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En brazos de la mujer madura: ahora ellas también se lían con jóvenes

En brazos de la mujer madura: ahora ellas también se lían con jóvenes

Como todas las modas interesantes, todo empezó con un aire muy francés. "Las francesas están redefiniendo la estética de hacerse mayor", rezaba un articulito publicado en The Economist el año pasado. Ahí estaban dos libros escritos por periodistas en la cincuentena que decían encontrarse mejor que nunca y el sex appeal de Philippine Leroy-Beaulieu, la actriz que hace de jefa en Emily in Paris, donde luce ironía, lookazos y atractivos novios 10 años más jóvenes.

Después llegó la señal de que esto no era una cosa exótica ni pasajera: Hollywood. Nicole Kidman tenía un affaire con su becario (Babygirl), Gwyneth Paltrow volvía al cine enrollándose con Timothée Chalamet (Marty Supreme, aún sin fecha de estreno) y ese icono generacional llamado Bridget Jones consolaba su viudez con un veinteañero. Finalmente, lo hemos visto en mujeres reales: famosas como Sienna Miller (tiene un hijo con su pareja 15 años menor) y anónimas. Hace unas semanas, cuarentañeras y cincuentañeras contaban en estas páginas que están teniendo el mejor sexo de sus vidas, muchas veces con muchachos.

Confirmado: ahora ellas también salen con hombres más jóvenes.

¿Cuál es la diferencia de edad idónea? Nadie lo tiene claro, seas hombre o mujer. Hace años The Economist intentó averiguarlo: analizó cómo influía en divorcios, longevidad, ingresos... pero no llegó a ninguna conclusión más allá de la regla de "la mitad más siete", esa norma de origen incierto que define el gap socialmente aceptable: si uno tiene 30 años puede salir con alguien de 22; a los 40, 27...

Sí parecen un poco más claros los motivos que nos llevan a estar con alguien menor. Influye ese sentirse mejor que nunca y el feminismo con el que han convivido los chicos de otras generaciones. "Tengo 40 años, mi instinto sexual nunca ha estado tan despierto", dice una mujer en Quiero, el libro en el que Gillian Anderson recopila fantasías sexuales. "Ahora tienen una conciencia de las dinámicas entre hombres y mujeres que no teníamos hace 20 años", explicaba Sienna Miller en una entrevista.

Y después está la ligereza. En Cómo ser mujer, Caitlin Moran cuenta cómo esa importancia que siempre se ha dado a que las mujeres tengamos pareja te acaba llevando a "obsesionarte con la idea del amor y las relaciones". "Elucubro posibles relaciones todo el tiempo", dice con desternillantes ejemplos (quién no ha imaginado vacaciones con tíos que ni siquiera te gustaban demasiado). Todo esto se difumina cuando la historia se sale de lo convencional. Llegan la ligereza, la despreocupación, el disfrutar.

Quien lo probó lo sabe.

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