Después de todo, ya no era una copia de la Carta Magna.

Se considera uno de los documentos fundacionales del pensamiento político y del derecho occidental. Franklin Roosevelt, en su discurso inaugural de 1941, lo calificó de testamento medieval de las "aspiraciones democráticas".
Redactada en 1215 y firmada por el rey Juan de Inglaterra, la Carta Magna no sólo garantizaba las libertades y los derechos de sus súbditos, sino que también limitaba el poder de los monarcas ingleses, declarando que ni siquiera ellos estaban por encima de la ley. Básicamente, se trataba de un acuerdo entre el rey y los barones: a cambio de algunas concesiones, incluidas limitaciones fiscales, los nobles reafirmaban su lealtad al soberano.
Entre 1215 y 1300, diferentes reyes de Inglaterra renovaron su compromiso con estos principios, produciendo nuevas copias del documento. Se cree que en total pudo haber unos 200 originales. De ellos, hoy se conservan 24, principalmente en instituciones y colecciones británicas.
Dada la importancia única del texto de la Carta Magna, abundan las copias posteriores. Y todo apuntaba a que no era más que un manuscrito adquirido por la Facultad de Derecho de Harvard (Massachusetts, EE.UU.) en 1946 y posteriormente colocado en un rincón de la biblioteca universitaria, donde quedó olvidado durante décadas. Había sido catalogado como copia de 1327.
Hasta que dos profesores de historia medieval decidieron investigar el documento con lupa y descubrieron que, después de todo, había muchas probabilidades de que se tratara de un original perdido.
"Los profesores, que pasaron un año investigando el documento de Harvard, creen que procede de la ciudad de Appleby, en Cumbria", escribe la BBC .
Pasó por manos de una familia terrateniente, de apellido Lowthers, quienes la entregaron a Thomas Clarkson (1760 – 1846), un destacado escritor y político que luchó por la abolición de la esclavitud. Desde allí, pasó por herencia a la familia Maynard, uno de cuyos miembros vendió el documento en una subasta de Sotheby's en 1945.
En aquel momento, un librero londinense compró el manuscrito por 42 libras, una suma modesta pero que aun así resultó un mal negocio, ya que unos meses más tarde la Universidad de Harvard lo adquiriría por 7 libras, el equivalente a unos 400 euros actuales.
El análisis de los profesores mostró que "la escritura y las dimensiones son consistentes con las de los seis originales previamente conocidos de 1300", explica la BBC . En cuanto al contenido del texto, las palabras utilizadas y su orden corresponden exactamente a los documentos de esa época.
La diferencia de 27 años entre la datación anterior y la nueva hipótesis lo cambia todo. Se trata, después de todo , de “un original perdido y extraordinariamente raro de la Carta Magna, del reinado de Eduardo I” , concluyeron los expertos. Hace 18 años, un ejemplar de 1.297 se vendió en Nueva York por 21 millones de dólares.
Jornal Sol