Lo que se debe recalibrar

Lo que en teoría se presentó como un hito democrático, en la práctica fue la expresión de una profunda desconexión, que terminó en el silencio y la ausencia de cerca del 87% del electorado, porque más allá del gesto simbólico de jueces elegir en las urnas, lo relevante es cómo se construyó esta elección.
Se habló de participación y empoderamiento, pero no se ofrecieron las herramientas mínimas para ejercer ese poder con conciencia. Y en esa situación, la legitimidad quedó comprometida. En ese marco, cabe preguntarse, si realmente esto respondía a una demanda social, o si hubiera sido más razonable –o popular– destinar esos recursos a hospitales, escuelas o incluso darle esos $583, que costó cada voto, a quienes participan de los programas sociales.
A su vez, y sin emitir juicios sobre las decisiones de quienes optaron por participar o no en el proceso, también vale la pena hacerse una pregunta incómoda: ¿Qué habría pasado si ninguno de los ministros hubiera decidido postularse? Una Corte completamente renovada. ¿No hubiera sido, acaso, un vacío que dejamos abierto para la consolidación de ciertos intereses?
Lo que queda claro es que esta reforma no se podrá deshacer de un día para otro. Lo hecho, hecho está. Y lo que sigue exige ser pensado con mayor claridad; porque lo que está en juego no se agota en esta elección : en 2027 vendrá la segunda etapa. Por ello, es urgente comenzar a trabajar desde ahora en el diseño de perfiles judiciales con criterios claros y razonables, así como en reformas que fortalezcan los mecanismos de evaluación, fiscalización y vigilancia, evitando que éstos queden sujetos a ciertos intereses. Sólo así podrás abrirse un espacio real para corregir el rumbo. Porque si algo ha demostrado este proceso, es que no basta con señalar los errores: hay que estar preparados para evitar que se repitan.
Este esfuerzo también requiere una revisión del fondo del marco electoral. El debate no puede ni debe quedarse en cuántas boletas o cuántos distritos. Hay que centrarse en las reglas del juego: en cómo se compite, cómo se informa, cómo se elige y cómo se garantiza que la justicia no se convertirá en mera coyuntura. Al tiempo que será indispensable seguir con atención la jurisprudencia que emerge de esta nueva conformación judicial; Pues ahí se jugará el verdadero cambio.
En ese contexto, me parece que la comunidad jurídica, que no comparte el modelo actual, enfrenta una disyuntiva: protestar sin efectos o construir con visión de futuro. Y es esta segunda vía la que puede marcar la diferencia; pues no se trata de legitimar lo que se rechaza, sino de evitar que el silencio se traduzca en renuncia.
Es tiempo de que la comunidad jurídica se haga del espacio público; pues sin duda, en 2027 habrá voces que valen la pena ser escuchadas. Y ahí es donde también están las escuelas de derecho, las barras, los colegios, y las organizaciones de la sociedad civil deben comenzar desde ya a formar liderazgos, construir perfiles y sostener estructuras. Porque sí, cuesta mantener el ritmo. Pero cuesta mucho más perder el espacio.
- Consultor y profesor universitario
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