Danza: Frente a la opresión, la caída de los cuerpos


Creada en 2002 durante la Bienal de Danza dedicada a los países latinoamericanos, evocando sus tierras saqueadas y sus pueblos oprimidos en resistencia, Les Applaudissements ne se mangent pas es sin duda una de las piezas más radicales de Maguy Marin.
Porque la danza, atrapada en los bucles repetitivos de una música inquietante y a pesar de las luchas que expresa, parece no ofrecer escapatoria a aquellos que, hoy en día, en todo el mundo, son excluidos, explotados y esclavizados por estados totalitarios y políticas económicas dictadas por multinacionales.
Repuesta en 2016 por el Ballet de la Ópera de París bajo la dirección de Benjamin Millepied, se presenta en la Maison de la Danse con un nuevo elenco. Esta obra, que vimos en su estreno en 2002, resulta sorprendentemente relevante hoy en día.
Cuerpos atrapados. Se entra por un espacio vacío, rodeado de tres paredes. Paredes hechas de franjas multicolores, como un país que celebra, que sonríe, en apariencia, a quienes vienen de fuera.
En el interior, el coreógrafo nos presenta la cruda realidad de la vida. La música irrumpe como un golpe metálico, envolviéndonos en un sopor increíble. Aparecen los bailarines, vestidos como gente común en la calle. Forman un grupo, grupos que caminan rápidamente y se apoderan del espacio.
La ilusión de libertad de movimiento y la amplitud del baile se ven rápidamente destrozadas por torsos que chocan entre sí, individuos atrapados tras cortinas que se derrumban, desaparecen o caen rodando por el suelo y que nunca se comunican.
La coreografía está atrapada en un ciclo repetitivo de apariciones y desapariciones, sustentado por una música que impulsa bucles de violencia, sin ofrecer escapatoria salvo la muerte. Un cuerpo es expulsado del grupo, abandonado a su suerte, sin más opción que sobrevivir. La presión del grupo, de la policía, de los torturadores, de un poder que aplasta y manipula, un poder que se enriquece a costa del pueblo. Aquí, el individuo no existe. Los bailarines giran en círculos como animales acorralados. En oleadas, la música evoca el sonido de las ametralladoras. De pie, los cuerpos juegan con el peso y el equilibrio, con el vuelo y la caída…
Los aplausos no son comestibles - Maguy Marin – 6 y 7 de noviembre en la Maison de la Danse maisondeladanse.com
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