¡Cambiad hermanos, ahora!

Llegué a la puerta, le agradecí al conductor y me fui, dándole 4 estrellas. Siempre pienso que puede haber algo mejor.
“MANOS PARA EL INTERCAMBIO”, se lee en la gran puerta de cristal a la entrada del edificio. La admisión es sencilla, nada complicado.
Justo en la entrada dejas a tus cuatro hermanos, que inmediatamente se redistribuyen en las distintas plantas. Sin justificaciones, cuestionarios ni juicios. Llegas, te inscribes, depositas a tus hermanos, visitas el edificio, eliges el mismo número de hermanos, pagas y te vas con ellos. Simple.
En una sola visita hay que decidirlo todo.
La única regla es elegir por carácter y características, sin ver nunca las caras.
Dejas a María, la mayor, molesta y controladora, que se cree llena de privilegios y siempre tiene un comentario negativo al pendiente de todo. Dejas a Luís, el mayor, siempre con la razón, que además molesta a todos porque se cree el señor de los privilegios. Dejas a Rosarinho, la hermana después de ti, demasiado blanda, poco aliada contra los demás, vanidosa y preocupada sólo de sí misma, poco o nada de los demás. Dejas a Manel, más joven que tú, el que te quitó los privilegios de ser el más pequeño, el mimado que cree que todo le corresponde.
Y piezas en busca de reemplazos.
Luego comenzará su visita recorriendo todo el edificio, hasta llegar a la cima. Habitación tras habitación, piso tras piso, seleccionas tarjetas con rasgos de personalidad que te pueden interesar.
Se busca el sentido común, nadie es perfecto (¡ni siquiera nosotros, lo sé!). Prefieres buscar una secuencia parecida a la que estás acostumbrado (ser el tercero de cinco hermanos), para que no sea demasiado shock.
En el 1er piso buscas una más antigua, sacas dos o tres tarjetas, algunas parecidas a la que tenías, pero en todas corriges rasgos de personalidad o intereses y buscas otras que creas ideales para complementarte.
En el siguiente piso buscas al chico mayor, no es que no tenga cosas parecidas a las que tú tenías, pero te das cuenta de otras cualidades que podría utilizar y que nunca habías pensado.
Luego viene la siguiente hermana, encuentras otra con buen gusto y activa en temas más sociales y solidarios que nunca soñaste que sería bueno descubrir.
Más arriba seleccionarás al más joven, eliges al que te parezca un poco más maduro, un aliado más que un competidor, que te divierta y tenga buenas ideas de programas!
Llegas arriba, te sientas en la azotea, pides un café y analizas una vez más las tres o cuatro cartas de cada persona que has recogido. Vas eliminando poco a poco hasta llegar a la selección final.
Al fin y al cabo, te centraste en rasgos de cada uno que, ahora piensas, tus hermanos pudieron incluso tener, pero que revelaron poco o que tú nunca habías descubierto. ¡Lo sentimos!
Una vez elegidos vuestros “cuatro fantásticos”, bajáis a recepción, os entregan un folleto colorido “Día de los Hermanos – 31 de mayo” (¡oh! ¡qué buena idea!), os confirman vuestra elección y os preparáis para pagar.
– Muy bien, João Paulo, ¿estás contento con tu elección?
– Sí, gracias, espero haberlo entendido bien…. ¡Esta nueva oportunidad de poder elegir lo que antes no podíamos es fantástica, ya que estaba predeterminado cuando nacimos! ¡Habría muchos menos conflictos en el mundo si todos tuvieran esta oportunidad desde el principio! Menos conflicto en casa, menos conflicto en el mundo, ¿verdad?
- ¡Por supuesto! El sueño de poder elegir la familia en la que naces, ¿verdad?
- ¡Eso! Estoy muy feliz... ¡Espero haberlo hecho bien! ¿Cuánto te debo?
- Nada.
- ¿Nada? ¡¿Como esto?! Te entregué a mis hermanos en la entrada y me voy con cuatro nuevos hermanos... ¡No me digas que soy el cliente número un millón, o que tengo un patrocinador secreto!
—No, Juan Pablo.
- ¿Entonces?
– Al fin y al cabo, no nos debe nada: al fin y al cabo, al elegir a los hermanos que creía merecer y necesitar, acabó eligiendo a los que ya tenía en casa, sus hermanos de siempre. ¡No lo sabía, pero siempre fueron la elección correcta para ti!…
observador