Seleccione idioma

Spanish

Down Icon

Seleccione país

Mexico

Down Icon

Emilio Payán: Detener el tiempo

Emilio Payán: Detener el tiempo

Emilio Payán

L

a infancia de Samuel Meléndrez Bayardo (1969) transcurrió en Guadalajara. Sin embargo, debido a la militancia de su padre, Samuel Meléndrez Luévano, dirigente estudiantil de la Universidad de Guadalajara y miembro del Partido Comunista Mexicano, la familia se vio obligada a emigrar a Praga, Checoslovaquia, en 1975, bajo el manto protector de la Unión Soviética que en ese entonces ofrecía asilo a militantes de izquierda que eran perseguidos o acosados por los regímenes de sus países de origen.

Meléndrez Luévano formó parte del Comité Central del partido, junto a figuras destacadas como Arnoldo Martínez Verdugo, Gilberto Rincón Gallardo y Gerardo Unzueta, todos ellos hombres excepcionales y fundamentales en la historia de la izquierda mexicana.

El joven Samuel Meléndrez recuerda sus primeros trazos con crayolas y lápices de colores como si fuera ayer. Tenía entre 5 y 6 años cuando esbozó sus primeras líneas y llenó de colores las posibilidades de su mundo. Su espontaneidad infantil fue su forma de expresión para contar historias y explorar su entorno, y así comenzó su viaje por el arte. Pasó por la Escuela de Formación Artística Infantil del Instituto Nacional de Bellas Artes, que ofrecía una educación de alta calidad para niños, lo que fue fundamental en su formación artística. Después de vivir en el extranjero durante dos años, Samuel Meléndrez cursó la secundaria en la Ciudad de México y, antes del terremoto de 1985, regresó a su natal Guadalajara para terminar de estudiar la preparatoria. Había llegado el momento de decidir su futuro académico y profesional. La búsqueda de una carrera se complicó y profundizó cuando descubrió que su pasión por el dibujo y la pintura había resurgido, lo que lo llevó a replantear sus decisiones anteriores y modificar su camino.

Aunque no terminó la carrera en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara, Meléndrez tiene referencias importantes en su aprendizaje, como Javier Campos Cabello, a quien se rindió un homenaje retrospectivo en el Museo Cabañas y es considerado maestro del tenebrismo. También se inspira en artistas como Paul Delvaux, Giorgio de Chirico, con sus cielos profundos, densos y despejados, y René Magritte, así como en el pintor, grabador y caricaturista Manuel Ahumada.

Samuel encontró su estilo cuando enfocó su trabajo en el paisaje urbano; se considera un adicto a las ciudades, donde descubre la belleza oculta que se encuentra más allá de la publicidad y la industria. Su verdadera pasión radica en capturar la esencia de la arquitectura, ya que es una forma de rendir un homenaje a la memoria y el pasado. A través de su obra, intenta preservar el legado arquitectónico de la ciudad que pinta. Su obra combina el realismo y el hiperrealismo con elementos surrealistas y metafísicos de la primera mitad del siglo XX, lo que crea un universo paralelo que parece pertenecer a un mundo ficticio, provocando una sensación de extrañeza. Meléndrez tiene un amor profundo por la fotografía y una fijación con la proyección de sombras a partir de las estructuras.

Las piezas de Meléndrez son una reflexión sobre la dolorosa conciencia del paso del tiempo y su impacto en nuestra existencia. El artista considera que una de las mayores tragedias humanas reside en la constante vocación por el tiempo perdido: momentos valiosos y memorias irrecuperables. Su obra funciona como un recordatorio de los fantasmas del pasado, capturando el instante en que el tiempo parece detenerse; así, el espacio y el silencio cobran vida a través de sus pinturas, que buscan preservar lo efímero y darle un significado a lo que ya no está.

Samuel Meléndrez pinta edificios que están cargados de vivencias y recuerdos y logra, a través de la arquitectura y la memoria, obtener una manera de vencer la incertidumbre que define nuestro presente.

jornada

jornada

Noticias similares

Todas las noticias
Animated ArrowAnimated ArrowAnimated Arrow