‘El caso David Zimmerman’: un thriller íntimo en un cuerpo ajeno

La noche del 31 de diciembre la vida de David Zimmerman da un vuelco. Es un fotógrafo treintañero, tímido y más bien asocial, vive en París y ese día deja que su único amigo le arrastre a una fiesta multitudinaria. Ahí se fija en una enigmática mujer, a la que recuerda haber retratado en una boda, y no puede evitar seguirla. Al día siguiente, cuando se despierta, está encerrado en el cuerpo de esa mujer. Zimmerman intentará encontrarla para, quizá, poder revertir la situación. Empieza una frenética carrera para recuperar su cuerpo mientras irá descubriendo nuevas e inquietantes sorpresas.

El caso David Zimmerman (Astiberri, con traducción de Rubén Lardín) es una trepidante novela gráfica, un ambicioso thriller de aires hitchcockianos firmado por los hermanos Arthur Harari y Lucas Harari. Tiene un arranque impactante y logra mantener ese interés hasta el final, sin decaer en ningún momento. Una historia tan sugerente y llena de giros argumentales que resulta imposible no quedar atrapado en la lectura de estas 360 páginas que pasan como un soplo ante nuestros ojos.

La historia toma como punto de partida un asunto que no es nuevo en el terreno de lo fantástico: el intercambio de cuerpos. Conscientes de ello, los autores bromean sobre esos referentes en una escena, y así, haciendo crítica del cómic desde el propio cómic demuestran tanto su agudeza como lo cuidado que está su trabajo. Pero la grandeza de El caso David Zimmerman es que a partir de esa premisa logra construir un gran y original relato. Tal como explica Lucas Harari, el objetivo era ir más allá de ese intercambio de cuerpos y “devolver lo fantástico a su dimensión original: la irrupción de un efecto mágico en la realidad, a la manera de La metamorfosis de Kafka o de Barrio lejano, de Jirō Taniguchi”.

Esta cita nos permite comentar otra de las virtudes de este libro de cómic: su habilidad para poner en marcha un abanico de referencias plásticas y narrativas que, independientemente de si el lector las conoce o no —eso no le impedirá quedar atrapado por la historia—, contribuyen a dar hondura al relato, a hacer que esta propuesta entidad, hasta convertirse en un álbum muy sólido, capaz de seducir mucho más allá de su adictiva trama hasta hipnotizarnos también por el dibujo, por el retrato que hace de París o por la efectividad de su narración en viñetas.

Lucas Harari cita a Kafka y a Taniguchi entre sus referentes. Podemos añadir otros nombres cuya obra encuentra eco en estas páginas. Por el estilo de dibujo, por la tipología de planos, por el aspecto o las actitudes de los personajes, es inevitable pensar en Daniel Clowes (autor de Mónica o de Como un guante de seda forjado en hierro) y hasta en Charles Burns (Laberintos), aunque sin caer en la parte más sombría de éste.

Por otra parte, el retrato que se hace de París y esa capacidad para evocar lugares remite, inevitablemente, al historietista que mejor ha retratado París, el francés Jacques Tardi, en álbumes como los de Néstor Burma o en Juegos para morir. Incluso parece que hay un guiño en el dibujo de algunas casas o en la manera que tiene Tardi de colocar mensajes en las paredes que asoman tras los personajes. También aquí, pues en una viñeta de El caso David Zimmerman vemos una gran pintada sobre un muro en el que puede leerse: “Free Gaza”.

Los Harari han acertado en el original desarrollo de la trama, en las pausas, en esas viñetas silenciosas que aportan densidad, un tempo especial y un particular encanto al relato. Han sabido retratar un París contemporáneo pero alejado de los tópicos de postal, un París teñido de una gama de colores fríos muy adecuada al tono que exige esta historia que introduce la extrañeza en lo cotidiano. A medio camino del thriller y la novela negra, El caso David Zimmerman mezcla lo natural y lo sobrenatural para construir una historia que puede leerse también como una reflexión sobre la alteridad y sobre la posibilidad o no de amar más allá del aspecto físico.

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Lucas Harari (París, 1990) ya se había dado a conocer en nuestro país con una celebrada obra en solitario (La última rosa del verano, 2022) y ahora se asocia por primera vez con su hermano para escribir, a medias, el guion de El caso David Zimmerman. Arthur Harari (París, 1981) es cineasta y ha coescrito dos películas; la más reciente es Anatomía de una caída (2023), galardonada con la Palma de Oro del festival de Cannes, un Globo de Oro, un Oscar y un César al mejor guion original.