El hermoso territorio británico de ultramar tiene solo 200 residentes, pero se necesitan 6 días para llegar.
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Enclavado en el corazón del Océano Atlántico Sur se encuentra Tristán da Cunha, un aislado territorio británico a menudo aclamado como la isla habitada más remota del planeta.
Con apenas 200 habitantes, esta joya volcánica es tan impresionante como difícil de alcanzar, ya que requiere un arduo viaje en barco de seis días. Situada a más de 2.400 kilómetros de Sudáfrica y a más de 3.800 kilómetros de Sudamérica, Tristán de Acuña forma parte de un pequeño archipiélago bajo el gobierno del Reino Unido.
A falta de aeropuerto, el único medio de acceder a la isla es un largo e impredecible viaje marítimo de seis días desde Ciudad del Cabo a bordo de un barco de carga o de pesca. Dado que los barcos realizan el viaje solo unas pocas veces al año, una visita a Tristán de Acuña es una expedición para los verdaderamente aventureros.
A pesar de su aislamiento, la isla cuenta con una comunidad muy unida, formada en gran parte por descendientes de colonos británicos y supervivientes de naufragios. El único pueblo, Edimburgo de los Siete Mares, alberga a todos los residentes de la isla y ofrece un estilo de vida que parece estar a un mundo de distancia del bullicio urbano.
No hay supermercados ni locales de comida rápida y el acceso a Internet es escaso. Los habitantes locales dependen de la agricultura, la pesca y el trueque para satisfacer sus necesidades diarias. Los espectaculares acantilados escarpados de la isla, los picos volcánicos y los paisajes vírgenes la convierten en un paraíso para los amantes de la naturaleza, informa el Express .
Es famosa por su fauna salvaje intacta, que incluye aves marinas raras, pingüinos y lobos marinos. Sin embargo, el aislamiento de la isla también trae consigo obstáculos considerables.
Las instalaciones médicas son escasas y, en casos de emergencia extrema, los habitantes locales deben esperar el siguiente barco que llegue a Sudáfrica para recibir tratamiento, un proceso que puede llevar semanas o incluso meses. La electricidad es accesible, pero limitada, y los artículos esenciales, como combustible y medicamentos, se envían solo unas pocas veces al año.
A pesar de estos obstáculos, los isleños aprecian su estilo de vida autosuficiente y rara vez se aventuran fuera de su tierra natal. Tristán da Cunha recibe pocos turistas, pero quienes se atreven a viajar son recompensados con una experiencia incomparable.
La isla abre sus puertas a un selecto número de visitantes cada año, principalmente investigadores, viajeros intrépidos y amantes de la naturaleza. El alojamiento es sencillo, con pensiones gestionadas por familias locales, y los visitantes deben obtener previamente permiso del consejo de gobierno de la isla.
Para quienes deseen embarcarse en un viaje de 9.600 kilómetros desde el Reino Unido, Tristán de Acuña ofrece una mirada a un estilo de vida único y sereno, sin distracciones modernas. Ya sea para observar fauna exótica, caminar por paisajes volcánicos o simplemente saborear la verdadera soledad, esta isla es un tesoro escondido que se erige como uno de los lugares más extraordinarios de la Tierra.
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Daily Mirror