El pueblo de Palencia que tiene las ruinas más bonitas de Castilla y León

La provincia de Palencia es el escenario de rincones escondidos que vienen cargados de un importante patrimonio histórico. En el corazón de la comarca del Cerrato, al sur de la provincia y limitando con Burgos, destaca un maravilloso pueblo: Palenzuela.
Se trata de una villa empedrada de origen romano y con aires medievales que llegó a ser la residencia de reyes y nobles, de los cuales actualmente se conservan parte de sus palacios, castillos y fortificaciones. Incluso fue uno de los lugares en los que Carlos V decidió pernoctar durante su último viaje.
Unas ruinas cargadas de historiaLa historia de Palenzuela se remonta a la prehistoria, aunque fue fundada como tal en el 151 a. C. Entre sus construcciones resalta la antigua muralla que rodeaba la localidad. En su momento se accedía desde el puente medieval que cruza el río. Hoy día solo se conserva algún tramo y una de la puertas de entrada, conocida como el Arco de la Paz.
En este mismo espacio se levanta la imponente Iglesia de San Juan Bautista. Se trata de un templo de estilo gótico que alberga importantes tesoros artísticos de la época, entre los que destaca uno de los mejores conjuntos de platería de toda Palencia.
Un poco más apartado, se encuentran las ruinas de la Iglesia de Santa Eulalia, una construcción que formó parte del barrio homónimo y de la que actualmente se mantienen sus escaleras de caracol, la portada y varias arquivoltas. Estos impresionantes monumentos llevaron a Palenzuela a ser declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1966. También ha recibido el título de la "Muy noble y leal villa" en honor a su importante papel en la historia de la merindad de Cerrato.
Pueblo recorrido por Carlos IEl emperador Carlos I decidió emprender en 1556 su último viaje con destino al Monasterio de Yuste. Junto a otros 23 municipios de España, Palenzuela fue uno de los destinos en los que decidió pernoctar y que hoy forman parte de la reconocida Ruta de Carlos V.
Al recorrer sus calles, el monarca quedó sorprendido con los vestigios de la arquitectura popular del pueblo y decidió quedarse allí para conocerlo a detalle.
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