El Gobierno enfrenta un nuevo problema: por qué los servicios suben más que los bienes y qué impacto tiene en el consumo

El último dato de inflación confirmó una tendencia que ya lleva varios meses: los precios de los servicios continúan subiendo por encima de los bienes. Según el INDEC, en julio los servicios aumentaron 3,1%, mientras que los bienes lo hicieron apenas un 1,4%. Este fenómeno, que persiste desde principios de 2024, genera cambios en el consumo y complica los planes de desinflación del Gobierno.
El economista Lorenzo Sigaut Gravina (Equilibra) identificó como punto de inflexión el salto cambiario de febrero de este año. Desde entonces, los servicios crecieron “sistemáticamente por encima del nivel general”, impulsados por subas en tarifas públicas, pero también por aumentos en servicios privados como salud, educación o alquileres.
Uno de los factores centrales, según los analistas, es la diferencia entre sectores “transables” y “no transables”. Mientras los bienes compiten con productos importados y están condicionados por el tipo de cambio —que el Gobierno mantiene anclado—, los servicios operan en mercados más cerrados, con escasa competencia.
“En los servicios no hay presión competitiva, entonces los costos se trasladan más fácilmente a precios”, explicó Sigaut Gravina. A eso se suma el efecto de la apertura comercial, la baja de aranceles y la fuerte oferta global —sobre todo de China— que colaboró en contener los precios de los bienes.

Gabriel Caamaño, de Outlier, también destacó que los bienes “bajan más rápido” porque están más atados al dólar y la política monetaria. “Con una ancla cambiaria, los transables ajustan antes. Los servicios, al tener mayor proporción de costos laborales, tardan más en corregir”.
Otro elemento clave es el peso de los salarios. Los servicios —intensivos en empleo— tienden a acompañar la recuperación de los ingresos reales, lo que introduce más inercia en su evolución. Por eso, según Caamaño, los precios de los servicios “responden más lento” tanto al alza como a la baja.
Fausto Spotorno (Ferreres & Asociados) recordó que durante el gobierno de Alberto Fernández muchos precios de servicios estuvieron congelados o contenidos por topes. “Salud, educación, alquileres: venían atrasados. Ahora se están corrigiendo y eso genera subas más pronunciadas”.
A su vez, el analista advirtió que, en los servicios públicos, todavía hay margen para más ajustes, sobre todo en electricidad, agua y transporte. “Los servicios van a seguir subiendo hasta que terminen de sincerarse las tarifas”.
Pese al rezago, la mayoría de los economistas coincide en que esta dinámica no será eterna. Sigaut Gravina indicó que si la recesión se profundiza o la demanda interna se debilita, el margen para seguir aumentando precios será menor. “Si los bienes empiezan a subir por los costos, los servicios deberían alinearse. La brecha se puede achicar”.
Ricardo Delgado, de Analytica, fue más específico: proyectó que antes de fin de año podría comenzar una convergencia. “Era esperable que los servicios corran más rápido en esta etapa. Pero a medida que se reacomoden los precios relativos, los ritmos deberían emparejarse”.
La clave, según Delgado, estará en cómo evolucione la demanda, la política de ingresos y el tipo de cambio. Si el Gobierno logra sostener el ancla monetaria y estabilizar los costos internos, la inflación de servicios podría empezar a desacelerar hacia 2026.
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