¿Qué significa entrar en una lista de espera para trasplante?
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Entrar en una lista de espera para un trasplante de órganos supone muchas cosas, pero ante todo representa para el enfermo y para sus familiares un verdadero carrusel de sentimientos, esperanzas, temores, dudas y preguntas que requieren de bastante tiempo y esfuerzo de aclaración por parte del equipo responsable, tanto médico como de enfermería y la verdad es que, dada la intensidad del momento, no siempre con buenos resultados. Lo que está en juego es la vida del paciente y eso son palabras mayores.
Resulta interesante, por tanto, hacer algunas consideraciones sobre lo que significan realmente estas listas de espera y qué es lo que cabe esperar de la inclusión de un enfermo en las mismas. De entrada, hay que decir que nada tienen que ver con las interminables y crecientes listas tanto médicas como quirúrgicas y de exploraciones que caracterizan a nuestro sistema nacional de salud, ya que mientras en estas se trata siempre de un desequilibrio entre oferta y demanda que solo puede solucionarse añadiendo más recursos y mejor gestión al sistema, en el caso de los trasplantes hay un factor limitante fundamental: el número de órganos disponibles. Poco importa que pongamos más y mejores cirujanos a trasplantar si la donación de órganos no funciona y de esto saben mucho un buen número de países que han descuidado este aspecto crucial y se ven incapaces de desarrollar un buen sistema de trasplantes.
Como es obvio, los índices de donación de un país van a condicionar decisivamente la posibilidad de que sus enfermos consigan finalmente acceder al deseado trasplante. Para entender mejor lo que significa que España lleve 33 años liderando los índices mundiales de donación de órganos, solo decir que de una demanda mundial estimada de unos 2 millones de trasplantes anuales según la OMS, en 2023 se realizaron poco más de 170.000, lo que significa una probabilidad de recibir el órgano necesario inferior al 10%.
Por el contrario, desde hace ya muchos años esta cifra en España está entre el 90-95% y no se alcanza el 100% porque el estado de algunos pacientes cuando llegan a la lista de espera puede ser tan grave que fallezcan en la misma o queden sin posibilidad clínica de trasplantarse. Al enfermo que entra en lista de espera en España se le puede asegurar con datos en la mano que las probabilidades de que se trasplante son máximas y desde luego superiores a las de cualquier otro país, lo que no es poca cosa.
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De estas cifras podría deducirse, y a menudo se da por descontado cuando se habla del tema, que cuanto más se trasplante, menor va a ser la lista de espera y que esta podría incluso desaparecer. Aunque pueda parecer paradójico, en absoluto es así. De hecho, en los países con poca actividad trasplantadora la lista de espera es igualmente muy reducida, lo que no quiere decir que los enfermos y las necesidades no existan sino simplemente que se trata de un concepto posibilista y que no tendría sentido incluir en la misma miles de pacientes cuando solo se espera que lo obtengan unas cuantas decenas.
Cuando se dispone de más y más órganos para trasplantar, lo que hacen los médicos es aumentar las indicaciones hasta adecuar la demanda a la oferta, tratando enfermos de edades más avanzadas, más complicados o en peor situación clínica que años atrás no se consideraban candidatos a trasplante. Por resumirlo en cifras, desde la creación de la ONT en 1989, la actividad trasplantadora en España ha pasado de 1.315 a 6.464, cinco veces más.
Esos más de 5.000 enfermos más al año que hoy trasplantamos probablemente ya existían entonces, corregidos por el aumento de la población, pero no podían considerarse porque no disponíamos ni de los órganos suficientes, de los equipos necesarios ni de los procedimientos médicos ni quirúrgicos para por ejemplo trasplantar enfermos de más de 70-80 años como hacemos ahora. Mientras en los años setenta se consideraba que un enfermo de 50 años tenía una edad límite para un trasplante renal, hoy se están aceptando muchos pacientes de más de 80.
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Esta relatividad de los criterios de inclusión en lista, muy variables con el tiempo y los adelantos técnicos hace imposible reducir los enfermos en espera por debajo de ciertos límites y por supuesto “hacer desaparecer la lista de espera” porque nuevos enfermos van a pasar a ocupar el lugar de los que la abandonan por haber sido ya trasplantados, haciendo así que la cadena siga. Hay que tener siempre presente que el concepto de trasplante es el de sustituir un órgano enfermo que ha llegado a su fase terminal y para el que no hay otra solución médica o quirúrgica más que cambiar la pieza. Ello hace que las necesidades teóricas de corazones, pulmones y demás órganos podrían hacerse crecer de forma exponencial a miles de enfermos más si la oferta de órganos fuera ilimitada y los resultados conseguidos lo avalaran, como así suele suceder. Nunca las necesidades totales van a ir a menos.
Un ejemplo muy ilustrativo de todo lo expuesto se ha producido en los últimos años tras el afortunado descubrimiento y la aplicación sistemática de los fármacos anti virus C. Tradicionalmente este virus era la primera causa entre las indicaciones de trasplante hepático en España (no así en otros países con una menor incidencia) de forma que alrededor de la tercera parte de los pacientes en lista eran virus C+, e incluso en algunos hospitales superaba el 50%.
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Sin embargo, el tratamiento generalizado realizado a partir de 2014 dio un giro total a la situación, cayendo en picado estos porcentajes (del 32 al 7%) y haciendo que la lista de espera a final de año pasara a ser de menos de la mitad (de 751 en 2014 a 330 en 2023). Dado que el número de hígados válidos para trasplante y en consecuencia el de intervenciones ha seguido aumentando (de 1.068 a 1.262 en el mismo periodo), lo que ha sucedido ha sido un trasvase hacia otras indicaciones al tiempo que se producía una afortunada reducción de los tiempos de espera y de la mortalidad en lista de espera.
La causa emergente de trasplante hepático ha pasado a ser el hígado graso, causado por una mala alimentación y un consumo excesivo de alcohol, una verdadera pandemia en el momento actual. Al tiempo se han empezado a hacer trasplantes en pacientes seleccionados con cáncer de colon-recto y metástasis hepáticas, una situación que antes se consideraba una contraindicación, pero que ahora, tras un cuidadoso análisis en el que ha participado toda la comunidad trasplantadora española se ha demostrado viable, de manera que ya se han hecho 34 trasplantes de este tipo con buenos resultados.
Como puede verse la lista de espera es un concepto elástico, que va cambiando con el tiempo, adaptándose a las circunstancias y las mejoras tecnológicas para lograr un objetivo común: que todo aquel que se pueda beneficiar de un trasplante de órganos finalmente lo consiga en las mejores condiciones y en el menor tiempo posible.
El Confidencial