Romer YPunto: los narradores orales ofrecemos empatía, algo que las pantallas no pueden dar

Romer YPunto: los narradores orales ofrecemos empatía, algo que las pantallas no pueden dar
▲ La tecnología es un reto, no un enemigo, dijo el improvisador venezolano.Foto cortesía del artista
Eirinet Gómez
Periódico La JornadaMartes 13 de mayo de 2025, p. 5
Frente al avance de las herramientas tecnológicas, los narradores orales tenemos un lugar especial porque ofrecemos algo que las pantallas no pueden dar: la escucha, la mirada directa, la empatía que nace en un espectáculo en vivo, donde niños y sus familias participan, imaginan y juegan juntos
, planteó Romer YPunto, quien este 2025 cumple 25 años de haber iniciado su camino de contador de historias.
En entrevista con La Jornada, el narrador e improvisador explicó que no ve el avance de nuevas tecnologías como enemigo, sino como reto: no tenemos por qué pelearnos con ellas, al contrario: ofrecernos como opción, alternativa, donde el eje central sea el juego propositivo y libre, donde no se les pide hacer algo, sino simplemente ser infancia
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Romer YPunto es de origen venezolano y comenzó a narrar ante los reportes que le levantaban en la escuela por hablar demasiado. En ese entonces, un tío lo acercó a los libros y despertó en él el interés por contar lo que leía. Desde hace cinco años vive en México, donde sigue propagando cuentos entre los niños.
En mi espectáculo, la gente puede jugar, cantar, levantarse; hacemos un juego colectivo. El juego es la puerta de entrada a las historias, y todo el tiempo hay una posibilidad interactiva. No es una actuación que se mira pasivamente como público.
El camino de los relatos lo ha llevado a conocer más de 13 países y enfrentar circunstancias que han marcado su manera de entender el mundo. Uno de ellos ocurrió la primera vez que estuvo en la Feria de las Calacas, que se celebra en la Ciudad de México, en noviembre.
“Me resultó muy interesante la relación que tienen con la muerte: su respeto, el momento familiar en torno a ella. Eso me llevó a crear una función infantil, pero sin recurrir a leyendas; en lugar de eso, les cuento sobre mis difuntos y de las personas que se me fueron.
“En Venezuela el traje típico se llama liquiliqui. Entonces hice un juego de palabras entre liquiliqui y la calaca: ‘este loco loco la calaca con el liquiliqui’, algo muy interesante.”
Romer YPunto cree que uno de los cambios más significativos que ha notado entre el público infantil en dos décadas y media es la reducción de los periodos de atención. “Necesitamos propuestas atractivas, que logren sostener su interés pese a los estímulos de alrededor. Ha sido interesante –y hasta gracioso– adaptarnos a las necesidades de los niños, escucharlos, saber qué historias traen en la cabeza.”
En torno a los temas de sus narraciones, sostuvo que lo principal es escuchar a los niños: “Me gusta preguntarles qué les preocupa, cómo solucionan sus problemas. Muchas veces los adultos queremos protegerlos, y decimos: ‘No, que no sepa’, pero saben más de lo que creemos.
“En casa hay preguntas incómodas que generan debate, que nos ponen a leer; que en un espacio escénico pasen cosas incómodas nos ayuda a soltar y decir: ‘ah, claro, esto se puede resolver así’. Lo importante en los cuentos es que terminen bien sin dejar de lado emociones como la tristeza, la rabia o el miedo.”
De sus colaboraciones destacó el trabajo que realiza con Alas y Raíces, el Fondo de Cultura Económica, y la posibilidad de interactuar con otros narradores como Norma Torres, Lidia Zaragoza. También mencionó el proyecto Cine a Mano, del artista Arturo López.
Romer tiene la idea de trabajar con una orquesta sinfónica infantil y juvenil para desmontar la idea de que la música clásica debe estar confinada a un teatro o que es solo para quienes la entienden. Me gustaría llevarla a espacios públicos
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