Radio: Rostropovich o la gloria del violonchelo

En siete episodios ricos en testimonios y extractos musicales, François-Xavier Szymczak desarrolla en una serie fascinante la agitada vida del hombre que fue EL violonchelista de la segunda mitad del siglo XX.
¡Qué biografía tan agitada y llena de acontecimientos la de Mstislav Rostropovich (1927-2007), desde su infancia en Bakú (Azerbaiyán), en una familia de músicos! Aquí está, entonces, en Oremburgo, ciudad de los Urales que lo acogió a él y a su familia al comienzo de la guerra, y luego en Moscú, a donde ingresó en 1941 como estudiante del conservatorio. Allí estudió, además del violonchelo —el instrumento de su padre—, piano, dirección y composición…
El artista se vio obligado a abandonar la URSS en 1974, junto con su esposa, la soprano Galina Vishnevskaya, tras varios años de acoso por su compromiso con el escritor disidente Alexander Solzhenitsyn. Rostropovich no regresaría a su país hasta 1990, tras ser rehabilitado durante la era de Gorbachov. Mientras tanto, "Slava" ("gloria" en ruso) vivió una vida a ambos lados del Atlántico, dividida entre una brillante carrera como solista, la dirección de la Orquesta Nacional de Washington y la convivencia con las "grandes figuras del mundo". Un momento inolvidable fue su presencia al pie del Muro de Berlín el 11 de noviembre de 1989 para bautizar, junto a Johann Sebastian Bach, un nuevo amanecer que se alzaba sobre Europa...
Numerosos estudiantes o discípulos para quienes creó concursos y festivales recuerdan una carrera excepcional y generosa, alimentada por el amor a «su» instrumento, cuyo repertorio tuvo la incansable ambición de enriquecer, dedicatoria de un centenar de obras firmadas por los más diversos compositores: Prokófiev y Shostakóvich, sus fieles amigos, pero también André Jolivet, Henri Dutilleux, Alfred Schnittke, Witold Lutoslawski o Benjamin Britten…
La personalidad musical del artista brilla en su extensa discografía como pianista y acompañante de su esposa, directora de orquesta y fiel defensora del lirismo ruso. Y, por supuesto, como violonchelista: potente, virtuoso y radiante.
La Croıx