El editorial. La derecha en desorden

Los republicanos tampoco saben dónde vivir. Obligados a asumir la responsabilidad de sacar al país del impasse e impedir el nombramiento de un primer ministro de izquierda tras la disolución de la Asamblea Nacional, se encuentran una vez más en una encrucijada ante la anunciada caída del gobierno el 8 de septiembre. El partido regresa a una guerra de líderes que creía superada y a estrategias irreconciliables para el período posterior a Bayrou y, en especial, para las elecciones prepresidenciales.
El enfrentamiento de ayer entre Laurent Wauquiez, líder de los diputados de LR, y Bruno Retailleau, ministro del Interior y presidente de LR, sobre el futuro gobierno es sintomático de las tensiones que han asolado a la derecha desde el desastre de las elecciones presidenciales de 2022 y las legislativas posteriores. El auge de la Agrupación Nacional está obligando a Les Républicains a constantes contorsiones para asegurar su supervivencia política.
Laurent Wauquiez pretende que su partido no censure ni a un gobierno del Partido Socialista ni a un gobierno de la RN para evitar una inestabilidad catastrófica en el país, algo que no agrada a Bruno Retailleau, quien se niega a firmar un "cheque en blanco" para un posible gobierno socialista. Es comprensible que ambos trabajen con miras al futuro: el primero trabaja por una alianza de la derecha, mientras que el segundo, con los días contados en la Place Beauvau, sueña con ser el sepulturero del macronismo.
La derecha está más que nunca presa de la duda. Las prevaricaciones del centrista François Bayrou, el espectro de una disolución que beneficiaría a la Agrupación Nacional y la perspectiva de una ampliación de la coalición gobernante para incluir al Partido Socialista no ayudan. A tres días del voto de confianza en el Palacio Borbón, los republicanos buscan maneras de evitar la asfixia, dada la cantidad de tragos amargos que tienen que tragar.
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