Estados canallas
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En el verano del 2020, Bielorrusia vivió una oleada de protestas contra su presidente, Alexánder Lukashenko, perpetuado en el poder a través de elecciones amañadas. Bielorrusia era un fósil estalinista y Lukashenko, un hombre poco dado a razonar que se paseaba con un fusil en la mano. Todo indicaba que iba a acabar como el rumano Nicolae Ceausescu, ejecutado sumariamente en 1989.
Donald Trump y Vladimir Putin, una sintonía creciente
Pero Rusia le sostuvo, pese a la incomodidad que le provocaba a Putin. Los bielorrusos se cansaron de protestar y emigraron. La escritora Svetlana Alexiévich también se marchó, dijo “algún día volveré”. Todavía no ha podido hacerlo. Durante el año 2021 Lukashenko presionó a los estados que acogían a los opositores captando iraquíes y afganos desesperados en aeropuertos de Oriente Medio y abandonándolos en las fronteras de Polonia y Lituania. Finalmente, Rusia invadió Ucrania en el 2022 y eso convirtió a Lukashenko en un cómplice necesario. Volvía a ser útil.
EE.UU. se ha convertido en un Estado canalla, como Bielorrusia, Corea del Norte o RusiaEste 12 de febrero, Christopher W. Smith, diplomático estadounidense, viajó a Minsk para entrevistarse con el dictador y el jefe del KGB bielorruso. Fue el primer encuentro entre ambos países en cinco años. Se produjo 24 horas después de que Donald Trump y Vladímir Putin hablaran por teléfono. Como muestra de buena voluntad, Bielorrusia dejó viajar a tres opositores. Y EE.UU. aceptó revisar las sanciones para permitir que la potasa (primera exportación del país, básica para elaborar fertilizantes) pueda volver a los mercados.
En unos pocos días, la Administración Trump ha revertido el guion que ha regido las relaciones internacionales desde hace ochenta años. En ese guion, personajes como Lukashenko debían ser barridos del escenario. En ocasiones, de malas maneras. Eso ahora ha cambiado. Esta semana, Estados Unidos ha votado junto con Rusia, Corea del Norte y Bielorrusia en la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la que se condenaba la invasión rusa de Ucrania. China se abstuvo. EE.UU. y sus nuevos amigos votaron en contra. Todos ellos son lo que se conoce como un rogue State (Estado canalla).
Lee también Fu Manchú en Silicon Valley Ramon AymerichLa primera potencia mundial, de hecho, se ha comportado como un Estado ruin con Ucrania. La ha apartado de las negociaciones para el fin de la guerra y la ha presionado para convertir los 130.000 millones de dólares en ayudas en una deuda muy superior, que se cobrará en forma de beneficios por la explotación de los recursos minerales y energéticos del país. Al final Ucrania ha aceptado. ¿A cambio de qué? De rebajar el grado de extorsión y chantaje. En un mundo de estados canallas, los países débiles tienen un futuro muy negro.
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