Las federaciones industriales y agrícolas miden el impacto de la "subida de aranceles" de Trump y exigen negociaciones

Tras la imposición por parte del presidente estadounidense Donald Trump de un arancel del 50% a las importaciones brasileñas, las federaciones industriales expresaron su preocupación por el impacto del aumento arancelario en los estados brasileños. La medida del republicano es consecuencia de las acciones del gobierno de Lula y del Supremo Tribunal Federal (STF) y podría perjudicar a diversos sectores de la industria y la agroindustria nacionales.
"El recargo estadounidense a las exportaciones brasileñas, especialmente a los productos agrícolas, es una señal de alerta [...] Esta medida podría perjudicar a nuestros productores y comprometer la presencia de Brasil en el mercado internacional. El gobierno debe actuar con firmeza para proteger la agricultura y garantizar la seguridad del sector", declaró Ágide Eduardo Perin Meneguette, presidente interino de la Federación de Agricultura del Estado de Paraná (FAEP) .
La Confederación Nacional de la Industria (CNI) enfatizó la necesidad de que el gobierno brasileño adopte una postura diplomática en las negociaciones con la administración republicana de la Casa Blanca. "La prioridad debe ser intensificar las negociaciones con la administración de Donald Trump para preservar la histórica y complementaria relación comercial entre ambos países", declaró la organización.
A su vez, la Federación de Industrias de Santa Catarina (Fiesc) enfatiza la importancia de mantener los canales de negociación a través de la diplomacia brasileña. Para la organización, un empeoramiento de la situación podría resultar en la cancelación de inversiones en Brasil. El comunicado insta al gobierno a trabajar con calma para encontrar la mejor solución y a considerar los intereses del país.
Fiesc sugiere qué se debe evaluar ante una posible decisión del gobierno de Lula: «La decisión debe evaluarse bajo tres aspectos: desde un punto de vista económico, no hay justificación para aplicar este impuesto, ya que Estados Unidos ha registrado un superávit en su balanza comercial con Brasil durante décadas; el segundo aspecto se refiere a las políticas internas: Brasil es un país soberano y sus decisiones, acertadas o equivocadas, deben ser respetadas; y, por último, en lugar de adoptar una postura neutral en relación con la diplomacia internacional, Brasil asume repetidamente posiciones de desalineación con Estados Unidos».
Los sectores muestran preocupación por la rentabilidad de las empresas y la preservación del empleoEl nuevo arancel también podría cambiar el panorama de la producción de materiales de alto valor añadido, como la industria del plástico, que representa el 95% de la producción brasileña y está vinculada a otros mercados. «Es un componente esencial del embalaje de alimentos, componentes automotrices, fertilizantes, sistemas de riego, invernaderos y logística. En otras palabras, además de la exportación directa de productos plásticos, como películas y embalajes técnicos, nuestro sector se verá afectado indirectamente por la caída de otros sectores exportadores», afirma José Ricardo Roriz, presidente de la junta directiva de la Asociación Brasileña de la Industria del Plástico .
Señala que un arancel del 50% "hace prácticamente inviable" que las empresas brasileñas inviertan en exportaciones a Estados Unidos, impactando en ingresos, rentabilidad y empleos de calidad.
Además de los sectores agrícola y de plásticos, la Federación de Industrias del Estado de Río de Janeiro (Firjan) expresó gran preocupación por los nuevos impuestos, vigentes a partir del 1 de agosto. "Este paquete de medidas se produce tras la aplicación de aranceles de importación del 25 % a productos de acero y del 10 % a productos de aluminio procedentes de países como Brasil, anunciados por el gobierno estadounidense en marzo de este año".
Según Firjan, Estados Unidos es el mayor inversor extranjero del país en el mercado brasileño, lo que lo convierte en su segundo socio más importante en el comercio interno de bienes. «Estados Unidos registró un superávit comercial de US$7 mil millones con Brasil en 2024», señala Firjan.
Brasil y Estados Unidos han mantenido vínculos económicos desde finales del siglo XIX, cuando el café brasileño se convirtió en uno de los principales productos importados por los estadounidenses. A lo largo del siglo XX, la relación se profundizó, con inversiones en infraestructura, energía e industria. Actualmente, Estados Unidos es el segundo mayor destino de las exportaciones brasileñas y también el mayor inversor extranjero en el país.
En 2024, según datos del gobierno estadounidense, Estados Unidos importó aproximadamente 42 000 millones de dólares en productos brasileños, mientras que Brasil compró 44 000 millones de dólares en productos estadounidenses. Esta interdependencia histórica y estratégica implica que las medidas arancelarias unilaterales tienen un impacto directo en la balanza comercial y la estabilidad de diversos sectores productivos nacionales.
La Ley de Reciprocidad podría usarse como reacción al nuevo arancel de TrumpEn un comunicado, el presidente Lula menciona al sector comercial sólo en el último párrafo y señala que “cualquier medida de aumento unilateral de tarifas será respondida a la luz de la ley brasileña de Reciprocidad Económica”.
Publicada en mayo de este año, la citada legislación fue sancionada sin vetos por el presidente, como una "acción estratégica" de Brasil frente a las medidas arancelarias impuestas durante el segundo mandato de Donald Trump.
La ley autoriza al Poder Ejecutivo a adoptar contramedidas en forma de "restricciones a las importaciones de bienes y servicios o medidas de suspensión de concesiones comerciales, inversiones y obligaciones relacionadas con los derechos de propiedad intelectual y medidas de suspensión de otras obligaciones previstas en cualquier acuerdo comercial del país".
Con tales medidas, la sensación de incertidumbre para exportadores e inversionistas puede aumentar, después de todo, la aplicación de la legislación podría desencadenar nuevas fricciones comerciales entre ambos países.
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