Los últimos acuerdos arancelarios de Trump: ¿Nueva normalidad o equilibrio temporal?

Las políticas comerciales del presidente estadounidense Donald Trump han desencadenado una transformación que ha sacudido no solo a Estados Unidos, sino al mundo entero. Retórica enérgica, aranceles repentinos, negociaciones agresivas... Y ahora, con una serie de acuerdos comerciales alcanzados con la UE, Japón y el Reino Unido, este proceso parece haber entrado en una nueva fase. Pero ¿están estos acuerdos construyendo orden o marcando el comienzo de una nueva era de incertidumbre? Las respuestas no están claras.
La estrategia comercial de Trump se basa en presionar en la mesa de negociación con aranceles elevados. Primero, amenazas, luego una flexibilización controlada. La misma táctica se empleó en los procesos con Japón y la UE. Las negociaciones comenzaron con la amenaza de un arancel del 25%, pero finalmente se acordó un arancel del 15%. Este arancel del 15% cubrirá aproximadamente el 70% de los 780 000 millones de euros en exportaciones de la UE a EE. UU., incluyendo productos farmacéuticos y semiconductores que anteriormente no estaban gravados. Este tipo define un nuevo umbral en el orden comercial global: un estándar arancelario más alto, pero manejable.
Las importaciones estadounidenses a la UE no estarán sujetas a aranceles más altos a cambio.
El acuerdo con la Unión Europea es un ejemplo concreto de ello. Los productos europeos estarán sujetos a un impuesto del 15%; los automóviles están incluidos, mientras que los productos farmacéuticos son controvertidos y los productos metálicos están exentos. Pero lo que realmente llama la atención en el corazón de este acuerdo son los enormes compromisos de inversión de Europa en los sectores energético y de defensa de Estados Unidos. Las promesas de 750 000 millones de dólares en compras de energía y 600 000 millones de dólares en inversiones parecen sustanciales, pero los detalles de estas cifras siguen sin estar claros: ¿durante qué período, con qué empresas y con qué recursos?
El acuerdo con Japón presenta un panorama similar. El fondo de inversión de 550 000 millones de dólares, un impuesto del 15 % a los productos japoneses y la famosa afirmación de Trump: «El 90 % de estas inversiones volverá a Estados Unidos como beneficios». Sin embargo, Tokio guarda silencio sobre la creación del fondo, su distribución intersectorial y su financiación; el Departamento del Tesoro estadounidense afirma que los impuestos subirán al 25 % si no se cumplen las condiciones.
∗∗∗
El Reino Unido busca trazar un nuevo rumbo tras el Brexit. El acuerdo firmado con EE. UU. incluye la armonización de aranceles en sectores como la automoción y el acero. También se han flexibilizado las normas de seguridad alimentaria, facilitando el acceso de los productos agrícolas estadounidenses al mercado británico. Desde la perspectiva estadounidense, los aranceles se han establecido en consonancia con los de la UE, Japón y el Reino Unido. Esto forma parte del objetivo de Trump de crear un entorno competitivo más predecible para los exportadores.
Pero la pregunta fundamental tras todos estos acuerdos es la siguiente: ¿Cuán realistas son estas promesas? Los detalles de estos enormes compromisos comerciales e inversiones siguen sin estar claros. ¿Se eliminarán los aranceles a la automoción? ¿Levantará la UE sus restricciones a los productos agrícolas estadounidenses, que contradicen la esencia misma del acervo comunitario? ¿Se implementarán realmente aranceles adicionales superiores al 15 % sobre los productos farmacéuticos? Aún no hay respuestas claras a estas preguntas.
Se ha declarado un alto el fuego temporal en la guerra comercial con China. Los aranceles adicionales se han suspendido durante tres meses. Si bien esta medida puede brindar un alivio a corto plazo a los mercados, es probable que se reanude la incertidumbre si las negociaciones fracasan. Una paz comercial duradera entre Estados Unidos y China aún está lejos de alcanzarse.
∗∗∗
Entonces, ¿qué nos dice esta tabla?
La estrategia de Trump ya está clara: primero el shock, luego la negociación y el nuevo statu quo. Esta estrategia busca generar ingresos fiscales para Estados Unidos y atraer inversión extranjera en sectores estratégicos como defensa y energía. Sin embargo, es discutible si realmente atraerá la producción de vuelta a Estados Unidos. La inflación que generará y la carga de incertidumbre sobre la economía también son significativas. Mientras tanto, en países como Europa y Japón, este proceso está impulsado por un esfuerzo por generar orden a partir de la incertidumbre.
En definitiva, no está claro si las guerras arancelarias de Trump están llegando a su fin o se están convirtiendo en la "nueva normalidad". Las guerras comerciales parecen haber sido eficaces para llevar a las partes a la mesa de negociaciones. Pero la verdadera prueba será cómo se implementen estos acuerdos en la práctica y qué aportarán a la economía global a largo plazo.
Si bien la ruidosa diplomacia comercial de Trump puede ofrecer un alivio temporal, aún quedan soluciones duraderas. La previsibilidad es valiosa en la economía. En la era Trump 20, la incertidumbre predecible sigue siendo la realidad dominante.
BirGün