Así ha conquistado el podium la periferia musical

Cuando en diciembre de 2018 la revista Rockdelux decidió poner en su portada a J. Balvin tanto lectores como no lectores se indignaron y escandalizaron al creer que el faro de lo alternativo había sucumbido a la basura comercial latina, pero lo cierto es que supieron ‘estar al loro’ de un artista que hizo evolucionar el género.
Y es que quedarse con el perreo, el Auto-Tune, el bum-bum-chac y los estereotipos del género es rascar solo su superficie.
Desde que en Panamá se empezó a adaptar al castellano el dancehall jamaicano, la bola fue creciendo con los portorriqueños Vico C y Daddy Yankee que sentaron las bases, el primero al fusionar ritmos caribeños y dembow en su álbum Hispanic soul (1991) y el segundo al acuñar la palabra reguetón, que definiría el género, y lanzar el primer bombazo internacional con Gasolina (2004).
Daddy Yankee en una actuación en el Parque Fundidora de Monterrey, en México .
Omar ValdezLo que vino después fue como una deflagración nuclear que ha situado la periferia del Caribe en el centro del universo pop.
Tanto es así que, ¿de verdad alguien se puede creer que el gentío que acudirá a los conciertos de Bad Bunny el año que viene solo son hijos alienados de padres estupefactos?
¿O que Rosalía perdió algo de su arrolladora personalidad por incorporar el reguetón en alguno de sus temas más célebres?
Los mismos que se rasgaron las vestiduras con los movimientos de pelvis de Elvis son los que ahora ven en el perreo una muestra de sumisión femenina, cuando en el fondo ambos son rotundas formas de libertad de expresión.
Y el ostentoso “bling-bling” de los reguetoneros entronca con el de los hiphoperos o con el Brand new Cadillac de Vince Taylor y The Clash; es lógico ya que la mayoría de ellos son músicos de clase humilde que gracias a su arte pueden aspirar a una vida mejor.
Algo que conecta con el futbol; solo hace falta ver la cadena de oro y brillantes que el cantante dominicano El Alfa le ha regalado a Yamine Lamal para celebrar su mayoría de edad.

Madonna y Maluma, juntos en Las Vegas en 2019
Reuters / Mario AnzuoniEl éxito del reguetón hizo que hasta Madonna no dudara en arrimarse a Maluma para invitarlo a cantar en Medellín, el primer single de su álbum Madame X.
Es evidente que cuando el reguetón alcanza su mayor gloria es al fusionarse con otros estilos. Y de eso sabe mucho el boricua Tego Calderón que sentó cátedra con su álbum de debut, El Abayarde (2002), un clásico del reguetón y la música latina que muestra su orgullosa negritud, conectando el parloteo rimado en castellano con la salsa de su paisano Ismael Rivera.
Tal fue su trascendencia que la revista Rolling Stone lo ha situado en el puesto 125 de los 250 mejores discos del siglo XXI. Sin este disco no existiría el actual Bad Bunny de DeBÍ TiRAR MáS FOToS, cuyo vínculo con la música tradicional portorriqueña la ejemplariza a la perfección su paso por el Tiny Desk, en una memorable actuación que ha pasado a los anales de estos conciertos en formato íntimo.
La tendencia del reguetón a recuperar las raíces también la evidencia el último trabajo de Rauw Alejandro -con el muy significativo título de Cosa nuestra, un guiño descarado a Willie Colón y Héctor Lavoe- en el que mezcla reguetón y trap con salsa, bolero o merengue.

Rauw Alejandro
LIVE NATION / Europa PressEsta propensión al revival la constata el nuevo disco de la colombiana Karol G, Tropicoqueta, con una portada vintage en la que se la puede ver en pose erótica, a lo vedette latinoamericana, estirada sobre unas congas, a la manera de aquellos recopilatorios Cañonazos bailables de Discos Fuentes. En su compota mezcla reguetón con merengue, bachata, cumbia o vallenato y entre los ‘featurings’ se encuentra hasta el mismísimo Manu Chao.
Combinar reguetón con otros géneros se ha convertido en la mejor manera de sobresalir de un nicho sobreexplotado, aunque eso signifique pecar de conservadurismo.
Algo similar ha sucedido con la nueva música africana que del gueto de la “world music” ha pasado a romper la pana internacional gracias a los afrobeats.
Y no estamos hablando de Fela Kuti sino de WizKid, Davido y la constelación de nuevos músicos que desde países como Nigeria o Sudáfrica han inventado una rutilante nueva música que mezcla, hip hop, electrónica y cadencias africanas, hasta convertirse en punta de lanza de la modernidad.
En su éxito ha tenido una importancia decisiva la numerosa diáspora africana. Hasta el extremo de llenar grandes recintos en Occidente.
Así, WizKid colgó el cartel de “sold out” durante 3 noches en el 02 Arena de Londres -con capacidad para 20.000 personas- durante la gira de presentación de su aclamado álbum Made in Lagos (2020).
Por su parte el también nigeriano Burna Boy fue el primer artista africano en llenar el Madison Square Garden de Nueva York, antes de debutar en el Primavera Sound.

Chris Martin, de Coldplay
ARCHIVOY ahora se apunta al carro hasta Mick Jagger que colabora en el flamante nuevo álbum de Burna Boy, No sign of weakness, publicado la semana pasada.
O Coldplay que en su último disco Moon music invita a Burna Boy y a la emergente Ayra Starr. Por no hablar del nuevo urban pop catalán; algunas canciones de la renovada y exitosa Maria Jaume beben bastante de afrobeats y reguetón.
Otro fenómeno sumamente innovador está conquistando el mundo desde los ‘townships’ sudafricanos. Se trata del amapiano, un relajado y elegante ritmo, bailable y lounge a la vez, mezcla de deep house, jazz y kwaito, que pone el énfasis en sintetizadores, gomosas líneas de bajo y ritmos percutivos, electrónicos y acústicos, y que ha obtenido una gran difusión gracias a plataformas como TikTok.
Entre sus representantes más destacados figuran los pioneros Kabza De Small y DJ Maphorisa; juntos, actuando como Scorpion Kings, ofrecieron hace 3 años una inolvidable sesión de seis horas en el Sónar.
En la misma edición actuó la bailarina y cantante Kamo Mphela, otro nombre emergente del amapiano.
En el apartado de música electrónica africana más avanzada cabe mencionar a Nyege Nyege Tapes, un sello independiente sito en Kampala, la capital de Uganda, que explora, produce y edita música underground, con artistas de diversas partes de África que conectan y expanden las nuevas tendencias mundiales.
Algunos de ellos ya los hemos podido escuchar aquí, como DJ Travella o Kampire Bahana; esta última es una pinchadiscos, escritora, activista y feminista queer con un prestigio ganado a pulso en sesiones realizadas en el Nyege Nyege Festival, que se desarrolla en Jinja, una localidad a orillas del lago Victoria, y que cada año desde 2014 atrae a fans de todo el mundo para celebrar la diversidad de la música contemporánea africana. Algunos de sus sets están disponibles en YouTube.
Especialmente recomendable es el Boiler Room x Nyege Nyege Festival del 2018. Puro afrofuturismo en su mejor expresión.
lavanguardia