ALP busca frenar la crisis inmobiliaria y restaurar la confianza de los propietarios

La crisis de la vivienda en Portugal sigue siendo una realidad difícil de resolver y varias organizaciones intentan hacer un llamamiento al Gobierno para que minimice los impactos, no sólo del aumento de los precios, sino también de la oferta y la demanda, entre otras cuestiones.
Para ello, la Asociación de Propietarios de Viviendas de Lisboa (ALP) ha enviado al gobierno y a los diputados de la Asamblea de la República un paquete de diez medidas que podrían incluirse en los Presupuestos Generales del Estado del próximo año. El objetivo, según la asociación, es simple: frenar la crisis inmobiliaria y restaurar la confianza de los propietarios, tras años de políticas erráticas que han frenado la inversión y generado un caos en el mercado de la vivienda y el alquiler.
"El gobierno no tiene el tiempo ni los recursos para resolver la crisis de vivienda por sí solo. Es urgente movilizar a los propietarios privados y restablecer la previsibilidad y la justicia fiscal. Sin confianza, no hay viviendas", afirma Luís Menezes Leitão, presidente de la ALP.
Entre las medidas presentadas está la eliminación inmediata del AIMI, que, según ALP, es "un impuesto ideológico que sólo se aplica a la vivienda y genera alrededor de 150 millones de euros al año (menos del 0,1% del Presupuesto del Estado), pero destruye la confianza de los inversores".
Para el ALP, no hay duda: «El AIMI no soluciona nada, pero genera miedo. Al eliminarlo, el Gobierno y el Parlamento envían una señal inmediata de confianza, atrayendo más bienes inmuebles e inversión al mercado y, por lo tanto, sin perder ingresos fiscales».
Pero eso no es todo. También se ha puesto en marcha el fin de la congelación de alquileres, que aún afecta al 16 % de los alquileres nacionales y cuesta a los arrendadores más de R$600 millones anuales, según un estudio del propio Estado.
Según datos de ALP, que citan cifras oficiales, la congelación de alquileres representa el 16% del total de alquileres en Portugal. «Su impacto es mucho mayor en Lisboa y Oporto, que son precisamente las áreas metropolitanas más afectadas por el aumento de precios y la escasez de oferta que caracterizan la crisis inmobiliaria».
Hoy en día, en Lisboa y Oporto, añade, "todavía hay contratos con alquileres mensuales de 20, 30 o 50 euros por apartamentos que valen cientos de veces más en el mercado asequible".
La reforma de 2012 (NRAU – Nuevo Régimen de Alquiler) “fue un intento de normalizar el mercado de alquiler portugués, permitiendo la actualización progresiva de los alquileres antiguos, conciliando el derecho a la vivienda con el derecho a la propiedad”.
Sin embargo, el programa Más Habitación, de 2023, "frenó este proceso, congelando nuevamente más de cien mil contratos antiguos después de un período transitorio prorrogado sucesivamente por 11 años".
La asociación también habla de apoyo directo a los inquilinos necesitados, no a través de los propietarios con el objetivo de "simplificar y garantizar la eficacia social", sino también a través de la exención del IRS sobre el alquiler a los estudiantes como "respuesta urgente al déficit de 50.000 camas en la Educación Superior".
Entre las medidas presentadas, también se habla de mayor justicia social, con el ALP abogando por "ampliar el mínimo vital y las prestaciones a los propietarios con bajos ingresos e incapacidad certificada; permitir deducciones por gastos esenciales en el IRPF; y eximir del Impuesto de Actos Jurídicos Documentados en los nuevos contratos de alquiler y primeras viviendas".
Para el ALP, la crisis de vivienda no se puede resolver con más subsidios y medidas de emergencia. «Necesitamos confianza, estabilidad y justicia».
«Congelar los alquileres perpetúa las injusticias. Gravar ciegamente a los inversores acaba con la oferta. Si queremos más viviendas para las familias, debemos enviar una clara señal de confianza. El Presupuesto de 2026 es la oportunidad para cambiar de rumbo», declaró Luís Menezes Leitão. El ALP afirma además que sus propuestas «son equilibradas y no representan costes significativos para el Estado; en muchos casos, incluso generan ingresos al incentivar la inversión y atraer más propiedades al mercado».
"El Estado debe dejar de ser enemigo de la vivienda y convertirse en socio de los propietarios y de las familias", concluye Luís Menezes Leitão, añadiendo que 2026 "debe marcar un punto de inflexión en esta situación dramática para todos: es necesario un verdadero shock de confianza en la vivienda".
Jornal Sol