la transferencia de conocimientos y valores en un nuevo mundo de generaciones superpuestas. El primer paso para lograr estos dividendos de longevidad es desacreditar los mitos negativos sobre las personas mayores y superar la discriminación por edad. La segunda mitad de la vida debe verse con la misma esperanza, expectativa y rigor que la primera mitad.
La segunda mitad de la vida debe verse con la misma esperanza, expectativa y rigor que la primera mitad
El tiempo apremia: el número de personas mayores afectadas por enfermedades crónicas irreversibles relacionadas con la edad está aumentando considerablemente. Según el Consejo Nacional sobre el Envejecimiento de EE. UU., casi el 95 por ciento de los estadounidenses de 60 años o más tienen al menos una afección crónica, mientras que alrededor del 80 por ciento tienen dos o más. Gran parte del daño suele estar hecho en el momento en que se diagnostican estas enfermedades, lo que dificulta su tratamiento.
No actuar ahora solo agravará los desafíos que enfrentan las sociedades que envejecen. Catalizar el cambio hacia iniciativas e intervenciones de investigación más relacionadas con la salud que podrían prevenir o retrasar la aparición de enfermedades crónicas relacionadas con la edad requiere de compromisos mundiales y una asociación proactiva de múltiples partes interesadas. Esta comunidad de legisladores y expertos debería abordar la tarea de construir un futuro más saludable con el mismo espíritu y sentido de urgencia que impulsó el Proyecto Manhattan en la carrera por desarrollar la bomba atómica antes que la Alemania nazi. Arabia Saudita ha dado un gran impulso a estos esfuerzos, sin embargo, hay que hacer más para trasladar la morbilidad al final de la vida y prolongar los años productivos de las personas, permitiéndoles seguir siendo económicamente activas hasta la vejez.
La vida sigue siendo un camino de un solo sentido, eso no tiene vuelta atrás, pero cuando una persona prospera, la vida siempre vale la pena ser vivida. Nuestro objetivo debe ser garantizar que el viaje de cada persona en la Tierra siga siendo brillante y productivo durante el mayor tiempo posible. Con ese fin, debemos utilizar la inversión a gran escala de Arabia Saudita en la investigación sobre la esperanza de vida saludable para impulsar más apoyo a nivel mundial para esta agenda. Parafraseando un dicho a menudo atribuido al dramaturgo George Bernard Shaw: “No dejamos de trabajar porque envejecemos; envejecemos porque dejamos de trabajar”.
(*) Execonomista jefe del Banco Africano de Exportación e Importación, miembro de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia.
eltiempo