JW Anderson: cartografía de un imaginario inquieto

Diez días después de su aclamado debut en Dior Homme, Jonathan Anderson aparece enérgico, incluso renovado, en Galerie Joseph, París. Hoy hace de anfitrión en este espacio reconvertido en hogar provisional por el estudio Sánchez Benton Architects. Es una vivienda piloto y, al mismo tiempo, un manifiesto: la antesala del nuevo JW Anderson, su marca fundada en 2008, ahora reimaginada como gabinete de curiosidades.
Lejos del frenesí de las colecciones de temporada, las tendencias efímeras o los desfiles monumentales, el nuevo JW Anderson es una curaduría de obsesiones personales: sillas hechas a mano, cadenas de oro artesanales, bolsos que resisten el ciclo de los descuentos, miel recolectada en Houghton Hall, vajilla de Lucie Rie reinterpretada por Wedgwood, cerámica de Akiko Hirai y una selección de tés con sabor a café.
JW Anderson, su marca fundada en 2008, ahora reimaginada como gabinete de curiosidades“Quiero algo que refleje lo que hago”, dice. “Cosas y personas con las que he trabajado durante once años. Todo tiene una narrativa: ya sea una cadena hecha a mano o una infusión que sabe a hogar”. Muchas de esas colaboraciones nacieron en Loewe, donde durante una década cultivó un lenguaje visual basado en la artesanía y el diálogo con otras disciplinas.
Anderson no habla del relanzamiento de su firma como un regreso, sino como una consolidación. “Para mí, se trata de desacelerar, mejorar las cosas, controlar la distribución y reunir todo aquello que constituye mi propio lenguaje. Siento que he pasado años construyendo y ahora quiero consolidarlo en un solo espacio”, afirma.

JW Anderson apuesta por una nueva etapa más enfocada en diseño, retail y objetos de casa
JW AndersonEn lugar de colecciones estacionales, propone dos entregas anuales divididas en cuatro drops, fotografiadas con amigos y colaboradores de la marca. Lo que se agota, se agota. Sin reposiciones masivas ni rebajas. “Para una marca pequeña, hacer desfiles millonarios cuatro veces al año acaba siendo un proyecto de vanidad”.
En este sistema alternativo, los desfiles tal vez existan, pero solo como “máquinas de ideas”: eventos creativos que podrían no tener nada a la venta, suceder donde haya una nueva tienda y colaborar con artistas contemporáneos. Porque, como explica el propio diseñador, “mi mundo es ese: coleccionar, crear, disfrutar del proceso. (JW Anderson) es algo que forma parte de mí. Lleva mi nombre, al fin y al cabo. Siempre habrá algo de belleza ingenua, ya sea en unas tijeras, en charms o en la ropa”.

Anderson no quiere ni reposiciones masivas ni rebajas
JW AndersonEl movimiento no responde solo a una necesidad personal, sino a una crisis más profunda en el sector. “Estamos en un momento muy interesante, porque no tenemos ni idea de dónde nos encontramos creativamente. Siento que estamos muy perdidos en alta mar. Y esto, para mí, es como un ejercicio de anclaje para saber dónde estoy”, dice. “Siento que no tenemos visión ni perspectiva de lo que queremos. Y cuando le mostramos un espejo a la gente, no les gusta. Hay algo muy raro en esto: creo que volverá el aprecio por el conocimiento verdadero, por el criterio”.
Su nuevo modelo no es una ruptura total, sino un acto de puesta en orden: “Creo que es un buen momento. Un momento de limpieza”, afirma, en referencia al contexto actual de la industria. La suya es una forma de estructurar, editar y consolidar. “Para mí, esto es una manera de decir: el sistema actual no funciona para mí como marca pequeña. Este otro sistema, en cambio, siento que protege a las personas que trabajan conmigo. Porque no soy solo yo. Tengo un equipo de 60 personas y todas necesitan trabajo. Así que es mi responsabilidad asegurarme de que esto funcione y de encontrar un modelo de negocio que sea realmente viable”.
Mi responsabilidad asegurarme de que esto funcione y de encontrar un modelo de negocio que sea realmente viable”
La estrategia puede recordar a los comienzos de Terence Conran, pero con un giro digital y una sensibilidad queer. JW Anderson ya no se limita a proponer ropa, sino una forma de habitar el mundo. Sus prendas icónicas —como el bolso Loefer, los kilts con bolsillos, la clutch-paloma llevada por Carrie Bradshaw en And Just Like That— se mantienen, mejoradas y sin fecha de caducidad. La etiqueta de cada pieza especifica dónde se ha fabricado. “No quiero que algo que acabo de hacer ya esté rebajado. Prefiero controlarlo y mejorarlo”.
La evolución de JW Anderson es inseparable del recorrido vital de su fundador. Nacido en Magherafelt, Irlanda del Norte, en 1984, creció entre los ecos del conflicto norirlandés. Su madre era profesora de literatura inglesa; su padre, una estrella del rugby. A los 18 años se trasladó a Washington para estudiar interpretación, pero pronto regresó a Irlanda, sin dinero y con un empleo como dependiente en una tienda de ropa masculina. En una época en la que Hedi Slimane redefinía la silueta en Dior Homme y Tom Ford apostaba por el exceso sensual, Anderson empezó a esbozar su propia sensibilidad: masculina, andrógina, culta, con una vocación profundamente performativa.

Anderson solo hará desfiles de moda solo cuando sea necesario
JW AndersonTras ser aceptado en el London College of Fashion, trabajó como visual merchandiser en Prada, bajo la mirada atenta de Manuela Pavesi, figura clave en el universo de Miuccia Prada. En 2008 lanzó JW Anderson como una marca masculina que pronto incorporó propuestas femeninas. Su enfoque híbrido le granjeó una devoción de culto y, a lo largo de los años, una cascada de reconocimientos: en 2015 fue nombrado simultáneamente Diseñador del Año en las categorías masculina y femenina en los British Fashion Awards, un hito sin precedentes.
El gran salto llegó en 2013, cuando LVMH lo nombró director creativo de Loewe. En diez años, Anderson transformó una adormecida firma de marroquinería en una de las casas más influyentes del presente. No solo reconfiguró el imaginario de Loewe, también tejió una red de colaboraciones con artistas, ceramistas, coreógrafos y pensadores contemporáneos. Convirtió el lujo en contenido. Por eso el grupo LVMH ha confiado en él para revitalizar Dior.

Apuesta por las piezas artesanales
JW AndersonEn el cambio de dirección de JW Anderson ha influido el desafío que representa la maison: Anderson asume la dirección creativa de todas sus líneas —mujer, hombre y alta costura—, una posición históricamente inusitada que exige una productividad casi inhumana. “Tengo mucho que demostrar. Lo difícil es que Dior es una máquina enorme. Llevará tiempo”, reconoce. “Mi propia marca es muy importante para mí. Es una vía de escape. Y creo que si hiciera 18 desfiles al año, ya estaríais hartos de mí”. Su respuesta al vértigo del calendario ha sido desacelerar en su marca homónima y reconectar con aquello que realmente le importa.
¿Es feliz? “Muy feliz”, responde sin titubear. En este ejercicio de limpieza y reorganización, Anderson parece haber encontrado algo más que una nueva estrategia comercial. Parece sentirse en equilibrio.
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