Adicción al trabajo: el lado oscuro del éxito en la era digital

En la orilla de una playa, un contador rellena hojas de cálculo mientras el sol se oculta. A pocos kilómetros, un peluquero canino recibe a un cliente más, aunque su jornada terminó hace horas. En una cancha vacía, un jugador de baloncesto lanza tiros libres hasta que sus manos tiemblan.
Estos no son ejemplos aislados. Son escenas cotidianas de un mundo hiperconectado, donde la frontera entre dedicación y obsesión se ha vuelto difusa.
No se trata simplemente de trabajar mucho. Los psicólogos laborales la definen como una compulsión interna y persistente a trabajar, acompañada de pensamientos intrusivos sobre las tareas pendientes, malestar cuando no se trabaja y jornadas más allá de lo razonable.Estudios recientes indican que alrededor del 15 % de los trabajadores en el mundo son workaholics, una cifra que equivale a millones de personas atrapadas en una espiral de hiperproductividad.
Las investigaciones revelan que los perfeccionistas, extrovertidos y personas con personalidad tipo A son más propensos a caer en esta trampa. Curiosamente, la baja autoestima no es un factor determinante: muchos adictos al trabajo buscan validación externa, pero no necesariamente sienten que no valen.
A primera vista, el adicto al trabajo puede ser admirado por su compromiso. Sin embargo, el precio que paga es alto:
- Salud mental: ansiedad, depresión y agotamiento crónico.
- Salud física: insomnio, problemas cardiovasculares, debilitamiento del sistema inmunológico.
- Relaciones personales: aislamiento, conflictos familiares, pérdida de amistades.
María, abogada de 38 años, creía que cada caso ganado justificaba su agenda sin descanso. Hasta que una mañana no pudo levantarse de la cama. El diagnóstico: burnout severo.Luis, ingeniero de software, trabajaba hasta 14 horas diarias para “asegurar el futuro”. Perdió un ascenso porque su rendimiento se desplomó por fatiga extrema.
Los expertos coinciden en cuatro indicadores claros:
- Pensar en el trabajo incluso en tiempo libre.
- Sentir culpa o ansiedad al no trabajar.
- Trabajar más de lo esperado, sin razones económicas inmediatas.
- Sacrificar descanso, ocio y relaciones por el trabajo.
Superar la adicción al trabajo implica un cambio profundo:
- Establecer límites: horarios fijos y pausas reales.
- Delegar tareas no esenciales.
- Reconectar con pasatiempos y relaciones.
- Buscar apoyo profesional cuando sea necesario.
El trabajo puede ser una fuente de propósito, pero no debe consumir la vida entera. Aprender a desconectar no es un lujo: es una inversión en salud, creatividad y longevidad laboral.
La Verdad Yucatán