Ballet de cajas y desafíos logísticos en el Centro Pompidou


Parece que fue hace mucho tiempo cuando el Museo Nacional de Arte Moderno se trasladó del Palacio de Tokio al flamante Centro Pompidou en 1977. En aquella época, se transportaron 17.000 obras en camión, prácticamente en línea recta entre los dos edificios. Esta vez, en el contexto del cierre total del centro desde finales de 2025 hasta 2030 por obras, unas 150.000 obras acabarán uniéndose a una única reserva de 30.000 metros cuadrados, en Massy (Essonne), el futuro Centro Pompidou Francilien-Fabrique de l'art, cuya entrega está prevista para el otoño de 2026.

A principios de mayo, las galerías de la primera y última planta del centro siguen bullendo con los visitantes de las últimas exposiciones temporales, antes de la última, la gran retrospectiva del fotógrafo alemán Wolfgang Tillmans prevista para este verano en los espacios de la BPI (Biblioteca de Información Pública), que se ha vaciado de sus libros. Un ambiente diferente nos espera en los niveles 4 y 5, dedicados respectivamente a las colecciones de arte contemporáneo y arte moderno del museo nacional y cerrados desde mediados de marzo. Sorprende la presencia de mesas de ping-pong en la nave central del quinto piso, que parece tanto más vasta cuanto que está prácticamente vacía de obras. "Siempre lo usamos como mesa de trabajo para exposiciones. Es lo más práctico: es grande, se pliega, tiene ruedas y cabe en los ascensores", explica Céline Makragic, una de las dos encargadas de la colección en esta planta.
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Le Monde