El abuso infantil podría estar pasando desapercibido para la salud

Según un resumen del estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Oporto (FMUP) enviado a la agencia de noticias Lusa, “solo el 2%” de los menores de 16 años seguidos en la Unidad Local de Salud de Matosinhos, en el distrito de Oporto, de 2001 a 2021, son señalados como probables víctimas de abuso, negligencia o disfunción familiar, es decir, alrededor de 900 de más de 40 mil.

“Y cuando sabemos que la violencia doméstica, según las estadísticas de diversas asociaciones, y también del RASI [Informe Anual de Seguridad Interna], afecta a alrededor del 20 o 25 % de las familias en Portugal, si en este período y con esta muestra solo se detectó el 2 %, algo anda mal”, añadió la profesora de la FMUP Teresa Magalhães a Lusa, advirtiendo a los responsables de la toma de decisiones públicas, profesionales de la salud y educadores.

“Detectar y denunciar los casos de víctimas de traumas infantiles es esencial para establecer un tratamiento precoz y, así, evitar la escalada de daños a su salud actual y futura”, afirmó Teresa Magalhães.

Para el profesor, “la falta de comunicación por parte del sistema de salud retrasará o incluso impedirá que las víctimas accedan al apoyo médico, psicológico, social, de seguridad y legal que necesitan”.

El estudio también encontró que las personas que experimentaron eventos traumáticos en la infancia tenían un mayor porcentaje de problemas de salud.

Existe un mayor riesgo de sufrir lesiones, que pueden ser más del doble, así como de intoxicaciones, trastornos mentales como hiperactividad y trastorno por déficit de atención, y problemas sociales, en comparación con el resto de la población estudiada.

El trabajo, publicado en enero en la revista académica Frontiers of Medicine, también indica que la diabetes tipo 2 y el colesterol alto son las principales enfermedades que presentan las personas que experimentaron traumas en la infancia.

La diabetes tipo 2 es casi tres veces mayor en este grupo.

Enfermedades como el síndrome metabólico, asma, infecciones urinarias e incluso el cáncer también son más comunes.

Según los investigadores, esta asociación entre eventos traumáticos y problemas de salud podría explicarse por el “estrés crónico” que provoca un desequilibrio en el eje hipotálamo-hipofisario-adrenal, así como una “alteración de la red inmune y neuroendocrina”.

El resumen de la FMUP también afirma que “pueden existir modificaciones epigenéticas en estos niños, debido a cambios en el propio ADN y al acortamiento de los telómeros, un fenómeno asociado a una serie de enfermedades”.

Insistiendo en que las conclusiones son “aterradoras” y “responsabilizan a todos”, Teresa Magalhães advierte que el desarrollo de enfermedades físicas y mentales dependerá en gran medida de la capacidad de los profesionales de la salud para identificar signos y síntomas sospechosos, incluso en ausencia de un signo físico explícito.

La mayoría de las lesiones en niños son accidentales. Sin embargo, los médicos deben estar alerta ante la posibilidad de que una lesión sea señal de abuso, afirma.

La falta de justificación, la localización inusual, patrones y simetría inusuales, las lesiones múltiples y en diferentes etapas de evolución y la búsqueda tardía de atención médica pueden considerarse indicadores.

Desde 2001, el maltrato infantil es un delito público, por lo que una vez que los profesionales sanitarios comunican la sospecha no es necesario presentar denuncia para iniciar una investigación del caso.

Los registros consultados son de atención hospitalaria, tanto en urgencias como en hospitalización, así como en centros de salud.