Neurólogo: Las migrañas no desaparecen después de la menopausia; es un mito que perjudica a las mujeres

Las migrañas no necesariamente desaparecen después de la menopausia; al contrario, pueden empeorar y volverse más resistentes al tratamiento en muchas mujeres, según una revisión de investigación dirigida por la neuróloga polaca Dra. Marta Waliszewska-Prosół. Este hallazgo contradice el mito de que las migrañas desaparecen después de la menopausia.
Hace muchos años, se creía que las migrañas eran algo natural y que quizás desaparecieran después de dar a luz o de la menopausia. Este es un mito que aún afecta a muchas mujeres, enfatizó la Dra. Waliszewska-Prosół, del Centro Universitario de Neurología y Neurocirugía de la Universidad Médica de Breslavia, en una entrevista con PAP.
"Este tipo de afirmaciones hacen que no se tome en serio a las mujeres. Las envían de especialista en especialista, les recetan analgésicos y las etiquetan de histéricas. Estas pacientes acuden a mí y me dicen: 'Se suponía que iba a mejorar, pero es peor'", añadió.
El equipo dirigido por la Dra. Waliszewska-Prosół recopiló y analizó datos de diversos estudios epidemiológicos, observacionales y experimentales. Con base en ellos, concluyeron que la migraña en mujeres perimenopáusicas es un problema de salud complejo, grave y desatendido. Además, las mujeres de esta edad están prácticamente excluidas de la investigación científica, lo que se traduce no solo en lagunas de conocimiento y falta de especialistas, sino también en la falta de soluciones sistémicas en la atención médica. «Este es un tema que no ha sido desarrollado científicamente en absoluto, y las mujeres de este grupo constituyen uno de los grupos de pacientes con migraña más desatendidos», señaló la científica.
Enfatizó que no existen recomendaciones diagnósticas ni terapéuticas claras para las personas que sufren migraña perimenopáusica, y que muchas preguntas, como las relacionadas con el uso de terapia de reemplazo hormonal (TRH) o anticonceptivos, siguen sin respuesta. «Aún contamos con datos fragmentarios, provenientes de estudios con grupos muy pequeños de pacientes. También existen estudios individuales en animales, pero esto no es suficiente», afirmó la Dra. Waliszewska-Prosół.
Como recordó, la migraña es una de las enfermedades neurológicas más comunes, que afecta a más de mil millones de personas en todo el mundo, tres veces más a las mujeres que a los hombres. Esta desproporción se origina, entre otros factores, en el sistema hormonal. Los estrógenos (hormonas sexuales femeninas) afectan no solo al sistema reproductivo, sino también a los sistemas vascular y nervioso, desempeñando un papel importante en la fisiopatología de la migraña.
Un período particularmente turbulento en la vida de una mujer, hormonalmente hablando, es la perimenopausia, cuando los cambios en los niveles de estrógeno son repentinos e impredecibles. Es entonces cuando, como demuestran los estudios, muchas mujeres experimentan un aumento de los síntomas. Los ataques se vuelven más frecuentes, prolongados y resistentes al tratamiento, y suelen ir acompañados de otros síntomas, como insomnio, sofocos o ansiedad.
La evidencia recopilada por los científicos muestra que uno de los mayores problemas en este campo es la falta de pautas diagnósticas claras. Por ello, los síntomas de esta enfermedad suelen confundirse con los de otras dolencias, y las fluctuaciones hormonales dificultan un diagnóstico preciso. También faltan estudios que evalúen con precisión la eficacia de la terapia de reemplazo hormonal en el tratamiento de la migraña. Los resultados de análisis previos son contradictorios, y el riesgo de complicaciones, que antes se debatía con frecuencia (por ejemplo, el ictus en mujeres con migraña con aura), hace que muchos especialistas no la prescriban.
Otro problema es la falta de un enfoque personalizado para el tratamiento. Los médicos rara vez tienen en cuenta el perfil hormonal individual de cada paciente y su historial de migraña. —Por ejemplo, en mujeres con migraña sin aura, la terapia hormonal sustitutiva (THS) puede mejorar, pero en aquellas con migraña con aura puede aumentar el riesgo de complicaciones cardiovasculares. Por lo tanto, cada caso debe abordarse individualmente y deben desarrollarse pautas terapéuticas separadas para ambos grupos —señaló la Dra. Waliszewska-Prosół.
El experto destacó el acceso limitado a terapias modernas, como los anticuerpos monoclonales que bloquean el CGRP, una proteína clave en la fisiopatología de las migrañas. Si bien su eficacia es prometedora, su alto precio y la falta de reembolso en muchos países los mantienen fuera del alcance de muchos pacientes.
La neuróloga explicó que, de hecho, existe un grupo de pacientes, aunque bastante pequeño, cuyos síntomas de migraña pueden aliviarse o desaparecer después de la menopausia. «Se trata de personas que solo tenían migrañas durante la menstruación. Cuando la menstruación cesa, el desencadenante que causaba los ataques de la enfermedad desaparece de forma natural. En otros casos, ocurre lo contrario: los síntomas se intensifican, se cronifican y los medicamentos dejan de surtir efecto», explicó.
La situación se complica aún más por el hecho de que el período premenopáusico y posmenopáusico es un momento particularmente difícil en la vida, cuando se solapan problemas biológicos y sociales. El estrés relacionado, por ejemplo, con la pérdida del empleo, los nuevos roles sociales y la aparición de comorbilidades (p. ej., hipertensión y cáncer) puede afectar la evolución de la enfermedad. Con frecuencia, estos factores encubren el problema de la migraña, que, sin embargo, empeora naturalmente bajo la influencia de estos factores. Los pacientes acuden a distintos especialistas —del cardiólogo al ginecólogo y viceversa— y nadie toma las decisiones terapéuticas correctas. A menudo, ya no se les pueden recetar triptanes, ya que las contraindicaciones son la hipertensión o ser mayor de 65 años —afirmó el investigador—.
Por eso, en su opinión, es tan importante un enfoque holístico, que incluya la autoobservación, la atención psicológica, el seguimiento de la evolución de las migrañas y la vigilancia de los médicos de atención primaria.
La investigadora señaló que la migraña sigue siendo una enfermedad estigmatizada y trivializada. Sin embargo, como enfatizó, es una enfermedad neurológica como cualquier otra, con sus síntomas clínicos, complicaciones y efectos sociales característicos. «Además, puede alterar el funcionamiento del cerebro. Cuanto más tiempo se deja sin tratar, más difícil es controlarla y tratarla», explicó.
En Polonia, la situación es excepcionalmente difícil. El estudio de la Dra. Waliszewska-Prosół, realizado hace unos años con 3500 pacientes polacos, demostró que la incidencia de migrañas en nuestro país es una de las más altas de Europa. «Hemos tenido que esperar más tiempo para el reembolso de los medicamentos. La calidad de vida de los pacientes es muy mala. El alto nivel de presentismo (es decir, ir a trabajar a pesar de estar enfermo, lo cual se asocia a una disminución significativa de la productividad) genera enormes costes», explicó el entrevistado a PAP.
Como él mismo señala, ya es hora de "sacar la migraña de la clandestinidad". Aunque no es una enfermedad rara, con demasiada frecuencia permanece invisible. Y precisamente por eso requiere mayor atención, mejor financiación y, sobre todo, comprensión.
Katarzyna Czechowicz (PAP)
acp/ agt/ amac/
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