Meloni lo toma, pero arremete contra Schlein. Mientras tanto, el Gobierno está bloqueado en los puertos: se salta la ley Spinelli que quería Salvini


El caso
Escenas de la estancia del Primer Ministro en la Cámara: la oposición ataca, el Primer Ministro se contiene. Tensión en el preconsejo de ministros: Mantovano y Giorgetti frenan la ley querida por el Ministerio de Infraestructuras
Antonio Tajani está en Antalya, Turquía, para la reunión informal de ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN. Matteo Salvini, por su parte, está disfrutando del partido del Torneo Internacional de Tenis entre Alcaraz y Draper. Sin los dos diputados –uno justificado y quizás el otro no–, Giorgia Meloni aparece en la cuenca de Montecitorio para el ritual del tiempo del primer ministro. Después del espectáculo en Ventotene, debe haber cambiado su estrategia: tonos bajos, respiraciones profundas, no sufrir oposición, pero nada de piezas teatrales como en otras ocasiones. Y al final así es. Tanto es así que en la película de la tarde vista desde la grada, al final aparece un Meloni quizás un poco por debajo de las citas anteriores. A su alrededor, en cambio, se agitan los fantasmas (Riccardo Magi, con una sábana encima, discute sobre la falta de visibilidad dada a los referendos), los golpes de mujer a mujer de Maria Elena Boschi, el genio de Giuseppe Conte sobre el minuto de silencio por Gaza y la retórica mordaz de Elly Schlein sobre la salud. Aquí es donde Meloni lo dice todo:
Al margen ocurren cosas pequeñas y grandes. Por ejemplo, el diputado pistolero Emanuele Pozzolo, protagonista de la fiesta de Nochevieja de 2024, fue expulsado del grupo parlamentario Fratelli d'Italia. Como anticipó este diario, ya había sido informado de la intención de los probiviri de Via della Scrofa de expulsarlo del partido (motivo por el cual no había renovado su carnet de afiliado para 2025). Hoy en día es una mina, o mejor dicho, una bala perdida dentro de la mayoría. Por encima de todo, lejos de los focos, ocurre otro hecho reseñable: se decide aplazar el Consejo de Ministros, previsto para hoy, a la próxima semana porque no hay acuerdo sobre el decreto de Infraestructura. Y en particular en la parte relativa a la normativa sobre concesiones portuarias. Se trata de Génova, para los detractores se trata de “Salva Spinelli”, un empresario metido en problemas por corrupción. El proyecto de ley habría permitido modificar el plan maestro del puerto ampliando los controles sobre las concesiones. Por razones opuestas, el subsecretario Alfredo Mantovano, el ministro de Economía Giancarlo Giorgetti y, muy probablemente, también el Quirinal han dejado claro que están en contra. La norma fue impulsada por Matteo Salvini y su adjunto para Infraestructuras, Edoardo Rixi. Por ahora se salta. Todo esto ocurrió el día en que Meloni compareció ante la Cámara. La única noticia a medias que dio fue sobre Gaza, provocada por Angelo Bonelli de Avs: “He hablado con Netanyahu en varias ocasiones, a menudo han sido conversaciones difíciles en las que siempre he pedido la urgencia de encontrar una manera de poner fin a las hostilidades y respetar el derecho internacional humanitario ante una situación humanitaria en Gaza que no tengo dificultad en definir como cada vez más dramática e injustificable”. Bonelli la llama hipócrita, añadiéndole una vergüenza. El Primer Ministro saca provecho de su situación. Y permanece impasible incluso cuando Magi (+Europa) es expulsado de la Cámara por ir vestido de fantasma. En ese momento Meloni recibe una videollamada y saluda. Pero el recuento aún no ha llegado: el líder del M5S, tras el intercambio con el primer ministro sobre el rearme europeo (él: «Alemania la jodió dos veces». Ella: «Ahora es antimilitarista, antes era Giuseppi»), dedica el tiempo de la respuesta a pedir un minuto de silencio por las víctimas civiles de Gaza. “Usted, Presidente Meloni, ¿no se pone de pie?” Lo harán los diputados del M5, del Pd y del Avs. Ni los de Action ni los de Italia Viva. Los Hermanos de Italia llamarán chacal a Conte. Los comunicadores del M5S entienden la importancia del momento y no ven la hora de compartirlo en las redes sociales: es la dictadura de los corazones en Instagram. Boschi, según se dice, se retira pensativa: "Cada vez que alguien la critica y la acusa de sexista, yo les digo como mujer: no la critico porque sea mujer, la critico porque no está a la altura de dirigir este país". Incluso en este caso, lo máximo que sale de la bancada gubernamental es una mueca y una mirada desconcertada. Pero las cosas son diferentes cuando habla Schlein, a quien el primer ministro, perdiendo la paciencia, parece reconocerle el estatus de líder de la oposición. El líder del Partido Demócrata comienza con fuerza, hablando de atención sanitaria y listas de espera con una hoja de papel frente a la cámara. Meloni eleva el tono de su respuesta, hablando de “propaganda” y “macumbe”. Cuando Elly acusa al gobierno de recortar la sanidad, Giorgia no puede contenerse: abandona el aire británico que ha mantenido hasta entonces y, agitando el dedo índice, exclama: "No es verdad. No es verdad, es mentira". El partido termina, pero antes hay otro sketch: “Los bonos del gobierno italiano son más seguros que los alemanes”, dice el primer ministro, mientras el ministro de Economía, Giorgetti, mueve la cabeza. Poco antes de las 20.00 horas, la Cámara de Diputados ha votado confianza en el proyecto de ley sobre Albania y ha evitado la sesión nocturna (acuerdo bipartidista) aplazándola hasta esta mañana porque es el miércoles de la final de la Copa Italia en el Olímpico entre Milán y Bolonia. Por la noche, una pequeña sorpresa: se celebra en Via della Scrofa una cumbre conservadora: participan George Simion, candidato a la presidencia de Rumanía, el nuevo presidente del ECR Morawiecki y Marion Maréchal, sobrina de Marine Le Pen.
Simone Canettieri
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