¿Hacer ejercicio físico puede provocar algo parecido al asma?
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Algunas personas, cuando hacen deporte, sufren síntomas respiratorios como tos, fatiga, sibilancias, respiración entrecortada y opresión o dolor en el pecho. Además de otros más sutiles, como cansancio, incapacidad para correr, calambres musculares y disminución de la capacidad aeróbica.
Aunque puedan pensar que se debe a que están en baja forma, se trata de un problema bastante común denominado broncoespasmo inducido por ejercicio (BIE). Es decir, una reducción de la función pulmonar después del ejercicio, que puede aparecer tanto en individuos con asma, como en sujetos sanos; tanto entre escolares durante sus clases de educación física como entre deportistas olímpicos.
Francisco Javier Rubio Pérez, responsable de la Unidad de Medicina del Deporte del Hospital Universitario Sant Joan de Reus, lo define como "un estrechamiento transitorio agudo y reversible de las vías respiratorias inferiores acompañado de un aumento transitorio de las resistencias vasculares pulmonares, con limitación del flujo de aire".
El experto, vocal de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (FEMEDE), afirma que suele aparecer entre los 3 y los 15 minutos posteriores a "finalizar un ejercicio intenso, de una duración mínima de cinco minutos". "Les cuesta recuperarse entre 30 y 90 minutos tras la interrupción del ejercicio, en presencia o ausencia de asma", puntualiza.
Dificultad de diagnósticoNo siempre es sencillo entender lo que le sucede al deportista, más aún si no es asmático. "Algunos deportistas pueden presentar síntomas solo en respuesta al ejercicio en un ambiente muy específico. Por eso, los síntomas no son buenos predictores de la gravedad de la broncoconstricción", asegura el experto.
Es una reducción de la función pulmonar después del ejercicio que puede aparecer tanto en individuos con asma, como en sujetos sanos
A esta dificultad contribuye que la presentación y el periodo de recuperación varían mucho de un paciente a otro. Además, "los síntomas pueden ir seguidos de un periodo refractario de hasta una hora de duración, durante el cual no hay síntomas, ni siquiera haciendo ejercicio de nuevo". "Esta variabilidad en la presentación, a veces obliga a descartar una amplia gama de diagnósticos diferenciales", aclara el especialista en Medicina del Deporte.
Por si eso fuera poco, el acceso a métodos de diagnóstico efectivos es limitado, lo que da lugar a diagnósticos insuficientes o erróneos. "Existe el riesgo de diagnosticar erróneamente la BIE como asma y tratar en exceso o en defecto la enfermedad", afirma Rubio Pérez.
La recomendación del médico es clara: “El deportista debe interrumpir el ejercicio que esté realizando y esperar a la recuperación, que suele ser espontánea”. Además, es importante tranquilizarle y recomendarle que use broncodilatador.
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Hay que informarle de que la aparición de estos síntomas en una ocasión determinada no significa que le vaya a suceder siempre que practique deporte: "El hecho de que su presentación puede estar mediada por un estímulo, sea el ejercicio intenso u otro desencadenante, va a requerir unas medidas preventivas que minimicen en lo posible su aparición".
Continuar practicando ejercicioEl experto advierte que "no se debe dejar de realizar deporte, ya que además este actúa como terapia coadyuvante de tratamiento de la BIE". Y añade que el único deporte con una contraindicación relativa es el buceo con botellas de aire comprimido "por el riesgo de barotrauma".
Por otro lado, los tratamientos han mejorado mucho en los últimos años. "Existen diversos medicamentos que tienen efecto antiinflamatorio en la mucosa bronquial, pero los más potentes y eficaces son los corticoides inhalados", comenta. Además, está permitido el uso de broncodilatadores y antiinflamatorios inhalados respetando el código mundial antidopaje de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).
Algunas personas, cuando hacen deporte, sufren síntomas respiratorios como tos, fatiga, sibilancias, respiración entrecortada y opresión o dolor en el pecho. Además de otros más sutiles, como cansancio, incapacidad para correr, calambres musculares y disminución de la capacidad aeróbica.
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