Gonzalo Suárez en el Fòrum

El presidente de la Academia del Cine, Fernando Méndez-Leite, anunció que la gala de los premios Goya se celebrará el 28 de febrero en el Auditori del Fòrum. La gala incluirá un nuevo protocolo: solo podrá hablar una persona por cada proyecto premiado. Ironizando sobre la imposibilidad de contener la verborrea de los galardonados, Méndez-Leite confesó que había pensado en una ametralladora que le permitiera cargarse los subidones de gratitud. Y entonces recordé que en esta gala le concederán el Goya de Honor a Gonzalo Suárez por “una trayectoria desde la cual ha desarrollado una filmografía sorprendente”.
Gonzalo Suárez Morilla
Dani Duch / PropiasCuando se lo comunicaron, Suárez debió darse cuenta de que, en efecto, su filmografía es tan sorprendente que el primer sorprendido por el premio es él. El Goya no honrará tanto al jurado que se lo ha concedido como una figura que, de tanto repetir que es única, devalúa el tipo de etiquetas que no se sienten cómodas con creatividades singulares como la suya. Con noventa y un años, no descarto que se haya planteado si le conviene más recibir el premio vivo o muerto –o esquivando las balas de una ametralladora–, porque la historia de un cineasta-escritor que decide morirse para comprobar qué efecto provoca recibir un Goya haciéndose pasar por vivo también podría inspirar uno de sus cuentos. Porque Suárez es, además de padre de cuatro hijos, descubridor de Charo López como símbolo de la transición y colega de borracheras de Sam Peckinpah, un escritor monumental.
Con 91 años, no descarto que Suárez se plantee si le conviene más recibir el premio vivo o muertoDescubrí a Gonzalo Suárez cuando tenía veinte años (yo, no él), leyendo la revista Triunfo , que recomendaba el libro Gorila en Hollywood . También a través de un elogio de Julio Cortázar, que definió los libros de Suárez como “obra resbaladiza” y, con enorme lucidez, lo comparaba con Boris Vian. Era el año 1980, recuperé todos sus libros y, desde entonces, lo he seguido con la fe del converso que, si el libro no satisface sus expectativas, lo atribuye a su propia ignorancia y que, si las satisface, refuerza la idolatría.
Lee tambiénHace poco se ha reeditado La suela de mis zapatos , que, con prólogo de Eduardo Mendoza, recoge las crónicas de cuando Suárez se llamaba Martin Girard y hacía de ojeador del Barça a las órdenes del resbaladizo Helenio Herrera (que le acabó produciendo una película). Y también recuperó El caso de las cabezas cortadas , una premonición de novela gráfica de 1958. Lo más interesante, aparte del prólogo de Javier Cercas, es la solapa biográfica –uno de los géneros editoriales más maltratados–. Es una joya autobiográfica que empieza así: “Nací bajo las bombas en la revolución minera asturiana y, durante la guerra incivil, siguieron bombardeándome”. El 28 de febrero los miembros vivos y muertos de la Academia lo bombardearán con una singular y ditirámbica ovación.
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