Rogelio Segovia: ¿En qué empresa quieres trabajar?
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Aunque esto sucedió a inicios de 2020, cuando ya sabíamos de la existencia de una enfermedad hasta ese momento relativamente desconocida llamada COVID-19, aún no la comprendíamos completamente y el confinamiento aún no había comenzado.
Poco antes de que el gobierno mexicano decretara la restricción de llevar a cabo trabajos no esenciales, bajo el lema “quédate en casa”, una importante empresa mexicana del ramo de los restaurantes y operadora de franquicias comenzó a recortar su plantilla laboral.
En aquel entonces, en uno de los comunicados se mencionó que lo hacía para asegurar la viabilidad financiera de la empresa y maximizar el valor de los accionistas.
Más o menos por las mismas fechas, aunque un poco después, es decir, cuando ya había empezado el confinamiento, una de las principales cadenas de cine de nuestro país enfrentó el desplome de sus ingresos.
En un principio, trató de mantener a su plantilla laboral, y después ofreció un par de opciones a los colaboradores: llevar a cabo una desvinculación laboral, con su respectiva indemnización, o suspender el pago del salario, pero mantener los pagos de Seguridad Social e Infonavit.
Una vez que la pandemia terminó, vino el gran reto para muchas organizaciones a nivel mundial: recontratar la suficiente mano de obra para reiniciar operaciones. Pero incluso hoy en día, muchas organizaciones aún presentan un rezago en la cobertura de sus plantillas laborales.
Sectores como el aeronáutico y el turístico, que fueron implacables en sus despidos, siguen enfrentando importantes desafíos que afectan directamente la calidad de sus servicios y, por ende, la generación de ingresos.
De los dos ejemplos mencionados al principio, la cadena de restaurantes y franquicias sigue siendo, hasta hoy, una organización en la que la gente no se siente orgullosa de trabajar, y es un claro ejemplo de cómo destruir una marca empleadora.
En cambio, la cadena de cines recibió el reconocimiento de sus colaboradores por los esfuerzos realizados. Aunque no está exenta de las presiones del mercado laboral, es una empresa donde la gente busca empleo con agrado.
Recordé todo esto porque la semana pasada invité a la directora de recursos humanos de una importante institución financiera del país a dar una clase a mis alumnos, y planteó una pregunta clave: ¿En qué empresa quieres trabajar?
La pregunta no utilizaba el condicional del verbo “gustar”, sino la primera persona del singular del presente de indicativo del verbo “querer”. Y apuntó que cuando ella egresó de la universidad, tan solo existía un puñado de empresas en Nuevo León donde a la gente le “gustaba” trabajar. Hoy en día, recalcó la ejecutiva, las personas tienen la posibilidad de decidir dónde quieren laborar: es decir, tienen el sartén por el mango.
Por eso me sorprende que en un mundo laboralmente tan complejo como el de hoy, con una disponibilidad de mano de obra cada vez menor (y no lo digo de manera peyorativa), las empresas sigan cometiendo estos errores tan evidentes, dañando de tal manera su marca empleadora.
Y no pensemos que esos comportamientos que dañan la marca empleadora quedaron en el ya lejano 2020. Aún suceden. Múltiples empresas con corporativos en Estados Unidos y operaciones en México, especialmente en Nuevo León, están desapareciendo o reduciendo al mínimo sus programas de diversidad, inclusión y flexibilidad laboral (como la posibilidad de esquemas de trabajo híbridos).
Es decir, están respondiendo a un capricho político del nuevo residente de la Casa Blanca. Por maximizar el valor monetario de sus acciones, están destruyendo el valor de su marca empleadora a largo plazo.
No olvidemos que, no obstante el gran avance en automatización e inteligencia artificial, las empresas aún requerirán en el corto y mediano plazo del imprescindible ser humano.
Recientemente, y también impulsado por acciones políticas de Donald Trump, se ha generado una notable controversia en Estados Unidos debido a las decisiones divergentes de dos gigantes minoristas con operaciones en México y que seguramente dañarán su marca empleadora: Walmart y Costco, en relación con los productos de origen latino en sus estanterías en aquel país.
Por un lado, Walmart ha causado controversia al retirar productos latinos de sus anaqueles, lo que ha generado una reacción negativa en la comunidad hispana, que representa una parte significativa de su base de clientes. Esta decisión ha sido interpretada como una falta de sensibilidad hacia los latinos. Los empleados también han expresado su frustración y preocupación.
Como resultado, Walmart ha experimentado una caída en sus ventas debido a la disminución de clientes latinos, y en redes sociales se han viralizado imágenes de tiendas con estantes vacíos y una menor afluencia de clientes hispanos.
Por otro lado, Costco ha adoptado una estrategia distinta al impulsar productos latinos en sus tiendas. Esta decisión ha sido bien recibida por la comunidad latina, que ha mostrado su apoyo a la cadena.
Los empleados de Costco también han expresado su satisfacción con la inclusión de productos latinos, lo que ha mejorado su experiencia laboral. En cuanto a sus finanzas, Costco ha experimentado un crecimiento constante en sus ingresos y una mayor satisfacción de los clientes.
Me queda claro que estas no son decisiones fáciles, y que hay un alto nivel de intereses en juego. Sin embargo, la experiencia nos ha enseñado que las decisiones de negocio cortoplacistas, impulsadas por factores políticos y enfocadas exclusivamente en maximizar a toda costa el valor de los accionistas, en detrimento de otros stakeholders como clientes y empleados, no suelen traer buenos resultados a largo plazo.
La historia empresarial está llena de ejemplos de compañías que sacrificaron su reputación y su relación con empleados y clientes por decisiones cortoplacistas. La pregunta es: ¿cuántas empresas están dispuestas a asumir ese riesgo solo para satisfacer una agenda política momentánea?
El autor es Doctor en Filosofía, fundador de Human Leader, Socio-Director de Think Talent, y Profesor de Cátedra del ITESM.
Contacto: [email protected]
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