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Morante, la memoria del toreo y dos que se han olvidado de torear: nueva lección del maestro de La Puebla en Sevilla

Morante, la memoria del toreo y dos que se han olvidado de torear: nueva lección del maestro de La Puebla en Sevilla

Ficha A Morante de la Puebla el tratamiento de lo suyo le ha dejado dentelladas en los recuerdos, un borrado parcial de faenas, obras de arte que habitan en nosotros. La Maestranza le refrescó ayer, por si acaso, la belleza esculpida el último 1 de mayo sobre el albero. Estas secuelas de los electrochoques, la pérdida de memoria, el fundido en negro, no dejan de ser paradójicas siendo Morante la memoria del toreo. Un museo histórico de tauromaquias añejas y, sobre todo, un archivo emocional. Que se enciende ante el toro para que brote el toreo. MdlP no se ha olvidado de torear, esto es obvio. En verdad, se han olvidado otros. Allí estaban José María Manzanares y Alejandro Talavante para demostrarlo una vez más.

Parten de una base que ahonda el contraste: citan donde Morante pisa, ponen la muleta donde él se coloca y se los pasan por donde el embroque pierde su nombre. Y la taleguilla de Morante, embadurnada en sangre de toro, acaba siendo la prueba diaria del algodón. Cuando se echó la noche, el hilo blanco y el fondo turquesa de su vestido ya eran una franja roja por su faja.

La lección de torería y valor del maestro en sus dos toros -ningún regalo- selló la tarde, recompesada con una oreja que empataba con Manzanares solo en el marcador. La diferencia se hacía abisal porque además el alicantino gozó de un lote de Puerta del Príncipe. Si bueno y enclasado fue Zarabando, superlativo resultó Frangeado, preñado con la bravura más cara de toda la feria. Ese pitón izquierdo para haber bordado y parado el toreo. Caray con Matilla, flaco favor le ha hecho a su poderdante en estos momentos de no sentirse por ningún lado. El toro, que era de los que te ponen a torear bien y despacio, pareció recuperar -también el anterior- en algún momento al lejano JMM. Pero no. Tardó un siglo en ver la mano clarísima -ese Paraíso en la izquierda- no lo cuajó y al final lo pinchó. Desperdició la ocasión vital para reflotar su declinante carrera y la relación ya mortecina con Sevilla.

Vayamos a lo importante.

Un primero de Matilla, bajo y bien hecho, se condenó pronto al pañuelo verde con su escaso poder y sus blandos apoyos. A Morante se le vino por dentro, se le quedó por debajo y, aun así, le sopló una verónica primorosa y una media hermosísima y quebrantadora que crujió a la plaza tanto como al toro. El sobrero, del mismo hierro, se montaba, altón y muy armado, enseñando las puntas. Fino de pitón pero no de hechuras. Se emplazó encampanado. Morante anda con una confianza extraordinaria. Tanta, que se fue a los medios a recogerlo, sobre las piernas. Que dan seguridad al corazón. Y, una vez cerrado, se estiró a la verónica. Poderoso, valiente, vozalón. De una determinación asustante. Le jodía al toro ir sometido, y se revolvió. Un desarme apuradísimo. La faena siguió presidida por la decisión, la torería y la inteligencia. Para entender de entrada al bruto a su altura y exigirle más después. Hubo tandas extraordinarias por una y otra mano, que sumaron un mérito sordo: cuando ligaba los obligados de pecho, la embestida se rebotaba. No sé si se enteró mucho la gente. Del prólogo por alto -un pase del desprecio de cartel- al epílogo abierto con una trinchera monumental. A pies juntos el final. La espada enfrió un ambiente que nunca se terminó de calentar. La banda tocó el pasodoble de Curro Romero.

Se habrían de enterar con un cuarto negrito de lavada y astifina expresión al que armó precisamente con la suya, con la expresión morantista hecha de viejos bronces, un alboroto grande. Los ayudados por alto de la apertura desprendieron aromas de Rafael el Gallo. Sobre la mano derecha se puso a compás, y sobre la izquierda pronunció el toreo. El fondo del toro no aguantaba y, desde entonces, a partir del tercer muletazo se descomponía, al final ya rajado. Morante, asentado, atalonado, ofreciendo el medio pecho, se ofrecía entero; la pierna de fuera adelantada. Le arrastró con los traseros el toro y el susto encogió el espíritu de Sevilla. Arrebatado de orgullo, MdlP, cerrado en tablas, arrancó por inconmensurables natulares, tragando con todo, los oles más roncos de la plaza. Un espadazo, una oreja de ley. Paseó el ruedo un torero que se había vaciado por completo.

Cornada de Javier Ambel en el tercero de la tarde
Cornada de Javier Ambel en el tercero de la tardeEfe

Talavante, desde que reapareció en 2021, se ha quedado amnésico de quien fue, desmemoriado del toreo. Infecundo e incapaz para que la llama vuelva a prender en él. Se asoma al muletazo como si fuese su pasado. Y no lo encuentra ni se encuentra. Todo es periférico. Fue el tercero un toro propio de Guijuelo. Pero los de Guijuelo también hieren. A Javier Ambel le rajó el muslo, de arriba abajo, a la salida de un par con la querencia a la espalda. No valió el toro. Sí el último. Y mucho. Buena corrida. AT tiró del efectismo desde el arranque por cambiados en los ruedos, esa arrucina temeraria. El toreo serio y Talavante caminan por senderos parelelos. No se cruzan ni por accidente. No posa la muleta ni muerto. Un cambio de mano fue lo mejor. El resto, morralla para la plebe. Que pidió la dos orejas -"¡torero, torero!", gritaban- porque Talavante hacia fruslerías en tablas, más fruslerías quiero decir, ya con el toro rajado, y mató con rectitud. Menos mal que la presidencia se puso en su sitio y frenó el locurón en un trofeo.

Igual no es sólo que estos se hayan olvidado de torear y resulta que Sevilla ha borrado también los códigos del toreo que custodia Morante en su memoria.

Javier Ambel sufre una herida por asta de toro en el compartimento anterior del muslo derecho suprafascial con trayectoria anterior ascendente entre recto anterior y vasto interno con scalp de 30 cm. sin afección de estructuras vasculares. Se procede a lavado quirúrgico, hemostasia correcta, colocación de drenaje y cierre por planos bajo anestesia. Se traslada a hospital Viamed Santa Ángela de la Cruz de Sevilla, pronóstico menos grave.

PLAZA DE LA MAESTRANZA. Lunes, 5 de mayo. Octava de feria. Lleno de «no hay billetes». Toros de Matilla; todos cuatreños, (cuatro primeros con el hierro de Hnos. García Jiménez -incluido el sobrero, 1º bis- y dos -5º y 6º- de Olga Jiménez); de distintos remates y resiedades; buenos en conjunto; con clase el 2º; extraordinario el 5º; bueno el 6º; el lote más complejo 1º bis y 4º; el 3º no sirvió.

MORANTE DE LA PUEBLA, DE TURQUESA E HILO BLANCO. Pinchazo y estocada perpendicular desprendida. Aviso (saludos); estocada. Aviso (oreja)

JOSÉ MARÍA MANZANARES, DE AZUL MARINO E HILO DE COBRE. Estocada (oreja); pinchazo y estocada (saludos).

ALEJANDRO TALAVANTE, DE BLANCO Y ORO. Estocada desprendida (silencio); estocada (oreja y fuerte petición).

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