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La cosecha más negra de la historia: ¿qué pasará con el precio del vino portugués?

La cosecha más negra de la historia: ¿qué pasará con el precio del vino portugués?

Portugal, como todos los países productores de vino, quiere vender más. Quiere vender a un precio más alto. Esta es una ambición legítima, por la que se ha trabajado arduamente en cada etapa de la cadena: en viticultura, enología, marketing y en iniciativas nacionales e internacionales.

Este trabajo, llevado a cabo por productores, tanto individual como colectivamente, a través de asociaciones e instituciones, ha dado sus frutos. No al ritmo que muchos desean o necesitan, pero los resultados están ahí: reconocimiento internacional para los vinos portugueses, presencia en más mercados, crecimiento de las exportaciones, un mercado nacional dinámico, numerosos eventos, una amplia comunicación sobre el vino y un consumo per cápita que lideramos.

Pero aún queda mucho por hacer. El camino ha estado lleno de baches, avances y retrocesos, pero con un buen progreso.

Sin embargo, el sector atraviesa un momento difícil y complejo, tanto a nivel nacional como, sobre todo, internacional. El contexto socioeconómico es complejo, con menos recursos disponibles para el ocio y, en consecuencia, para las bebidas alcohólicas. La preocupación por la salud va en aumento, y existe una fuerte presión por parte de la OMS y de diversos gobiernos respecto al consumo de estas bebidas, con el vino como ejemplo frecuente.

También surgen desafíos políticos e institucionales, escasez de mano de obra, cambios en los hábitos de consumo y sociales, cambio climático, obstáculos regulatorios y un mercado cada vez más competitivo, con pocas barreras para la creación de nuevas marcas y marketing.

Todo esto genera incertidumbre, retraimiento del consumidor y del comercio . Genera miedo y desinversión, y contribuye al colapso del mercado.

Todo lo que vivimos hoy me recuerda una vieja historia: la historia del vendedor de perritos calientes.

Había un hombre que vendía perritos calientes junto a la carretera. No escuchaba la radio, ni leía el periódico, ni veía la televisión. Solo le importaba su negocio. Usaba el mejor pan, la mejor salchicha, y se esforzaba por tratar bien a sus clientes. También era bueno promocionando: colocaba carteles a lo largo de la carretera, gritaba con entusiasmo cuando alguien pasaba: "¡Miren el perrito caliente especial!", y tenía una clientela excelente.

El negocio creció. Los clientes volvieron, atrayendo a más gente, y el hombre terminó abriendo una tienda más grande. Como el negocio iba bien, envió a su hijo a estudiar a una de las mejores universidades del país. Cuando su hijo regresó, ya graduado, le dijo: «Papá, la situación es crítica. El país está al borde de la bancarrota. ¿Cómo es que aún no te has dado cuenta?».

El padre pensó: «Mi hijo estudió, sabe más que yo. Debe tener razón». Temiendo la crisis, empezó a recortar gastos. Buscó pan más barato y usó embutidos de peor calidad. Dejó de hacer carteles. Dejó de gritar. Abandonó todo lo que hacía que el negocio prosperara.

Las ventas bajaron. El negocio quebró. Y el padre, muy triste, le dijo a su hijo:

—Tenías razón, hijo. Estamos en el peor momento de nuestra vida.

Lo que quiero preguntar es: ¿cuál será el impacto de tanta comunicación negativa en el mercado nacional e internacional?

Los propios productores, asociaciones e instituciones lanzan mensajes pesimistas al mercado: exceso de existencias , “la cosecha más negra de la historia”, un escenario difícil, falta de ventas…

¿Qué mensaje transmite esto al mercado? ¿Acaso la propia industria no está amplificando todo lo negativo, incluidos los problemas de salud, y sembrando dudas en cada vez más personas sobre si deben beber vino o no? ¿Y cómo deben consumirlo?

¿Es este un debate legítimo? Sin duda. Pero ¿será beneficioso para el sector?

Mucha gente ajena al mundo del vino me dice: «Parece que las cosas van mal...». ¿Es eso algo bueno? ¿Alguien se siente motivado a consumir un producto que ha pasado de parecer fantástico y glamuroso a ser difícil de vender?

¿Y qué hay del comercio ? ¿Pagará más? Un importador que se entere de que hay exceso de existencias , que la cosecha será drástica y que el mercado está en crisis, ¿valorará más el vino portugués? ¿O usará esto como argumento para pagar menos?

Entiendo perfectamente que se debe presionar al gobierno. Pero ¿no están las opiniones políticas de algunos actores de la industria por encima de las comerciales?

En el fútbol y otros deportes de equipo, se dice que los problemas se resuelven en el vestuario. Sí, hoy en día todo acaba saliendo a la luz. Pero quizás la industria necesite replantear su forma de comunicarse. Quizás necesite transmitir un mensaje más contundente, más seguro y más positivo.

De lo contrario, corre el riesgo de ser como el vendedor de perritos calientes... que terminó demostrando que la crisis tenía razón.

sapo

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