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José Antonio Rojas Nieto: Economía política de los energéticos: la sexta

José Antonio Rojas Nieto: Economía política de los energéticos: la sexta

Economía política de los energéticos: la sexta

José Antonio Rojas Nieto

M

e preguntan las razones por las que mi curso optativo no se llama solamente Economía Energética, sino Economía Política de los Energéticos y del Desastre Climático. Abono un poco sobre lo primero; en otro momento comentaremos el carácter desastroso del cambio climático.

Esta semana dio inicio mi curso Fundamentos de Economía Política. Estudiantes de primer ingreso a la licenciatura en nuestra querida UNAM: ¡gran orgullo recibirlos! Les propongo mi curso optativo, en continuidad con mi curso básico. Propongo introducirnos en la concepción fundante de Aristóteles: polis, y con ello recoger su visión global sobre las formas en que la sociedad garantiza no sólo vivir, sino vivir bien. Lo indica cuando urge una adecuada rematística, una adecuada adquisición.

Y en ese contexto les propongo ingresar a identificar las tendencias de larga duración, como sugiere Fernando Braudel. Así, nos ayudamos de la primigenia concepción de Quesnay sobre la reproducción social y el producto neto; la brillante visión de Adam Smith sobre los trabajos productivo e improductivo, la potencialidad del primero y la acumulación de capital. Asimismo, la aguda duda de Roberto Malthus sobre la evolución desigual del crecimiento de la población y de su capacidad de manutención. También de la suspicaz perspectiva de David Ricardo sobre los costos diferenciales de los productos de la explotación de recursos naturales. Y la continuidad, pero también la ruptura de Karl Marx con estos clásicos.

Sí, propongo una inmersión inicial pero cuidadosa en el aparato conceptual clásico y su crítica en Marx. De ahí –les indico– entraremos cuando lo deseen al análisis de lo energético. Tremendo reto, tremenda responsabilidad; por lo demás, fascinante y apasionante por la exigencia de justicia que supone la desigual explotación, producción y apropiación de los energéticos y de sus rentas. Y la desigual responsabilidad de sus daños, de sus emisiones de gases de efecto invernadero por el trabajo especulativo.

¿Qué hacer frente a todo esto y la alentadora perspectiva teórica clásica y su crítica en Marx? ¡Generar producto neto, gritan los fisiócratas! ¡Limitar ese crecimiento poblacional, gritan los malthusianos vulgares! ¡Agradecer a Dios las desgracias, alegan los cínicos! ¡Nada dicen rentistas, parásitos y especuladores!

Por fortuna y de alguna manera, David Ricardo abre con mayor profundidad el análisis del trabajo productivo e improductivo; enfatiza en el que explota los recursos naturales, diferenciando las fuerzas de su fertilidad y de su ubicación, y subraya la atención que debemos prestar a los fenómenos que aparecen en el intercambio. Nos impele a descubrir y estimar las transferencias implícitas que obstaculizan el bienestar de la población y da profundidad y mayor sentido a la propuesta de descomponer los precios en salarios, beneficios y rentas.

¡Estupenda reflexión del agudo Ricardo! Aunque Marx –reconociéndolo como nadie– le criticará radicalmente sus limitantes, básicamente su incapacidad de reconocer que el excedente es trabajo no pagado y que constituye la principal transferencia. Lo que exige –asegura– reconocer al valor como forma social histórica no natural y al valor de cambio como mecanismo cuantitativo de reconocimiento de los trabajos privados devenidos públicos y su complejidad.

Y ahí –justamente ahí– ver el comportamiento de larga duración de salarios beneficios y rentas. Y entre éstas la energética, petrolera, del gas natural, del carbón y –por curioso que parezca– del sol, del viento, del calor endógeno, de las marinas, de la biomasa y, por curioso que parezca, renta eléctrica. Pues bien, este es el origen teórico y metodológico de la nominación de mi curso optativo Economía Política de los Energéticos y del Desastre Climático. Sí, desastre climático, del que contaré un poco más en otro momento. Es parte esencial de mi vida y me instruye. Por ello propongo una vez más: “Acata lineamiento”. Larga duración; delgado pero firme. ¡Y a vivirlo cuadra por cuadra! Siempre en perspectiva. Siempre con entusiasmo. Siempre con esperanza. Siempre con ilusión. De veras.

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