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La Revolución Blanca con la que el Sha de Persia quiso hacer de Irán una potencia

La Revolución Blanca con la que el Sha de Persia quiso hacer de Irán una potencia

“Algunos partidos creen que sólo las reglas que imponen sus doctrinas son las correctas. Nuestra fuerza reside en que nuestra revolución no busca el triunfo de una clase ni de una ideología sobre otra... La nuestra es una Revolución Blanca: no adoptamos ningún eslogan, pero abrazamos todo lo que nos parece bien, ya sea comunismo, socialismo o capitalismo”.

Así trataba de explicar Mohamed Reza Pahleví al mundo, desde lo que hoy podría definirse como una ingenua equidistancia entre los dos bloques en los que entonces de dividía el mundo, la serie de reformas que impulsó en esa Revolución Blanca que impulsó contra viento y marea desde el inicio de la década de los 60 del pasado siglo.

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En aquel momento, el Sha de Persia ya llevaba dos décadas en el trono y había superado, con la inestimable ayuda de los servicios secretos de Estados Unidos y el Reino Unido, con buena parte de la oposición interna, empezando por el gobierno del primer ministro Mohamed Mosaddeq, derrocado en 1953 tras nacionalizar la industria del petróleo e invitar a los directivos y empleados extranjeros de la Anglo-Iranian Oil Company, antecedente de British Petroleum, a abandonar el país. De la misma forma, también nacionalizó el servicio telefónico y la pesca, en concesión a empresas soviéticas.

Reza Pahleví asumió entonces el poder absoluto y, enarbolando una suerte de despotismo ilustrado oriental y contemporáneo, se dispuso a transformar el país para convertirlo, con el impulso de esa floreciente industria extractiva, en un referente internacional, un modelo que acabarían siguiendo, aunque sin el aperturismo de Irán, las otras monarquías petroleras del Golfo pérsico.

La Revolución Blanca con la que el Sha de Persia quiso hacer de Irán una potencia Video

Discurso del Sha de Persia en la conmemoración de los 2.500 años de la fundación de Persépolis

“Imaginé a las futuras generaciones de iraníes ocupando con orgullo el lugar que les corresponde en la vasta familia de naciones y cumpliendo con sus responsabilidades con dignidad. Esperaba ver disipadas para siempre las sombras medievales de las que Irán había emergido hacía apenas medio siglo, y que la luz, esencia misma de la civilización y la cultura iraníes, prevaleciera. A lo largo de mi reinado, viví únicamente para la realización de este sueño que comenzaba a hacerse realidad”, dejó escrito en unas memorias marcadas por la frustración del exilio y los sueños arrebatados en 1979 por otra revolución muy distinta, la islámica.

Para iniciar ese camino de modernización, el primer paso fue disolver un parlamento dominado por el poder tradicional en 1961 y así allanar el camino a una reforma agraria que acabaría con los latifundios y el poder feudal de los terratenientes. Aunque el poder del petróleo hizo que lo que bien podría considerarse una expropiación acabase siendo una compra de tierras.

Alfabetización, salud universal, seguridad social, igualdad entre hombres y mujeres... las reformas fueron integrales

De la misma forma, las revoluciones agrarias e industrial que llevaba consigo la Revolución Blanca convirtió en propietarios de explotaciones agropecuarias e industrial públicas a numerosos agricultores y obreros, en una interpretación del régimen cooperativo más soviético que capitalista, pero que también acabaría beneficiando a muchos iraníes, por más que en su mayoría no fuese propietarios reales.

La alfabetización, la salud universal, la seguridad social, la igualdad entre hombres y mujeres, empezando por el voto femenino, la vivienda, las infraestructuras y la occidentalización y laicismo según el modelo turco de Kemal Atatürk fueron otros de los elementos de la proclamada revolución del Sha. Una serie de reformas que, lógicamente, se encontraron con el firme rechazo del clero chií y la sociedad rural, que encontró en el ayatolá Ruholá Jomeini su principal portavoz.

Mujeres iraníes votando en el referéndum promovido por Mohamed Reza Pahleví

Mujeres iraníes votando en el referéndum promovido por Mohamed Reza Pahleví

Ante esta coyuntura, el sha impulsó un referéndum que sintetizaba en seis puntos el ya sintético plan que presentó en el Parlamento, y que ofrecemos a modo de manifiesto para la nueva era que trataba de impulsar. Los votantes tenían que dar su voto positivo o negativo al conjunto. Incluidas las mujeres, que aún sin derecho al sufragio votaron en mesas propias de forma excepcional y no vinculante.

Las papeletas recogían la abolición del sistema de propietarios e inquilinos mediante la reforma agraria, la nacionalización de bosques y pastos, la venta de industrias estatales para financiar la reforma agraria, la implicación de los obreros en la propiedad de sus fábricas, la reforma de la ley electoral para permitir el voto femenino y la creación de un Cuerpo de Alfabetización nacional.

Un 99,9% de los votantes mostró su apoyo al programa de desarrollo de Reza Pahleví en un cuestionado referéndum

El resultado, como estaba anunciado, fue aplastante: 5,6 millones de votantes dieron el sí a las propuestas de la Revolución Blanca, un 99,9%, en tanto que apenas se opusieron 4.000, un exiguo 0,1%. Por más que el Frente Nacional de Mosaddeq y el clero chií llamaron al boicot, la participación fue masiva.

El principal fruto de las reformas fue la educación, que permitió elevar en pocos años el índice de alfabetización del 12% al 70%, además de la industrialización de la economía y la construcción de grandes infraestructuras, principalmente en Teherán, que se convirtió en un importante polo de atracción para la población rural. La sociedad iraní se abrió al mundo y destacó en diversas manifestaciones artísticas.

Sin embargo, la represión se recrudeció y Reza Pahleví ejerció con excesivo celo su papel de semidiós. En 1967 se proclamó shahanshah (rey de reyes) en su Trono del Pavo Real fabricado en oro con incrustraciones de 27.000 piedras preciosas. Y el exceso de los excesos llegó 1971, cuando conmemoró con lo más granado de la sociedad internacional los 2.500 años de la fundación de Persépolis, la antigua capital del imperio persa, en la que ha pasado a la posteridad como la fiesta más fastuosa –y cara– de la historia.

El programa

1. Abolición del modelo tradicional de propietarios y arrendatarios mediante una reforma agraria.

2. Nacionalización de bosques y pastos.

3. Reconstrucción y renovación urbana.

4. Creación de un Ejército del Saber.

5. Creación de un Ejército de la Salud e Higiene.

Creación de un Ejército del Saber y de un Ejércido de la Salud y la Higiene

6. Distribución de la tierra entre campesinos y agricultores.

7. Educación gratuita y obligatoria.

8. Nacionalización de los recursos híbridos de Irán.

9. Derecho al voto de las mujeres.

10. Derechos de participación de los trabajadores en los complejos industriales.

11. Introducción de la Seguridad Social.

12. Creación de ministerios contra la corrupción.

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Esta pieza forma parte de una serie de contenidos que recupera los manifiestos políticos, artísticos y sociales de la época contemporánea para contextualizarlos desde una perspectiva histórica y con ánimo divulgativo.

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