Gaza, vivienda digna y el futuro de nuestras democracias

Cerramos un curso político intenso, lleno de turbulencias y retos mayúsculos. Pero hay dos cuestiones fundamentales que marcarán el futuro de España y el futuro del mundo: la vivienda y Gaza.
La ciudadanía se pregunta cómo es posible que la política no sea efectiva para garantizar un derecho tan elemental como el derecho a un techo digno y cómo es posible que la comunidad internacional no detenga un genocidio que se produce ante nuestros ojos.
Ambos conflictos son caras de la misma moneda: la confrontación de los de arriba y los de abajoLa vivienda es hoy el principal factor de la desigualdad y ha escalado a la primera posición en las preocupaciones de la ciudadanía. Miles de jóvenes y familias trabajadoras se ven en la imposibilidad de acceder a una vivienda digna por unos precios desbocados. Sin una respuesta clara, las nuevas generaciones vivirán peor que las anteriores, no lo podemos permitir.
Creemos que tanto en el Estado como en la Generalitat hay mayorías de izquierdas para empujar estos cambios, se ha demostrado que cuando se quiere, se puede. Como cuando en Catalunya Comuns, ERC, la CUP y el PSC llegamos a un acuerdo para poner fin al fraude de los alquileres de temporada. Este es el camino: acuerdos en las instituciones y presión ciudadana en las calles. Garantizar el acceso a la vivienda es asegurar libertad, igualdad y futuro para todo el mundo.
A pesar de estos avances, hay que ir más allá. Los presupuestos del 2026 tienen que ser una oportunidad para dar un nuevo impulso a las políticas que garanticen el derecho a la vivienda. En la negociación exigiremos al Govern de la Generalitat, antes de nada, cumplir los acuerdos vigentes. Todavía hay que desplegar un cuerpo de inspectores para aplicar el régimen sancionador a quien se salte las leyes de vivienda, por eso también necesitamos el registro de grandes tenedores y la unidad contra los desahucios. Seguiremos situando las prioridades del país en el centro de las negociaciones: el derecho a la vivienda y una solución para dignificar Rodalies.
La segunda gran batalla es Gaza y los derechos del pueblo palestino. Hace meses que asistimos con horror al genocidio perpetrado por el Gobierno de Netanyahu, con la complicidad y pasividad de las potencias occidentales. Las bombas sobre hospitales y escuelas y ahora el hambre son una estrategia deliberada para aniquilar al pueblo palestino. Ante esta barbarie, la sociedad civil catalana y europea se ha movilizado exigiendo el embargo de armas, la ruptura de relaciones institucionales de los gobiernos y del acuerdo comercial entre la UE e Israel.
Y a pesar de la cobardía de demasiados gobiernos europeos que siguen cerrando los ojos ante la barbarie, aquí en el Estado se han conseguido hitos significativos por los cuales los Comuns hemos estado empujando en todos los niveles institucionales: como el impulso del embargo de armas a Israel, la ruptura de relaciones institucionales con el Gobierno israelí promovido por el Parlament de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona o el cierre de la Oficina de la Generalitat en Tel Aviv.
A pesar de estos avances, la respuesta global es claramente insuficiente. Por eso desde los Comuns hemos propuesto que Naciones Unidas impulse una misión humanitaria para proteger a la población civil de Gaza, haciendo uso de la fuerza si hace falta, para garantizar la entrada de alimentos y medicamentos, ante una hambruna que puede afectar cerca de 300.000 personas según la UNRWA.
Vivienda y Gaza no son batallas separadas: son dos caras de una misma moneda. Un país que permite que los fondos de inversión decidan quién se puede quedar a vivir y quién se tiene que marchar no es un país libre. Y una Europa que calla ante un genocidio no tiene futuro. Estas dos realidades—el acceso a la vivienda y la barbarie en Gaza—, comparten una misma raíz: la confrontación entre los de arriba y los de abajo, entre los intereses económicos y militares de los poderosos y el derecho a una vida digna de la gente. Nos obliga a escoger de qué lado queremos estar.
Ahora toca escoger. Y nosotros lo tenemos claro: con la gente, y contra la especulación y la barbarie.
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