Candidatos de CABA, muy atrás del debate Rucci-Tosco

Era martes 13 y, más allá de supersticiones, a los dos protagonistas de esta historia el destino no les reservaba nada bueno. Corría febrero de 1973 y faltaba menos de un mes para que el peronismo volviera al poder después de 18 años de proscripciones.
Los jefes sindicales José Ignacio Rucci, metalúrgico y secretario general de la Confederación General del Trabajo, exponente de la derecha peronista, y Agustín Tosco, del gremio de Luz y Fuerza, líder del Cordobazo y que se reivindicaba marxista, confluyeron en un estudio de televisión para debatir conceptualmente sus posturas, tan opuestas, sobre el papel de la clase obrera y la política argentina en el ocaso de una dictadura militar.
Este martes que pasó no fue 13, aunque también hubo debate político televisado. Pero no entre dos personas, sino que nada menos que entre ¡17!, uno por cada lista de candidatos a legisladores porteños que competirán en los comicios en CABA dentro de exactamente dos domingos. En los cruces entre todos los convocados prevalecieron las chicanas y se extrañaron las propuestas concretas.
Dado el abismo ideológico que los separaba, nadie creyó hace 52 años que fuera posible juntar a Rucci y a Tosco para exponer sus ideas bajo un mismo techo. Pero sucedió, algo impensado en el presente en el que, a pesar de la multiplicidad de pantallas –entonces eran tan solo cinco canales de aire y hoy se han sumado a ellos, siete señales de noticias en el cable y cantidad de propuestas desde el streaming–, la confrontación de ideas es del todo inusual. En la actualidad, los entrevistados no concurren a emisoras con las que no empaticen. Así se produce un doble empobrecimiento de lo que brinda la TV ahora en la materia: no hay prácticamente contraste de ideas distintas en una misma pantalla. Esa homogeneización lleva a una constante calesita de invitados recurrentes que aburren con la repetición de sus posturas, raramente expuestas a la tensión de tener que esforzarse frente a alguien que piense diferente. Lo único que ha quedado en pie para poder apreciar públicamente opiniones contrastadas de dirigentes, o de quienes aspiran a serlo, son precisamente los debates a los que obliga la ley a nivel nacional y en algunos distritos, antes de las elecciones, como el que se realizó el martes último, en el Canal de la Ciudad. Desde el ámbito privado, casi en soledad, el programa A dos voces, que emite TN, tiene un largo historial de armar atractivos debates de candidatos antes de votar.
Tosco y Rucci fueron convocados por el ciclo Las dos campanas, de Teleonce (antepasado del actual Telefé), que conducían el periodista Jorge Conti y el productor de ese ciclo, Gerardo Sofovich. Allí debutó como animador, oficio en el que persistió en las décadas siguientes con éxito.
El programa buscaba que los invitados fueran pares en su profesión, pero con posturas diametralmente opuestas. Así, en otra emisión se enfrentaron los boxeadores Ringo Bonavena y Goyo Peralta. También un match recordado fue el de César Luis Menotti versus Carlos Bilardo.
Teleonce le había ganado la delantera en audiencia al Canal 13 de Goar Mestre, cuando el popular dueño del diario Crónica, Héctor Ricardo García, se hizo cargo de la emisora de San Cristóbal. Ambos sufrirían por parte del gobierno peronista, a mediados de 1973, la intervención de sus empresas, y en agosto del año siguiente, la expropiación lisa y llana de ellas.
El Canal de la Ciudad, que es público y del Estado porteño, podría estar cerca de su fin si el vocero presidencial y primer candidato de La Libertad Avanza a la Legislatura metropolitana lograra llevar a cabo su deseo. Recordó que el PRO, que gobierna la ciudad desde hace 18 años, había prometido bajarlo, pero eso no ocurrió. “Hoy le destina 4.500 millones de pesos anuales de presupuesto. El kirchnerismo si pudiera lo llenaría de ñoquis y militantes. Nosotros vamos a cerrarlo”, se comprometió Manuel Adorni.
Es muy poco sintonizado. Sin ir más lejos, el debate de los candidatos a legisladores de CABA logró menos de 0,1 punto de audiencia, aunque al ser tomada esa transmisión por otras señales y redes sociales, que reprodujeron sus partes más llamativas, su difusión fue de todos modos masiva.
Es interesante repasar el audio (las imágenes se perdieron) de la cumbre Rucci-Tosco, que se encuentra muy fácil en Google. Aquella emisión trepó a los 45 puntos de rating, comparable al encendido de un partido mundialista.
Está también en cartel una recreación teatral, titulada El debate, con mejor afán didáctico que dramaturgia. Puede verse en el Multitabaris, con Pepe Monje, como Rucci, y Gabriel Rovito, como Tosco. El programa de mano viene engalanado con los auspicios de cinco poderosos sindicatos.
Aquella época le gana a esta en el alto nivel civilizado que supo tener ese intercambio respetuoso de ideas, sin agravios, ataques personales ni superposición de voces, a años luz del debate bullanguero que vimos hace unos días.
Entonces había más respeto en la tele, pero menos en la calle, donde hablaron las balas que se llevaron la vida de Rucci siete meses más tarde, porque así lo resolvieron los “jóvenes idealistas” de Montoneros. Y Tosco murió dos años después en la clandestinidad porque, estando amenazado de muerte por La Triple A, no pudo recibir un tratamiento adecuado de la enfermedad neurológica que padecía. Cada época viene con sus bemoles.

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